sábado, 26 de octubre de 2013

Consumista, chantajista, chulo o exhibicionista: ¿qué riesgo de Internet acecha más a tu hijo?

Si Internet os causa miedo, tenéis (en parte) razón. Y ahora hay otro motivo que añadir: Facebook, es decir, la "comunidad digital" más grande del mundo – formada por más de mil millones de usuarios activos – ha decidido quitar cualquier tipo de protección a sus inscritos menores de edad, desde los 13 a los 17 años.

De ahora en adelante «podrán escribir post públicos, visibles también para quien no forma parte del círculo de sus amigos».

Para que entendamos el alcance del fenómeno: el 90% de los jóvenes italianos de 13-14 años y el 93% de los jóvenes de 15-16 años tiene un perfil en una red social como Facebook, que en el mundo presume de tener más de mil millones de inscritos activos.

Motivos económicos para desproteger
Aunque el coloso de Zuckenberg anuncia que de esta manera quiere dar a los jóvenes las mismas posibilidades de acción que los adultos, su objetivo es otro: intentar frenar la migración de los usuarios más jóvenes (y más activos) hacia redes sociales competitivas como Twitter y Snapchat que no tienen estas limitaciones.

Pero también – y sobre todo – ofrecer a los anunciantes publicitarios un mayor número de información para sus propias investigaciones de mercado sobre un segmento, el de los jóvenes, muy importante para el mundo de los negocios.

Maria Rita Munizzi, presidente del Movimiento Italiano Padres (Moige – Movimento Italiano Genitori), anuncia: «Estamos dispuestos a denunciar a Facebook ante el Garante de la Privacidad».

Hacen bien, pero la cuestión no está sólo ligada a la privacidad o al mercado. Ésta es la punta de un iceberg bastante más grande y complejo.

En los últimos diez años la Red ha conectado a personas de todo el mundo de una manera más estrecha, produciendo un número siempre mayor de fotos, videos y pensamientos personales que pueden ser robados o vendidos, tanto por personas individuales (más o menos malintencionadas), como por sociedades (más o menos correctas).

Los mayores usan PC, los jóvenes móviles
Entre quienes usan los llamados «medios digitales», hay una clara brecha: los mayores de 35 años lo hacen con el ordenador, los menores de esta edad con los teléfonos móviles.

Según la investigación Net Children Go Mobile, financiada por el Safer Internet Programme de la Comisión Europea, «el 53% de los jóvenes europeos entre los 9 y los 16 años posee un Smartphone, y el 48% lo usa cada día para estar online y en el 39% de los casos encerrados en su propia habitación».

En este estudio ha participado el Centro de Investigación sobre los Medios de Comunicación Social y la Comunicación de la Universidad Católica de Milán.

«En Italia, el 81% de los jóvenes de 9-16 años usa internet todos los días – ha explicado Giovanna Mascheroni – mientras sólo el 8% accede diariamente desde la escuela».

La posibilidad de conectarse con el mundo es indudablemente fascinante, pero esconde también muchos peligros.

Fotos comprometedoras, a veces sexuales
Los jóvenes digitales, convencidos de que no tienen nada que esconder, publican a menudo pensamientos, fotos y videos también potencialmente embarazosos.

Y como no hay límite a lo peor, Snapchat, un servicio de mensajería donde los usuarios se intercambian fotos, a menudo con temática sexual, está cada vez más de moda entre los jóvenes.

Según una investigación del Teléfono Azul y Eurispes, también en Italia «un joven de cada diez (10,2%) ha recibido mensajes o vídeos con temática sexual en el móvil, mientras el 6,7% los ha enviado a amigos, novios, adultos u otras personas, también desconocidas».

Como se ve, la cuestión va más allá de prohibir Facebook. La denominada sociedad digital amplifica todo. Y puede transformar a los más jóvenes en consumidores que hay que exprimir siempre más, en sujetos que pueden ser chantajeados, pero también en potenciales chulos cibernéticos y vulgares exhibicionistas.

La alarma, por tanto, existe pero más que sobre la privacidad, seguramente sobre la educación.​

(Traducción de Helena Faccia Serrano)


 Gigio Rancilio / Avvenire

sábado, 19 de octubre de 2013

Diecisiete profecías de Chesterton que se han cumplido ¡además de la palabra Google!

¿Será posible que la palabra Google figure en una obra de G.K. Chesterton (1874-1936)? Sí, “y, por supuesto, se casó con una mujer llamada Blogg”, comenta con humor Dale Ahlquist (presidente de la American Chesterton Society y uno de los grandes especialistas mundiales en la obra del escritor inglés), para sugerir que predijo internet. Pero que lo comente con humor no significa que sea una broma. Blogg era el apellido de soltera de su esposa, Frances, y, en efecto, el 9 de agosto de 1930 Chesterton escribió en el Illustrated London News que la palabra Google “no es menos científica por ser grotesca”.

“Nunca me he arrogado el don divino de la profecía”, proclamaba en esa misma revista el 10 de mayo de 1930. Pero hay unas cuantas que, si no profecías en sentido estricto, sí son anticipaciones de una mente visionaria sobre la evolución de un mundo empecinado en alejarse de las ideas cristianas para enfeudarse a “ideas cristianas que se han vuelto locas”, como definía el escritor inglés las que caracterizan al mundo moderno.

“Chesterton profético” es el trabajo de Ahlquist al respecto, que forma parte del volumen Chesterton de pie. Lo acaba de publicar CEU Ediciones bajo la coordinación de Pablo Gutiérrez Carreras y María Isabel Abradelo de Usera, y recoge las 28 contribuciones al congreso que organizó en febrero de 2012 la Universidad San Pablo CEU al cumplirse 75 años del nacimiento del genio londinense.

Sorprendentes anticipaciones

 
Y ¿cuáles son esas profecías? Atención, porque son numerosas y variadas.

-Llegará un día en el que existirá una forma barata de transmitir información a gran número de personas. “No sé cómo funcionará”, decía, “pero ese día The Times irá por detrás del tiempo”: ¡todos los problemas actuales de la prensa en papel están ahí!

-En 1905 predijo la revolución rusa, y en 1919 (dos años después de esa Revolución), que ese extinguiría tras algunas generaciones, porque no podría sostenerse: se convertiría en un imperio... y luego se desmembraría en pequeñas nacionalidades. Justo lo que sucedió a partir de 1991.

-Predijo en 1933 la Segunda Guerra Mundial, y en un año antes, en 1932, anticipó que “probablemente comenzará en la frontera polaca”.

-Sostuvo que el islam sería siempre “una constante amenaza”, algo impensable a principios del siglo XX.

-En 1935 anticipó que el poder económico se trasladaría de Londres a Nueva York, y luego de Nueva York a Pekín.

-El hombre llegará a la Luna (1930)... aunque no se sentía capaz de responder qué se nos ha perdido allí.

-Cuando aún no se había popularizado el automóvil individual, privilegio de minorías en carreteras desiertas, en 1926 apuntó que “el mundo moderno es una multitud de veloces coches de carreras que se encuentran bloqueados en un atasco”.

-En 1914 lamentaba que la gente tenía cada vez más animales domésticos y cada vez menos bebés, y en 1929 “el empeño por tener cuartos de baño y de no tener bebés”.

-También en 1929 dijo que “la verdadera religión actual no se preocupa de dogmas ni de doctrinas. Se preocupa casi únicamente de la dieta”.

-Y en 1930 escribió una frase que bien valdría para las recargadas ceremonias de inauguración de los Juegos Olímpicos: “El materialismo moderno es solemne con los deportes porque no tiene otros ritos que solemnizar”.

-En 1926 advirtió sobre la revolución sexual, aunque se equivocó de costa, y se fue de la oeste (la California de 1967) a la este: “La siguiente gran herejía será simplemente el ataque a la moral: y especialmente a la moral sexual... La locura de mañana no estará tanto en Moscú como en Manhattan”.

-¿Y la actual aversión a la moral cristiana? “Un fanatismo extraño llena nuestro tiempo: el odio fanático a la moral, especialmente a la moral cristiana” (1909).

-Sobre el aborto y la manipulación genética, en 1937: “Se permitirá al gobierno y a los expertos, sin juicio o discusión, disponer de las generaciones de no nacidos con la ligereza de los dioses paganos”.

-¿Qué habría dicho del divorcio exprés introducido por José Luis Rodríguez Zapatero? “El efecto obvio de un divorcio frívolo es el matrimonio frívolo”.

-¿Y de la ideología de género y el feminismo? “Cada sexo está intentando ser los dos sexos a la vez; y el resultado es una confusión más falsa que cualquier convención”.

-También critica la gran hipocresía social: “El mundo a nuestro alrededor ha aceptado un sistema social que niega a la familia. Ayudará a veces al niño, en lugar de a la familia; a la madre, en lugar de a la familia; al abuelo, en lugar de a la familia. No ayudará a la familia” (1930).

-Y ahondando en que “la tendencia actual de la reforma social parece que consiste en destruir todo rastro de los padres”: “Borrarán la antigua autoridad parental. Su lugar no lo va a ocupar la libertad ni la licencia, sino la autoridad mucho más supresora y destructiva del estado” (1928).

Un volumen muy completo y rico

 
Además del citado trabajo de Ahlquist, en Chesterton de pie encontramos colaboraciones de otros expertos internacionales como su biógrafo Joseph Pearce, o Aidan Mackey, fundador del G.K. Study Centre, así como de una pléyade de estudiosos españoles que, junto a los anteriores, abordan puntos concretos de la vida y obra de Gilbert Keith.

Entre otros, Emilio Domínguez Díaz explica, por ejemplo, las razones personales que retrasaron durante al menos veinte años la conversión de Chesterton al catolicismo, que no se produjo hasta 1922 y que continúa siendo uno de los puntos más debatidos en la biografía del maestro. Belén Rincón García recuerda las tres veces que estuvo en España (1926, 1928 y 1935) y analiza la primera, un periplo por Madrid donde fue presentado por Ramiro de Maeztu y a una de cuyas conferencias asistió la reina Victoria Eugenia. O Juan Pablo Serra analiza Manalive [El hombre vivo], de la cual habrá pronto adaptación cinematográfica, en la perspectiva de la conversión por el asombro, es decir, la visión mística de Chesterton sobre el mundo y su impacto en el carácter, el conocimiento y la moral.


 http://www.religionenlibertad.com/contactar.asp?idarticulo=31758

domingo, 6 de octubre de 2013

El «ángel del Bronx» era capellán de la temida prisión de Rikers Island y allí obró el milagro

El padre Pierre Raphael se ha convertido durante su vida sacerdotal en el apóstol de los presos y marginados. Al igual que Abraham, dejó su tierra y su casa en su Francia natal para embarcarse en la aventura que Dios le tenía preparada. Esta tierra prometida no era otra que Nueva York, una ciudad donde ha podido vivir hasta el extremo su vocación sacerdotal.
 
Pero su misión no desempeñó cerca de los grandes símbolos de la gran manzana sino en lo oculto, lo escondido para el mundo.  Hace ya 43 años que llegó a Nueva York y en el populoso barrio del Bronx es toda una institución, conocido como el “ángel bueno” de los condenados. Y es que durante más de quince años fue el capellán de la mayor cárcel de Estados Unidos, la temible prisión-isla de Rikers Island, que alberga a más de 20.000 presos, de los más peligrosos.
 
Su extraordinaria obra no se centra en esta cárcel, en la que muchos presos han encontrado la paz y la conversión, sino que tras su experiencia como capellán creó la Casa de Abraham, un lugar situado en el Bronx destinada a la rehabilitación domiciliaria de los presos. Una auténtica comunidad donde también convivían las familias. Ha sido un éxito tan extraordinario que las autoridades estadounidenses están más que sorprendidas.
 
Dejó su tierra en Francia para un largo viaje 
 
El Padre Pierre nació en 1930 y fue ordenado en la Misión de Francia en 1961. Buscando una vida más contemplativa  en 1968 salió de la Misión de Francia y entró en el noviciado  de los Pequeños Hermanos de Foucauld. Inmensamente feliz e impresionado por su vida de oración en el desierto, el padre Pierre fue llamado a otro desierto, a un “desierto humano” en Nueva York. Hacía falta allí un sacerdote y en 1970 partió para Estados Unidos.
 
Allí pasó años intentando que fructificaran algunas iniciativas.  Pero no lo conseguía. Él se agarraba a la vida de oración. Hasta que llegó el momento que cambió su vida. Se produjo en la víspera de Navidad de 1978. 

Su llegada a Rikers Island 
 
“Una noche recibí una llamada de teléfono. Era un amigo mío, un sacerdote jesuita que era capellán en Rikers Island. ‘Tengo que salir de Nueva York e ir a Washington y no puedo encontrar a alguien que me reemplace en la cárcel. ¿Podrías ir a Rikers a decir misa el domingo?’”.  Así comenzó la historia de una gran obra.
 
 “Nunca había estado en una cárcel  pero estaba dispuesto a todo. La oración es una buena medicina”, recuerda el padre Pierre. De este modo, celebró la Eucaristía ante cincuenta internos. “Me llamó la atención su gran esperanza. Paradójicamente, es más fácil predicar el Evangelio en la prisión que en la catedral de San Patricio. Supe inmediato que estaba en mi casa. Estaba en este lugar para dar mi vida”.
 
Pocos meses después, este sacerdote era ya el capellán de esta gigantesca cárcel con la ayuda de dos hermanitas del Evangelio. Su misión era ardua y complicada pero los frutos fueron llegando.
 
El Señor le había ido preparando para esta misión. Cuenta este sacerdote que “justo antes  de llegar a Rikers Island había pasado tres años como asistente médico en un centro de desintoxicación para alcohólicos” en Bowery, uno de los barrios más deprimidos de Nueva York. “Estaba allí sin saber que me estaba preparando  con total naturalidad para lo que me iba a encontrar todos los días en Rikers. Descubrí que toda mi vida sacerdotal iba a estar totalmente dedicada a la aventura en Rikers”.

Su gran misión en la prisión 
 
En una cárcel que es conocida como el infierno, la labor del capellán es más que necesaria. “Nada más llegar el preso recibe un número. En todo momento debe estar preparado para dar su número. El valor de la Iglesia consiste en decirle que no es un número, que cada uno de nosotros es llamado por su nombre”, afirma el padre Pierre Raphael en su libro sobre su experiencia en esta cárcel.
 
“Mi trabajo como capellán era ante todo hacer un servicio sacerdotal, se trataba de un trabajo en profundidad”. Afirma que incluso los mejores médicos a veces no pueden conseguir la curación de una persona. “Yo como sacerdote estoy a otro nivel, en busca de una sensibilidad diferente", cuenta en su relato en el que además añade que "el contacto personal y los periodos prolongados de escucha llenaban muchas de mis horas en Rikers. Siempre he creído, aceptado y amado el hecho de que uno de los dones del sacerdote es la de escuchar los secretos del corazón, aceptar y entender. Es la manera de entrar, en el nombre de Jesús en el movimiento sin precedentes del perdón, del magnífico perdón".

Los grandes sufrimientos en prisión
 
Este sacerdote vio mucho en prisión, grandes dramas y sufrimientos. "He visto un montón de lágrimas en prisión, un hombre que mató a otro hombre, uno que violó a su hija. Para ellos, el capellán es una especie de salida de emergencia". Comentaba que leyendo la Biblia con los presos, éstos reciben la vida y ven una palabra viva. Con esta frase de San Pablo: "mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu", los encarcelados de Rikers lo veían claro pues, decían, "podemos ser presos pero esta palabra es para nosotros".
 
Y ciertamente esa palabra iba calando en algunos de estos presos, que iban verdaderamente cambiando su vida. De este modo, fue madurando una idea que poco a poco fue cogiendo forma. En la Navidad de 1989 mientras celebraba la misa para más de 250 presos le surgió la idea de crear un centro de rehabilitación. "La prisión te aísla, yo quería tratar de reunir".


La Casa de Abraham
 
Este era el germen de una realidad que emergió en 1993. Era la Casa de Abraham. Junto a tres monjas francesas y belgas, el padre Pierre fundaba esta casa en un edificio en desuso de la Diócesis de Nueva York en el barrio del Bronx.
 
“El impacto de la salida de prisión es más duro que el de entrada. El expreso no es aceptado por la sociedad. No encuentra trabajo. Sus lazos familiares son tensos, rotos o inexistentes. Teme al exterior, sobre todo si ha pasado más tiempo dentro de la cárcel que fuera”, afirma para recordar “el síndrome de la puerta giratoria”. Según se van de la cárcel poco después vuelven.

El milagro que sorprende a las autoridades 
 
Esta casa pretende, y así lo ha acreditado, romper el ciclo de la delincuencia. Sanarle por fuera y por dentro. Dar a estos presidiarios una esperanza en la vida, que vaya más allá de la delincuencia.
 
Veinte años después el padre Raphael es toda una institución en el Bronx tras ayudar a reinsertarse a cientos de personas por las que nadie se preocupaba. “Queremos transformar a delincuentes de poca monta en ciudadanos responsables. La religión, obviamente, juega un papel importante en esta rehabilitación. Si quieres salir, tienes que creer en algo, no puedes hacerlo solo. La espiritualidad les da una razón para reintegrarse, para no rendirse”.
 
La clave es crear el centro Abraham como una familia. Allí conviven presos y sus familias. Oran, preparan talleres e incluso los niños acuden a clase. El milagro es que mientras en el estado de Nueva York, un 70% de lo presos que sale de la cárcel vuelve a recaer, el porcentaje cae estrepitosamente en los que han pasado por la Casa de Abraham. Este sacerdote francés ha conseguido todo un milagro.

"La fe es la única respuesta" 
 
No es raro que los expresos vuelvan a nosotros para acompañarnos en la misa del domingo, y nos dicen que sin la fe, sin la ayuda de la Casa de Abraham, no podrían haber salido de esta espiral”.
 
Tras décadas dedicadas en las periferias existenciales, como dice el Papa Francisco, la fuerza para el combate la ha encontrado en todo momento en la oración. “Sin ella, estaría momificado. La fe  es la única respuesta a la inmensidad de los problemas que tengo”.