sábado, 30 de mayo de 2020

¿Qué es la meditación trascendental?

Un método que pretende indicar que apunta a sobrepasar las cosas sensibles para alcanzar el centro del ser.

Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE | Fuente: TeologoResponde.org



Pregunta:
Estimado Padre: He leído en una pagina norteamericana (ABCNews.com) que trae noticias e información diversa, que hay estudios efectuados que demuestran que la meditación produce beneficios orgánicos y psíquicos diversos. Incluso, parece que en algunos hospitales de ese país se está comenzando a dar clases de meditación concentrando la atención en la respiración, por los efectos positivos que produce.

Entonces ¿es pecado meditar? Yo creo, salvo su mejor opinión, Padre, que si uno no comparte teorías o doctrinas orientales, puede hacerse como una defensa antistress. Saludos y gracias una vez más.
Respuesta:

Estimado:

Le contesto brevemente tomando algunos datos del libro del P. Esteban Tavares Bettencourt, benedictino, 'Crenças, religioes, igrejas e seitas: quem sao?'(Ed. O Mesageiro de Santo Antonio, Sao Paulo 1995, 79-82).

El fundador de la llamada 'meditación trascendental' fue Maharishi Mahesk Yogi, quien practicó esta técnica de meditación como ermitaño en el Himalaya y luego se dedicó a difundirla.

El término 'trascendental' pretende indicar que apunta a sobrepasar las cosas sensibles para alcanzar el centro del ser. Consiste en una técnica mental que lleva a la persona, primeramente, a colocarse en estado de relajación interior; y en ese estado intenta olvidar todas las realidades sensibles y vaciar la mente de todas las imágenes materiales que habitualmente lo distraen. Así se crea un estado de 'percepción vacía' que acarrea la cesación de emociones, sentimientos y afectos. Así (pretenden) la persona alcanza la realidad más íntima de su propio ser. En los sucesivos niveles de profundidad de la mente, el individuo se hace cada vez más consciente de su naturaleza divina (!). Este estado final es denominado 'percepción pura'.

Hay personas que se dicen beneficiadas por la meditación trascendental cuando están todavía en los estados iniciales de sus ejercicios. Pero con el tiempo los efectos de la técnica son nefastos. Se han detectado consecuencias físicas de decaimiento, propensión a manifestaciones esquizofrénicas, con frecuentes accesos de cólera e impulsos incontrolables. Los problemas aparecen especialmente en muchos instructores y más rápidamente en quien más se entrega a la práctica.

Por otra parte resta el problema de la filosofía subyacente. Aunque muchos cultores afirmen que nada tiene que ver con la religión o filosofía, sin embargo, está ligada a la filosofía religiosa de los maestros hindúes que es el panteísmo. Su fundador afirma claramente un panteísmo al que apunta este ejercicio. También profesa la reencarnación.

Demás está decir que nada tiene que ver con la meditación cristiana propuesta por todos los grandes autores espirituales y que puede ver en el Catecismo nn. 2705-2708.

Puede ver Usted nuestro artículo sobre el 'Yoga' y las citas que allí se encuentran sobre el documento 'Carta sobre algunos aspectos de la meditación cristiana', de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que trata de este tema.

El siguiente artículo es gentileza de la página www.corazones.org

Un método basado en la repetición de un 'mantra' por unos 15 a 20 minutos, 2 veces al día. Dicha mantra pretende ser estrictamente personal, un sonido que corresponde a la 'vibración profunda' de cada ser y que no debe ser revelado a terceras personas. Pero en realidad cada mantra es el nombre cifrado de una deidad hindú. Hay una deidad específica que se le da a meditar al adepto según su edad. Además se puede ir ampliando al cabo de unos meses mediante sucesivos pagos, hasta formar frases de adoración religiosa.

La MT dice lograr que las hondas cerebrales sean coherentes pero no existe ninguna base para creer en esta jerga pseudo científica.
En 1977 la MT perdió un pleito en EE.UU. en el que se estableció su naturaleza religiosa y que no se trata de una verdadera 'ciencia' como sus proponentes intentan hacer creer.

En Alemania, el 6 de agosto de 1980, la MT pierde una querella contra el gobierno federal y este queda autorizado para afirmar que 'la MT es una secta que puede conducir a daños psíquicos y destrucción de la personalidad'. Maharishi entonces huye a la India.
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EL CONFLICTO BASICO ENTRE EL MAHARISHI Y EL CRISTIANISMO
 
Pastoral de su Eminencia Jaime Cardinal Sin, Arzobispo de Manila, sobre ciertos aspectos doctrinales del Maharishi, 1984.

Metodología del Campo Unido, considerada luego de efectuar consultas con expertos en teología.

La doctrina y enseñanza del Maharishi expone información relacionada con (1) Dios, (2) el hombre, (3) la manera de llegar a Dios, (4) el dolor y el sufrimiento y (5) el pecado que se manifiesta en abierta contradicción con la doctrina cristiana.

1. El 'Dios' del Maharishi es impersonal, en lugar del Dios manifestado en la revelación cristiana en donde Dios es un Dios personal que ama a cada persona humana de una manera íntima.
Al negar al Creador como ser Supremo y enseñar que 'Todo es Uno', el Maharishi suprime la distinción entre el Creador y la criatura. Esto conduce directamente al, o es una forma equivalente al panteísmo.
Se ha descubierto que los 'mantras' presentados a los seguidores del Maharishi son invocaciones, en la mayoría de los casos, a todas las deidades veneradas por los hindúes, negando así en un sentido real la unidad de Dios y fomentando el politeísmo.

2. El hombre es considerado capaz de lograr una perfección ilimitada, de ser totalmente liberado de todo dolor y sufrimiento a través de la práctica de la Meditación Trascendental (MT) realizada de la manera propuesta por el Maharishi. Asimismo, a través de la MT, el hombre puede encontrar la solución a todos los problemas que oscilan desde el control de los elementos hasta el logro de la indestructibilidad e inmortalidad.
Dos deficiencias, entre otras, se presentan claramente en esta doctrina: (a) la misma no acepta la inmortalidad del alma, ni la vida después de la muerte, como parte de la naturaleza del alma; (b) ignora completamente la existencia del pecado original, un dogma cristiano, y las consecuencias de las realidades de la vida.

3. Maharishi plantea la manera de llegar a Dios a través de la MT y la manifiesta como una manera interpretada por el mismo, sus libros, y sus seguidores. Además, la MT se presenta como la manera exclusiva de llegar a Dios.
Nuevamente, dos deficiencias se esconden detrás de estas afirmaciones: (a) el abuso del término MT que ha sido apropiado por ellos como si su método fuera 'la' MT por excelencia, la única auténtica (existe el misticismo cristiano, incluso los autores hablan del misticismo hindú y budista, y ciertamente, existe además el afamado método de meditación za-zen); y (b) la manera de llegar a Dios en la enseñanza actual para todos es el camino de la Cruz mientras somos peregrinos, como lo predicara explícitamente Cristo mismo, y fuera aceptado en la doctrina y en la vida cristiana. El heroísmo del sufrimiento cristiano fiel, manifestado con el mayor coraje y dignidad parece encontrarse ausente en la manera de llegar a Dios del Maharishi.

4. El rechazo del valor redentivo del sufrimiento y de la existencia de Cristo como el Redentor se encuentra implícito en el método del Maharishi con respecto al problema del dolor y el sufrimiento. En realidad, el Maharishi en su libro, Meditaciones del Maharishi Mahesh Yogi (Nueva York, Editorial Bantam, 1968, p.23), escribe explícitamente: 'No creo que Cristo haya sufrido alguna vez o que Cristo pudiera sufrir.' (Los seguidores del Maharishi han repetido esta afirmación en varios lugares.)

5. El pecado. El Maharishi trata de ignorar la existencia del pecado. A este respecto, el Maharishi sigue la doctrina védica que considera al pecado una cuestión corporal y que no tiene nada que ver con el espíritu o el alma del hombre. El concepto global del 'pecado', si se lo acepta implícitamente, es considerado como algo externo y legalista. El sentido real de la libertad y la responsabilidad se encuentra ausente, y los 'efectos' del pecado son objeto de rituales, mantras, y MT. No existe una conversión interior, sino un uso bastante manipulador de la MT para lograr las liberaciones.

En la base de este concepto y de este método se encuentra el concepto de Dios, del hombre, de la manera de llegar a Dios, del dolor y el sufrimiento descriptos anteriormente. 

A partir de este punto de vista, uno no puede ser un cristiano y un seguidor del Maharishi.
6. La MT puede ser considerada como doctrina (contenido) o técnica (método). Desde el punto de vista del contenido, el mismo no es aceptable para un católico, o para un cristiano en general. Desde el punto de vista de una técnica, de la manera en que el grupo del Maharishi la presenta, la MT no es aceptable debido a sus relaciones intrínsecas con la doctrina (observar información sobre los 'mantras' y el punto 1 y 2).

Esta clase de MT debe ser distinguida de las diversas formas de oración adecuadas a las actitudes religiosas orientales, algunas de las cuales podrían ser aceptables, e incluso beneficiosas, si fueran escudriñadas y utilizadas apropiadamente. La MT, no obstante, como la propone el Maharishi y como resultado final observado por la doctrina y los seguidores del Maharishi, es, por no decir otra cosa, bastante peligrosa. La misma llega a ser un escape y no un remedio. Su resultado inevitable, dentro del contexto de la doctrina del Maharishi, es la desensibilización de la conciencia tratando de liberar no la culpa y el desorden real sino solamente sus síntomas y su desasosiego concomitante.

Traducido del inglés por Teresa Galiano.


sábado, 23 de mayo de 2020

sábado, 16 de mayo de 2020

Noviazgo y matrimonio: ¿cómo acertar con la persona?

Prepararse a emprender un viaje para toda la vida exige escoger el compañero adecuado. ¿Qué orientaciones da la fe cristiana? ¿Cómo combinar cabeza y corazón?

Por: Juan Ignacio Bañares | Fuente: Opusdei.es




Uno de los cometidos más importantes del noviazgo es poder transitar del enamoramiento (la constatación de que alguien origina en uno sentimientos singulares que le inclinan a abrir la intimidad, y que dan a todas las circunstancias y sucesos un color nuevo y distinto: es decir, un fenómeno típicamente afectivo), a un amor más efectivo y libre. Este tránsito se realiza gracias a una profundización en el conocimiento mutuo y a un acto neto de disposición de sí por parte de la propia voluntad.

En esta etapa es importante conocer realmente al otro, y verificar la existencia o inexistencia entre ambos de un entendimiento básico para compartir un proyecto común de vida conyugal y familiar: “que os queráis –aconsejaba san Josemaría-, que os tratéis, que os conozcáis, que os respetéis mutuamente, como si cada uno fuera un tesoro que pertenece al otro"[1].

A la vez, no basta con tratar y conocer más al otro en sí mismo; también hay que detenerse y analizar cómo es la interrelación de los dos. Conviene pensar cómo es y cómo actúa el otro conmigo; cómo soy y cómo actúo yo con él; y cómo es la propia relación en sí.

El noviazgo, una escuela de amor

En efecto, una cosa es cómo es una persona, otra cómo se manifiesta en su trato conmigo (y viceversa), y aún otra distinta cómo es tal relación en sí misma, por ejemplo, si se apoya excesivamente en el sentimiento y en la dependencia afectiva. Como afirma san Josemaría, “el noviazgo debe ser una ocasión de ahondar en el afecto y en el conocimiento mutuo. Es una escuela de amor, inspirada no por el afán de posesión, sino por espíritu de entrega, de comprensión, de respeto, de delicadeza"[2].

Ahondar en el conocimiento mutuo implica hacerse algunas preguntas: qué papel desempeña –y qué consecuencias conlleva– el atractivo físico, qué dedicación mutua existe (tanto de presencia, como de comunicación a través del mundo de las pantallas: teléfono, SMS, Whatsapp, Skype, Twitter, Instagram, Facebook etc.), con quién y cómo nos relacionamos los dos como pareja, y cómo se lleva cada uno con la familia y amigas o amigos del otro, si existen suficientes ámbitos de independencia en la actuación personal de cada uno –o si, por el contrario, faltan ámbitos de actuación conjunta–, la distribución de tiempo de ocio, los motivos de fondo que nos empujan a seguir adelante con la relación, cómo va evolucionando y qué efectos reales produce en cada uno, qué valor da cada uno a la fe en la relación...

 Hay que tener en cuenta que, como afirma san Juan Pablo II, “muchos fenómenos negativos que se lamentan hoy en la vida familiar derivan del hecho de que, los jóvenes no sólo pierden de vista la justa jerarquía de valores, sino que, al no poseer ya criterios seguros de comportamiento, no saben cómo afrontar y resolver las nuevas dificultades. La experiencia enseña en cambio que los jóvenes bien preparados para la vida familiar, en general van mejor que los demás"[3].

Lógicamente, importa también conocer la situación real del otro en algunos aspectos que pueden no formar parte directamente de la relación de noviazgo: comportamiento familiar, profesional y social; salud y enfermedades relevantes; equilibrio psíquico; disposición y uso de recursos económicos y proyección de futuro; capacidad de compromiso y honestidad con las obligaciones asumidas; serenidad y ecuanimidad en el planteamiento de las cuestiones o de situaciones difíciles, etc.

Compañeros de viaje

Es oportuno conocer qué tipo de camino deseo recorrer con mi compañero de viaje, en su fase inicial; el noviazgo. Comprobar que vamos alcanzando las marcas adecuadas del sendero, sabiendo que será mi acompañante para la peregrinación de la vida. Los meeting points se han de ir cumpliendo. Para eso podemos plantear ahora algunas preguntas concretas y prácticas que se refieren no tanto al conocimiento del otro como persona, sino a examinar el estado de la relación de noviazgo en sí misma.

¿Cuánto hemos crecido desde que iniciamos la relación de noviazgo? ¿Cómo nos hemos enriquecido –o empobrecido– en nuestra madurez personal humana y cristiana? ¿Hay equilibrio y proporción en lo que ocupa de cabeza, de tiempo, de corazón? ¿Existe un conocimiento cada vez más profundo y una confianza cada vez mayor? ¿Sabemos bien cuáles son los puntos fuertes y los puntos débiles propios y del otro, y procuramos ayudarnos a sacar lo mejor de cada uno? ¿Sabemos ser a la vez comprensivos –para respetar el modo de ser de cada uno y su particular velocidad de avance en sus esfuerzos y luchas– y exigentes: para no dejarnos acomodar pactando con los defectos de uno y otro? 

¿Valoro en más lo positivo en la relación? A este respecto, dice el Papa Francisco: “convertir en algo normal el amor y no el odio, convertir en algo común la ayuda mutua, no la indiferencia o la enemistad"[4].

A la hora de querer y expresar el cariño, ¿tenemos como primer criterio no tanto las manifestaciones sensibles, sino la búsqueda del bien del otro por delante del propio? ¿Existe una cierta madurez afectiva, al menos incoada? ¿Compartimos realmente unos valores fundamentales y existe entendimiento mutuo respecto al plan futuro de matrimonio y familia? ¿Sabemos dialogar sin acalorarnos cuando las opiniones son diversas o aparecen desacuerdos? ¿Somos capaces de distinguir lo importante de lo intrascendente y, en consecuencia, cedemos cuando se trata de detalles sin importancia? ¿Reconocemos los propios errores cuando el otro nos los advierte? ¿Nos damos cuenta de cuándo, en qué y cómo se mete por medio el amor propio o la susceptibilidad? ¿Aprendemos a llevar bien los defectos del otro y a la vez a ayudarle en su lucha? ¿Cuidamos la exclusividad de la relación y evitamos interferencias afectivas difícilmente compatibles con ella? ¿Nos planteamos con frecuencia cómo mejorar nuestro trato y cómo mejorar la relación misma?
 
El modo de vivir nuestra relación, ¿está íntimamente relacionado con nuestra fe y nuestras virtudes cristianas en todos sus aspectos? ¿Valoramos el hecho de que el matrimonio es un sacramento, y compartimos su alcance para nuestra vocación cristiana?

Proyecto de vida futura

Los aspectos tratados, es decir, el conocimiento del matrimonio –de lo que significa casarse, y de lo que implica la vida conyugal y familiar derivada de la boda–, el conocimiento del otro en sí y respecto a uno mismo, y el conocimiento de uno mismo y del otro en la relación de noviazgo, pueden ayudar a cada uno a discernir sobre la elección de la persona idónea para la futura unión matrimonial. Obviamente, cada uno dará mayor o menor relevancia a uno u otro aspecto pero, en todo caso, tendrá como base algunos datos objetivos de los que partir en su juicio: recordemos que no se trata de pensar “cuánto le quiero" o “qué bien estamos", sino de decidir acerca de un proyecto común y muy íntimo de la vida futura. El Papa Francisco, al hablar de la familia de Nazaret da una perspectiva nueva que sirve de ejemplo para la familia, y que ayuda al plantearse el compromiso matrimonial: “los caminos de Dios son misteriosos. Lo que allí era importante era la familia. 

Y eso no era un desperdicio"[5]. No podemos cerrar un contrato con cláusula de éxito con el matrimonio, pero podemos adentrarnos en el misterio, como el de Nazaret, donde construir una comunidad de amor.

Así se pueden detectar a tiempo carencias o posibles dificultades, y se puede poner los medios –sobre todo si parecen importantes– para tratar de resolverlas antes del matrimonio: nunca se debe pensar que el matrimonio es una “barita mágica" que hará desaparecer los problemas. Por eso la sinceridad, la confianza y la comunicación en el noviazgo puede ayudar mucho a decidir de manera adecuada si conviene o no proseguir esa relación concreta con vistas al matrimonio.

Casarse significa querer ser esposos, es decir, querer instaurar la comunidad conyugal con su naturaleza, propiedades y fines: “esta íntima unión, como mutua entrega de dos personas, lo mismo que el bien de los hijos, exigen plena fidelidad conyugal y urgen su indisoluble unidad"[6].

Este acto de voluntad implica a su vez dos decisiones: querer esa unión–la matrimonial–, que procede naturalmente del amor esponsal propio de la persona en cuanto femenina y masculina, y desear establecerla con la persona concreta del otro contrayente. El proceso de elección da lugar a diversas etapas: el encuentro, el enamoramiento, el noviazgo y la decisión de contraer matrimonio. “En nuestros días es más necesaria que nunca la preparación de los jóvenes al matrimonio y a la vida familiar (…). La preparación al matrimonio ha de ser vista y actuada como un proceso gradual y continuo"[7].
 
Notas:
[1] San Josemaría, Apuntes tomados de una reunión familiar, 11-2-1975.
[2] San Josemaría, Conversaciones, n. 105.
[3] San Juan Pablo II, Familiaris Consortio, n. 66.
[4] Cfr. Papa Francisco, Audiencia, Nazaret, 17-12-2014
[5]Cfr. Papa Francisco, Audiencia, Nazaret, 17-12-2014
[6] Gaudium et Spes, n. 48
[7] San Juan Pablo II, Familiaris Consortio, n. 66.


sábado, 9 de mayo de 2020

Las cuatro negaciones acerca del infierno

¿Se ve a Dios? ¿Se sufre físicamente? ¿Se puede salir? ¿Hay condenados?

Por: P. Carlos M. Buela, IVE | Fuente: www.iveargentina.org



Así como hay cerveza sin alcohol, café sin cafeína, sal sin sodio, azúcar sin glucosa, tabaco sin nicotina, hombres sin sustancia y sin humanidad, o sea, “sin fundamento, sin misión, sin fin último” (1); y estos son todos productos “light”; así existen, también, cristianos “light” que son partidarios de un infierno “light”.

Nos podemos preguntar, ¿qué es un infierno “light”? Es un “infierno” carenciado. Es un infierno “liviano”: sin pena de daño, sin pena de sentido, sin eternidad y/o sin habitantes. 

Sobre la base de estas cuatro carencias las variantes son muchas y las hay para todos los gustos. Algunos son plenamente “light” y sostienen las cuatro negaciones, otros son más medidos y aceptan sólo algunas variantes “light” o les ponen atenuantes.

En muchos textos de la Sagrada Escritura se fundamentan las verdades reveladas acerca del infierno. Pero, para mi intento, son suficientes tan sólo dos mitades de dos versículos. Se enseña la pena de daño, o sea, la privación de la vista de Dios, en “Apartaos de mí, malditos,...” (Mt 25, 41); la pena de sentido, o sea, el sufrimiento que proviene de cosas sensibles, en “ ...id al fuego...” (id); la eternidad de las penas, que no terminarán jamás, en “...eterno.” (id); y acerca de sus habitantes: “Éstos irán al castigo eterno...” (Mt 25, 46). Para los que tenemos el convencimiento de que la Biblia es Palabra de Dios, no son necesarios más textos.


Las cuatro negaciones acerca del infierno:

1.La privación de la vista de Dios o pena de Daño

2.El castigo infligido a las creaturas o pena de sentido

3. La eternidad de las penas.

4. El infierno "vacio"


En fin, no nos alcanzará la vida presente, ni aún la eternidad, para dar gracias a Jesucristo que “de Creador es venido a hacerse hombre, y de vida eterna a muerte temporal, y así a morir por mis pecados”108.

Nunca agradeceremos suficientemente la paciencia de Dios con nosotros que, por estar en vida, todavía tenemos la esperanza de conversión. Podríamos haber terminado nuestra existencia en esta tierra estando en pecado y Él no lo permitió.

Debemos seguir pidiendo, todos los días de nuestra vida, la gracia de las gracias, la gracia de la perseverancia final, como lo hacemos en cada Avemaría: “Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”.

Y mucho más inteligente que proponer dudas acerca del infierno, las cuales por otra parte hace siglos que han sido resueltas por los Santos Padres y Doctores, vivamos de manera que no vayamos a ir a él. Que siempre será verdad, “Que al final de la jornada/ el que se salva sabe/ y el que no, no sabe nada”.



Notas:

1 Cf. Dr. Mario Caponetto, La Kábala y el gnosticismo, AICA, nº 2063, 3 de julio de 1996, p. 21. Antes les decíamos “tilingos”.