Análisis del secretario vaticano para las Relaciones con los Estados
ROMA, jueves, 10 enero 2008 (ZENIT.org).- Respetar la libertad religiosa en el mundo quiere decir hoy combatir «la cristianofobia, la islamofobia y el antisemitismo», explicó este jueves el «ministro» de exteriores de Benedicto XVI.
En estos momentos, explicó el arzobispo Dominique Mamberti, secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados, este es el desafío para contrarrestar toda forma de discriminación y persecución.
Según el prelado, la «cristianofobia» «es un conjunto de comportamientos que se derivan de la falta de educación o de la mala información, de la intolerancia y de la persecución».
Para monseñor Mamberti estos «problemas» «a nivel humano, político y social» «deben ser afrontados por igual».
La aclaración la ofreció en una conferencia sobre «Protección del derecho de libertad religiosa en la acción actual de la Santa Sede» pronunciada en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz.
Ilustrando la posición de la Iglesia, explicó que «el respeto del derecho a la libertad religiosa constituye el fundamento del respeto de cualquier otro derecho, pues cuando la libertad religiosa está en peligro, todos los demás derechos vacilan».
La libertad religiosa, «derecho que no puede suprimirse», tiene «una dimensión privada, pública e institucional».
Es más, subrayó, «la libertad religiosa no es sólo uno de los derechos humanos fundamentales, sino que es el derecho preeminente, pues como recordaba Juan Pablo II su defensa constituye el test para verificar el respeto de todos los demás derechos».
En este contexto, dijo, la actividad diplomática de la Santa Sede tiene como objetivo central «asegurar la estabilidad y la certeza de las actividades de la comunidad cristiana».
Monseñor Mamberti habló también de la relación entre la libertad religiosa y la libertad de expresión, proponiendo «un adecuado balance orientado a salvaguardar el ejercicio de ambas».
Por lo que se refiere al diálogo interreligioso y entre las culturas, aclaró que «es posible sólo si no se renuncia a la verdad».
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