domingo, 29 de septiembre de 2013

De cultivador de marihuana a predicador católico: la asombrosa sanación de Peter Lipták


Peter Liptak nació en una buena familia católica y tradicional en Eslovaquia, pero en su juventud él sólo veía la religión como una serie de normas morales, y se rebeló contra “esas normas de mis padres”.

“Yo era fan de grupos pop satánicos. También quedaba con amigos con los que bebíamos mucho, y mezclábamos alcohol con pastillas. Me interesaba la filosofía del anarquismo. Y empecé a fumar marihuana, y después a cultivarla”.


 Pablo J. Ginés/ReL



Probando con más drogas: adicción
 
A los 19 años empezó con la heroína, aunque sólo la fumaba, no se atrevía a inyectarla. Después probó la pervitina y el LSD. Cuando un tiempo después recibió atención médica le diagnosticaron un nivel F19, que significa “adicción a los narcóticos y psicotrópicos”. “Lo que yo quería era salir de la realidad mala y gris”, explica.

En 1997, con 23 años, tuvo su minuto de gloria en los telenoticiarios, cuando la policía le detuvo con 2 kilos de marihuana y entró en su cabaña de campo donde estaban sus plantas y producía otros 8 kilos.

Fue un momento especialmente bajo para él. En cuanto pudo, tomó una dosis enorme de alcohol y pervitina y trato de suicidarse, buscando electrocutarse en una caja de voltaje. Pero sobrevivió.

“Hoy pienso que sobreviví porque Dios me protegía, pero entonces pensé que ni siquiera la muerte me quería”, recuerda.

En vez de cárcel, le tocó asistir a 3 meses de terapia antinarcóticos y un par de estancias psiquiátricas. Hizo propósito de cambiar de vida… y no duró nada: a los cinco días de volver a su entorno se reenganchó a la droga. No podía vivir sin ella.

Un encuentro de oración carismático

 
Unos meses después, ya en 1998, le invitaron a un encuentro de evangelización llamado “Fuego”, de la comunidad católica carismática Maranatha (www.maranathapo.sk), en Présov.

Cuando entré en el lugar, inmediatamente sentí la presencia de Dios. Y durante la alabanza, era incluso más fuerte. Sentí que aquello era el paraíso, no el que tenía en las drogas”, recuerda.

En cierto momento, dejó que otras personas rezaran por él, acompañándose del gesto de imponer las manos, una forma de presentar a Dios a la persona por la que se intercede.

“En ese momento, entendí que Jesús estaba allí, ante mí. No era una alucinación. Tampoco algo que se podía percibir con los sentidos físicos. Entendí su presencia mediante mi espíritu, en mi corazón, llamadlo como queráis, pero mi percepción de Dios era más realista para mí que cualquier cosa que hubiera llamado real hasta ese momento”.

“Empecé a llorar bajo el poder de Su Amor”, recuerda. “Yo me mantenía de pie, en la verdad de mi pura indignidad, y al mismo tiempo sentía Su enorme amor. Sentí que todo el mal de mi vida se fundía, se deshacía. Dije en mi corazón: Jesús, te quiero. Quiero ser tuyo. Por favor, cámbiame”.

Un cambio milagroso y constatable

 
Dios le cambió, de una forma drástica y comprobable: desapareció de golpe toda su adicción al alcohol, a las drogas e incluso al tabaco. Peter lo define como “curado sobrenaturalmente”.

“Al marchar del encuentro, tiré mi paquete con cigarrillos. No tuve que hacer ningún compromiso, ni forzarme a mí mismo. De repente, tenía la sensación de no haber fumado nunca, de no haberme drogado nunca. Era una persona nueva”.

Incluso asegura que en ese momento quedó “liberado” también de la fornicación y de adicciones sexuales y que “gracias a Dios nunca he vuelto a estos pecados”.

Peter no quiere presumir de nada suyo, y al dar su testimonio se remite a las palabras de San Pablo (Gal 6,14) que sólo se gloriaba de la Cruz de Cristo. Pero insiste en que “los psiquiatras dicen a los drogadictos que sólo se curarán completamente cuando les entierren. Lo admito, es cierto, pero es que en mí se confirma la Palabra de Dios que dice ‘con Él somos enterrados para que así como Cristo resucitó de entre los muertos, también nosotros tengamos nueva vida (Rom 6,4).”

De adicto a predicador, en una semana

 
Peter empezó a atender los encuentros de Maranatha. Apenas una semana después de su curación y conversión, le pidieron que diera su testimonio ante unas 100 personas. Y después le llamaron de colegios, parroquias, grupos de confirmación, de Radio Lumen… (en la foto, un ejemplo de retiro de jóvenes con Maranatha).



Enseguida, la Hermana Helena, religiosa de las Hermanas Enseñantes de San Francisco de Asís, y responsable de la comunidad Maranatha, vio que Peter tenía no sólo un testimonio hermoso sino dones de predicación.

“Así que unos 3 años después de mi sanación me matriculé para estudiar teología católica y me gradué en 2006”, explica Peter.

El legado de una jeringuilla

 
Pero se dio un momento muy duro en esa época. Cuando llevaba 4 años de vida cristiana los médicos descubrieron en su sangre el virus de la Hepatitis C. Era una herencia de su pasado y de una jeringa contaminada. Peter se enfadó con Dios: “¿por qué me presentas esa factura después de 4 años, por qué no me curaste esto?”

El tratamiento era duro: unas píldoras que le causaban depresión y ponían su temperatura corporal a 38 grados de forma continuada. Llegó un momento en que se dejó caer en la cama, muy deprimido, y sintió algo que nunca había sentido, ni en su época de drogadicto, “y no podía haber nada peor”.

Una experiencia oscura

 
“Era como si en un segundo todos mis seres queridos hubiesen muerto, y no hubiese nada por lo que vivir. Tuve la sensación de que Dios se había perdido, como si no existiese. Pero si era claro que vivir no tenía sentido, también lo era que imaginar que no fuese a vivir, también lo era. Y así estuve una hora, o lo que pareció mucho rato. Pero en ese vacío, me llegó a la mente un argumento filosófico de Santo Tomás de Aquino: hay una razón para cada movimiento, que está causado por otro ente que se mueve, y al final debemos admitir que hay un primer motor, perfecto, que siempre ha existido: que es Dios”.

A su mente vino un segundo pensamiento: el versículo de Romanos 1,20: “desde la creación del mundo, la existencia invisible de Dios y su poder eterno han sido vistos con claridad en la mente y entendimiento de las cosas creadas”.

Y un tercer pensamiento, el más claro y fuerte: “Yo sé que mi Defensor está vivo” (Job 19,25).

“Y de nuevo volví a estar envuelto en la hermosa presencia de Dios, como el sol sale de las nubes oscuras”, explica Peter, que se vio reforzado en la fe por esta experiencia. Al cabo de un año, además, el tratamiento surgió efecto y quedó curado.

Casado, con hobby, evangelizador

 
En 2012 se casó con Verónica, una chica que conoció en un encuentro de evangelización y le ayuda en su tarea como predicador y evangelizador en la comunidad Maranatha.

Por su testimonio especialmente impactante para los jóvenes, tentados por la soledad, la droga y la rebeldía, Peter suele detallar a los chicos que “Jesús no nos quita los hobbies que están bien”. En su caso, por ejemplo, le gusta ir en moto, “mi único hobby normal de los viejos tiempos”. En su moto tiene inscrita una frase bíblica: “quien crea en mi, aunque muera, vivirá” (Juan 11,25). Dice que mucha gente que encuentra, al ver la frase le pregunta sobre ella: es una oportunidad para contar su experiencia de Dios.

Y anima “a quien no lo haya hecho aún” a que pruebe con una breve oración y diga: “Señor Jesús, gracias por morir por mí en la Cruz, y por resucitar para darme vida eterna; pongo mi vida en tus manos; condúceme en la vida, y después, hacia ti en el cielo. Amén”.

“Creo que quien escribió hace 3.000 años lo de ‘tengo sed de Dios, del Dios vivo’, no era un fanático, sino que simplemente recogía el clamor de cada alma humana”, concluye Peter.

sábado, 21 de septiembre de 2013

La Virgen se apareció ¡y un monje le hizo una foto!: lo ha aprobado ahora la Iglesia Ortodoxa Rusa

La historia es compleja, pero muy oficial: un monje hizo una foto a la cola de hombres que recogían comida en un monasterio de la península del Monte Athos, en Grecia. Cuando revelaron la foto, apareció lo que parecía ser una figura femenina.

Puesto que la entrada a las mujeres estaba (y está) prohibida en toda la península, llena de monasterios exclusivamente masculinos, y ya que nadie había visto a esa mujer -ni ninguna otra- entre los pobres, se dedujo que era la Virgen María. Y así lo ha reconocido ahora la Iglesia Ortodoxa Rusa.

Tenemos la foto, el autor, el momento y el lugar de los hechos.

Sucedió el 3 de septiembre de 1903. Aunque para los monjes del Monte Athos, entonces como hoy, esa no es la fecha que usan, porque no emplean el calendario gregoriano (por ser de origen católico, instituido por el Papa Gregorio). Según su viejo calendario juliano (pagano, lo instituyó Julio César) la fecha era -y es- el 21 de agosto.

El lugar es la Puerta Grande del monasterio de San Pantaleón, que entonces -como hoy- es un monasterio de monjes ortodoxos rusos en la península griega del Monte Athos. Hoy, en ese lugar, una placa recoge la escena (como vemos en la foto bajo estas líneas).



El autor era el hermano Gabriel, monje del monasterio. El momento era el del reparto de limosna para monjes mendicantes y otros necesitados, más mundanos, que se hacía una vez por semana. Lo que se repartía era comida: tortas de pan “cherek”, pan horneado y bendecido en el monasterio.

Ni el hermano Gabriel, el fotógrafo, ni los otros monjes de la foto, ni nadie que aparezca en la escena, vio a esa mujer ni esa figura. Apareció sólo en la fotografía, al revelarla. Allí está, la figura más a la izquierda, de pie, junto al monje sentado. O, al menos, parece una mujer. Pero ¿cómo podía ser una mujer, si las mujeres tienen vetada la entrada a toda la península?

He aquí la fotografía de 1903.




Los monjes recordaron entonces las palabras del hermano Sebastián. Según él, los porteros habían comentado que un eremita varias veces había visto a una mujer a la hora de repartir los panes cherek.

Algunos de los monjes itinerantes, se decía, también habían visto a la Santa Virgen en vivo entre los pobres y peregrinos. Sin embargo, en el mismo día de tomarse la foto nadie la vio.

Y era un día especial, porque el reparto de comida estaba a punto de prohibirse, o al menos, de limitarse seriamente.

El contexto en los archivos
Se sabe por los archivos del monasterio que desde finales del siglo XIX hasta principios del XX se realizaba este reparto semanal de comida. El monasterio tenía comunidades externas en dos puertos del sur de Rusia, Taganrog y Odessa, desde donde enviaban al embarcadero de Monte Athos barcos cargados de alimentos.

En esa época el Monasterio de San Pantaleón ¡contaba con 3.000 monjes residentes!, y además había otros 4.000 ermitaños y monjes rusos repartidos en pequeñas ermitas y celdas de la península monástica griega.

El Monasterio una vez a la semana hacía un reparto de estas tortas de pan "cherek" junto a la Puerta Grande, y acudían entre 600 y 800 personas: peregrinos piadosos, monjes itinerantes, hombres espirituales que estaban por allí, confiando en la Providencia... y también aprovechados o gandules.

Una caridad ¿"inútil y dañina"?
Pocos días antes de la foto, el 14 de agosto (fecha juliana), el gobierno monástico de Monte Athos, el Kinot, integrado sobre todo por griegos, comunicó al monasterio ruso que ese reparto de comida era "inútil y dañino".

En una carta, el Kinot decía a los rusos: “La limosna repartida evangélicamente sólo puede ser agradable a Dios si se destina a las personas dignas de ayuda y que la necesiten. Dada a la gente que indignamente representan a los solicitantes de la limosna y que sólo cuentan con esta atención y sólo por ella residen aquí, esta misma limosna se convierte en causa del daño”.

Los rusos decidieron acatar las instrucciones y efectuar un último reparto el 21 de agosto, al cumplirse una semana de recibir la misiva, y leerla a los mendicantes.
Fue el momento en que el hermano Gabriel hizo la foto.

Al ver la imagen femenina, allí, en la cola, quizá recibiendo un pan, entendieron que la Virgen quería insistir en la necesidad de ser generosos con los pobres. El monasterio ruso se reorganizó para repartir más y mejor la comida entre los mendicantes.

La Virgen es la Abadesa del monte Athos
La idea de que la Virgen estuviese por el Monasterio no sonó extraña a los monjes porque entroncaba con una devoción muy antigua, que cuenta con iconos notables: la de "Santa María Virgen Abadesa del Monte Athos".

Según la tradición, en el siglo X (antes de la ruptura entre católicos y ortodoxos) el santo monje Atanasio decidió abandonar su monasterio porque allí se pasaba mucha hambre. Muchos ya se habían ido. Por el camino, Atanasio encontró una mujer que le preguntó a dónde se dirigía. El monje estaba asombrado: ¿cómo podía estar allí una mujer, si la península les estaba vedada?

La mujer reprochó a Atanasio que intentase irse. “¿Dónde está tu fe? Regresa, te voy a ayudar”, prometió ella.

- ¿Quién eres tú? -preguntó el monje.

- Soy aquella a cuyo nombre dedicas tu monasterio. Soy la Madre de tu Señor. Y desde ahora y para siempre seré la ecónoma y administradora de tu monasterio.

Para confirmar la certeza de sus palabras, ordenó al monje golpear con su báculo una roca a la orilla del camino, y de entre las piedras salió un manantial, y cuando el monje, atónito, volvió a su monasterio, lo encontró con las despensas llenas de trigo.



Desde entonces, en el Monte Athos no hay cargo de ecónomo, sólo su ayudante: se considera que la Ecónoma es la Madre de Dios. Y durante mil años, si un monje ha creído ver una mujer en la península monástica, ha sospechado que se trata de ella.

En los iconos aparece vestida de monje o abad, incluso con báculo, flotando sobre la península montañosa.

Una foto para los que hacen colas
La fotografía de 1903 no circuló mucho en un principio, y en cualquier caso era un regalo para los monjes rusos, no para los griegos. Luego llegó la tiranía soviética y la persecución de todo lo religioso, y escaseaban las ayudas para San Pantaleón, que se arruinó.

A finales de los 80, cuando empezó la reconstrucción del monasterio, se imprimieron muchas copias de la fotografía y se repartían por una Rusia que estaba a punto de dejar de ser soviética con una breve descripción de los hechos.

Muchos rusos, que pasaban gran parte del día haciendo cola para conseguir algo de pan, podían sentir que la mismísima Madre de Dios compartía esta experiencia.

La Virgen "photo-graphia"
En 2003, al cumplirse un siglo, el monasterio estableció una fiesta propia: la fiesta del "Icono Dibujado por la Luz" (en griego, eso significa "photo-graphia", dibujo con luz... pero ellos lo llamaban en ruso). Se pintó un icono basado en la foto con finalidades litúrgicas (bajo estas líneas). A base de materiales de archivo y memorias orales, fue restablecido el orden de los hechos históricos.



En 2011 en el lugar de la aparición de la Madre de Dios se construyó una capilla conmemorativa en la que se arregló un manantial para celebrar ritos de bendición de agua. Empezaron a circular testimonios de sanación y gracias a partir del uso de ese agua bendita. También se consagró una capilla dedicada al nuevo icono de Dibujado por la Luz. Un par de ciudades rusas empezaron a colocaer placas conmemorativas del hecho en sus iglesias.

Aprobación de la Ortodoxia Rusa
El 27 de julio de 2013, en la reunión ordinaria del Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el monasterio de las Cuevas de Kiev, se tomó la decisión (diario de sesiones, número 97) de incluir en las celebraciones oficiales de la Iglesia Ortodoxa Rusa la festividad en memoria de la aparición de la imagen Dibujada por la Luz de la santa Madre de Dios en el Monte Athos en 1903. Es lo más parecido a una aprobación oficial de una aparición en esta iglesia.

No queda claro cual es el status de esta imagen y supuesta aparición entre los otros ortodoxos, sobre todo entre los griegos, ya que parecería que la Madre de Dios quería regañar a las autoridades monásticas de la Iglesia Griega, en beneficio de las rusas.

Lo que sí queda para la Iglesia universal es el icono de la Abadesa del Monte Athos, previo a la separación entre católicos y ortodoxos, que ha dado origen a distintas representaciones que publicamos bajo estas líneas.














P. J. Ginés / T. Fedótova / ReL

sábado, 14 de septiembre de 2013

Su maestro de reiki la sometió sexual y psicológicamente: «Tienes un ente dentro», le dijo

El sacerdote barcelonés Enrique Cases, químico y doctor en Teología canónica, ha publicado en la lista de distribución de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas (www.fiamc.org) el testimonio de una mujer atrapada en el reiki hasta un nivel en que dependía -incluso sexualmente- de su "maestro", gastaba grandes cantidades de dinero y era maltratada psicológicamente.

"Él mismo me dejó caer que yo tenía un ente dentro y recuerdo cómo le suplicaba yo a Dios, entre lágrimas, que me ayudara, sintiéndome totalmente desvalida y lejos de mi familia", afirma la mujer en su testimonio. El padre Cases nos ha hecho llegar a ReL una versión más completa del testimonio espiritual de esta mujer, una española identificada sólo como N.N. Esta es su historia.

Sin apenas formación cristiana

 
»Siempre fui una chica inquieta, en busca de un sentido trascendente a mi vida. Mis padres me bautizaron a los siete días de nacer, pero nunca más pisé una Iglesia hasta mi Primera Comunión, a excepción de algunos bautizos y comuniones. Una vez hecha la Primera Comunión, aunque yo era una niña muy sensible, buena y obediente, no volví a la Iglesia, no porque me opusiera, sino porque no fui educada cristianamente y eso que mis padres eran personas muy buenas y tenían su fe…Y sólo acudía, de nuevo, cuando era invitada a alguna boda o bautizo.

Preguntas trascendentes, y vacío

 
»Siendo ya una adolescente, no paraba de formularme preguntas trascendentales…y recuerdo quedarme a menudo ensimismada mirando al cielo admirando su grandeza y buscando una respuesta del ser que me creó. Los años pasaban y aunque viví algunos momentos bonitos, la verdad es que prácticamente todo el tiempo vivía en un gran sufrimiento…Todo a mi alrededor parecía ir mal: mi familia, mi relación con el novio de entonces, mi trabajo. Me sentía muy sola y no sabía cómo escapar de todo eso…Bueno, sí, se me pasó muchas veces por la cabeza quitarme la vida porque me encontraba en un callejón sin salida; o al menos eso es lo que yo sentía entonces. Vivía sin Dios, me encontraba totalmente perdida y con conductas agresivas por doquier.

Buscando en el tarot y el ocultismo

 
»Como mi vida era tan vacía y penosa, empecé a coquetear con el Tarot porque pensaba que no era malo e incluso, ilusa de mí, pensaba que quien podía interpretarlo era porque tenía un don de Dios. Y me gustaba consultarlo porque esperaba obtener una respuesta positiva a mi desgraciada vida, esperaba que me anunciara un cambio en mi vida para mejor. Tenía una baraja propia, a veces consultaba a alguna tarotista…Me empezaron a gustar diversas prácticas de ocultismo: numerología, quiromancia, libros de brujitas (la llamada magia blanca, que de blanca no tiene nada) y cosas por el estilo, aunque gracias a Dios nunca profundicé, fue algo meramente superficial.

"El secreto", entrada a la Nueva Era

 
»Y esto, junto con otras válvulas de escape que fui encontrando, hicieron que cada vez me perdiera más…Y un buen día, un amigo que tengo en Suecia, me hizo llegar por correo un DVD y me dijo que era una sorpresa. Se titulaba “The Secret” (El Secreto). Corría el año 2007 por entonces y este documental, del que se hizo la versión literaria, todavía no se había publicado en España, pero desde el primer momento que lo vi algo hizo “click” en mi interior y comencé a buscar y buscar más videos o libros relacionados con el tema. Para los que no lo conozcan, “El Secreto” trata de los deseos que tenemos, las peticiones para nuestra vida. Podemos pedirlas al Universo y éste, en el momento oportuno, nos las concede. Este es un libro muy conocido en Nueva Era. En fin, fui adentrándome más y más en estos temas y cuando tenía un momento libre lo dedicaba a ver videos o a leer algún libro relacionado con el tema.

»Fui conociendo el budismo, el hinduismo, empecé a creer en la reencarnación, leía libros en los que se narraba cómo la gente estaba acompañada por sus guías espirituales y las experiencias que tenían… Me empezó a interesar la meditación, algo leí sobre yoga, me apunté a un curso de quiromasaje, empecé a interesarme también por las Flores de Bach, las piedras…etc. Mi inquietud espiritual era cada vez mayor. Había encontrado, por fin, algo que me conectara con ese ser superior y poder salir de este mundo tan material, lleno de dolor y amargura y tan falto de esperanza.

Un curso de Reiki

 
»Un buen día decidí apuntarme a un curso de Reiki que ofrecían en la escuela en la que estudié quiromasaje. Se dividía en varios niveles, cuatro para ser exactos (3 niveles y Maestría). Para los que no conozcan el Reiki, lo venden como una energía llamada universal, una energía de amor que se canaliza a través de la persona iniciada y que le da un poder para sanar a los demás.

"Muy bonito", "buen rollo"

 
»Hice el primer nivel y, la verdad, fue muy bonito. Me sentía tan relajada y tan bien, y además había tan "buen rollo" entre los compañeros de ese curso de fin de semana. Eso sí, mi dinerito me costó. No lo recuerdo muy bien ahora, pero creo que estaba alrededor de los 100 euros. No me pasó nada en especial después, pero sí recuerdo haber tenido algún sueño bastante raro que me dio hasta miedo.

»Al cabo de un mes hice el 2º nivel. Y en este no noté nada especial. Eso sí, otros 150 euros, por lo menos. Pero como parecía todo tan bonito

»Sin embargo, fueron transcurriendo los meses y yo me sentía cada vez más triste y no sabía por qué. Lo achaqué a que podía estar pasando otro período de depresión, porque ya había tenido otros en mi vida, pero en ese momento la verdad es que las cosas me iban bien. Yo estaba cada vez más triste y ya no me llenaba nada. Tenía ilusiones, pero las veía inalcanzables.

»Y pasaron un par de años en los que seguí leyendo libros y no había tocado el Reiki casi para nada. Hasta que me llegó un email de la escuela donde hice los cursos, anunciando que hacían el tercer nivel. Lo dudé y lo pensé bastante pero al final me decidí a hacerlo. Esta vez el curso costaba unos 200 euros, pero me daba igual, porque yo quería seguir adelante con ello.

Tercer nivel de Reiki: empieza el infierno

 
»El día antes de mi iniciación empecé a sentir mucha ansiedad y estuve a punto de no ir, pero me pudieron más las ganas de hacerlo y al final me presenté en la escuela. El curso acabó muy bien, me sentí relajada y contenta. Pero lo que no sabía era la pesadilla que iba a vivir al cabo de 2 días. Ahí empezó a abrirse la puerta del Infierno para mí.

»Empecé a sentir de repente un miedo horroroso porque sentía que había hecho algo que no tocaba y que ya no tenía vuelta atrás y el miedo empezó a apoderarse cada vez más de mí. Desesperada intentaba localizar a la maestra,pero no lo conseguía y una vez que di con ella lo único que me dijo fue: “Tómate el rescate de las Flores de Bach cada hora y deja el miedo”. Y ya está. Yo cada vez me sentía peor, y pasada una semana, llena de angustia y terror, notaba una presión dentro de mi cabeza que me hacía pensar que podría darme una embolia o algo así.

»Empecé a preguntar a mis amigos si conocían a algún maestro de Reiki porque yo pensaba que me habían hecho mal la iniciación o algo así. Finalmente di con una persona a través de un conocido, que era maestro de Reiki y como estaba desesperada me agarré a un clavo ardiendo y fui a su consulta.

"Mi cuerpo empezó a convulsionar"

 
»Desde el primer momento en que esta persona me puso la mano encima mi cuerpo empezó a convulsionar, cosa que no me había sucedido jamás, y así estuve en su consulta por lo menos un par de horas. Al final, pareció que todo se calmó y me fui para casa.

»Tenía convulsiones bastante fuertes durante todo el día, mi cuerpo parecía un molinillo y sentía dentro como si tuviera millones de hormigas y algo que me quemaba… Llamaba desesperada y finalmente en otra visita a su consulta todo se calmó bastante y me quedé mejor.



»Los meses transcurrían y yo me seguía notando rara pero aproveché para hacer con este hombre "crecimiento personal", ya que quería poder sanar y superar muchas cosas de mi vida. Y me hacía tests de kinesiología (son como unos test musculares que te dan respuestas sobre lo que está queriendo o pidiendo tu ser interior), me daba flores de Bach y otras esencias, me hacía alguna sesión de quiropráctica y, por supuesto, Reiki, para revivir mis heridas y poder sanarlas.

"Cada sesión era una tortura"

 
»Se producían como unos “desbloqueos” y era tremebundo lo que yo podía llegar a sufrir porque convulsionaba, gritaba con una fuerza descomunal que no podía parar y que sentía más fuerte que yo misma… y cada sesión se convertía en una auténtica sesión de tortura: literalmente. No daré los detalles de todas las sensaciones que llegué a sentir, pero eran cosas que ahora me doy cuenta que eran“magia”.

»Me decía que eran desbloqueos emocionales, pero lo que yo no sabía entonces era que estaba viviendo una posesión diabólica. Más de una vez sentí como si dentro de mi ser hubiera alguien más, como si me desdoblara, como si fuéramos dos…

»A veces notaba como si una mano me estuviese estrujando el corazón en su puño y notaba también como si me retorcieran los huesos como un alambre. Y todos estos padecimientos no los sufría sólo en las sesiones, sino que eran continuos durante todo el día. Cada vez estaba más demacrada y mi familia y mi entorno empezaron a preocuparse mucho porque, aunque yo no contaba nada, sabían que algo malo me estaba pasando.

Deseo sexual contra su voluntad

 
»Para colmo, al mismo tiempo, empecé a sentir que en muchas ocasiones se me despertaba el deseo sexual y noté cómo se estaba produciendo un acercamiento de esta persona [el maestro de Reiki] hacia mí en este aspecto, aunque él esperaba a ver cómo reaccionaba yo. Era una persona bastante más mayor y a mí no me gustaba nada, pero no sabría explicar cómo ocurrieron las cosas y aunque intenté evitarlo por todos los medios, acabé teniendo relaciones sexuales con él.

A solas me preguntaba por qué estaba ocurriendo todo esto, porque yo no quería que sucediera, pero algo me impulsaba a hacerlo y no entendía nada. Es algo que no me había sucedido jamás, era superior a mis fuerzas. Y todo esto fue en aumento hasta que en unas pocas semanas yo ya no podía vivir sin él.

Dominada por el maestro Reiki

 
»Las cosas fueron cada vez peor y yo vivía en un sufrimiento atroz, tanto físico como mental y emocional. Él mantenía una posición de dominio y me maltrataba psicológicamente. Además, el dinero que me estaba gastando con este hombre estaba ascendiendo a miles de euros porque las sesiones eran maratonianas.

»Y llegó un momento en que el trato fue tan inhumano que siempre quedará grabada en mi memoria una escena en la que él mismo me dejó caer que yo tenía un ente dentro y recuerdo cómo le suplicaba yo a Dios, entre lágrimas, que me ayudara, sintiéndome totalmente desvalida y lejos de mi familia, mientras él, a mi lado, con una mirada llena de odio, no paraba de gritarme. ¿Por qué no abandoné todo este calvario? Porque yo ya no era capaz por mí misma, algo había más fuerte que yo…

Lo que yo no supe hasta que terminó todo esto es que había estado en manos de un brujo, de alguien satánico que utilizaba todo tipo de invocaciones, y a saber qué trabajos, para conseguir todo lo que quisiera de mí.

»Gracias a la contundencia que mostré un buen día, esta persecución cesó. A partir de aquí comenzó todo un periplo de ir conociendo a más gente que estaba metida en Nueva Era y que pensaba que podían ayudarme. Pensaba, entonces todavía, que había topado con un ser perverso pero no acababa de darme cuenta del mal que había en sí en todo este movimiento.



De brujo en brujo

 
»Así que todavía acudí a otras personas que hacían reiki, osteopatía, exorcismos con ayuda del reiki y y la angeología, y bla, bla, bla…Hasta un brujo, que no me presentaron como tal sino como “alguien que estaba muy en la luz”, me llegó a hacer un “trabajito” de liberación, y yo caí porque me lo vendieron como bueno, tan desesperada estaba yo, porque en todos esos meses mis síntomas siguieron siendo más horribles, si cabe.

Llegó a la Iglesia

 
»Y por fin quiso Dios que me diera cuenta de que acudiera a la Iglesia católica para ponerme en manos de un exorcista. Y aunque el principio fue un poco titubeante, poco a poco fui adentrándome en ella. Empecé a conocer gente que me ayudó mucho. Además del exorcista oficial de la diócesis, quien me hacía, y aún me hace, exorcismos regularmente, fui conociendo a varios sacerdotes que me ayudaron, y aún siguen haciéndolo, realizando oraciones de liberación, además de brindarme un soporte emocional importante para poder ir asimilando toda esta historia, y formación en la doctrina y en la Palabra de Dios, de las que era totalmente ignorante.

»Y también me ayudó mucho el soporte emocional que me dio una religiosa que conocí casi al principio. Sin ella todo habría sido mucho más duro.

»Al mismo tiempo, comencé una vida intensa de oración y sacramentos, de misa diaria y Adoración al Santísimo Sacramento, de peregrinaciones a santuarios marianos…Y la Virgen María y Jesús no me han dejado ni un instante y me han conducido y aún me conducen allá adonde pueda curarme. Desde entonces libro una batalla diaria contra el Maligno, pero también recibo muchas gracias y consuelos de Dios y las experiencias que he tenido con ellos y, sobre todo, con Jesús, han sido absolutamente maravillosas. Ahora sí siento que he encontrado el camino, ahora sé que he encontrado la verdad.

Aviso a incautos

 
»Doy inmensas gracias a Dios por mi fe y ahora quiero y debo advertir a todos de los peligros de todas estas técnicas que están incluidas en el movimiento Nueva Era, especialmente del reiki. En este mundo hay mucha gente con buena intención, los pobres incautos, como lo fui yo, pero también está lleno de brujos y personas que practican el satanismo, son discípulos del mal y que pueden hacer muchísimo daño y se corre un gran peligro.

»Por eso quiero poner en conocimiento de todos de qué manera uno acaba siendo atrapado por este espejismo, que no es otra cosa que una nueva máscara del mal, pudiendo acabar perdiendo su dinero, su salud, su fe e incluso, su vida, no sólo la terrena sino también la eterna.


 ReL

domingo, 8 de septiembre de 2013

«El Poeta de la Zurda», un legendario futbolista que lleva ahora el Evangelio de casa en casa

Casi todo jugador de fútbol veterano estira su fama lo más posible. Sus opciones son sentarse en un set de televisión o radio como comentarista deportivo, o convertirse en entrenador de algún equipo con cierto protagonismo en la tabla. Pero lo que resulta extraño es verlo caminar por las calles de una provincia con su Biblia en la mano, evangelizando a las familias en sus casas...

Así Zénit encontró días atrás, al ex jugador del fútbol peruano César Cueto en la ciudad de Huancavelica, una provincia capital andina del Perú situada a 440 kilómetros de Lima y a 3.600 metros de altitud que casi permite tocar las nubes.

Los econometristas lo consideran el departamento con mayor pobreza económica del país. Pero no así en fe ni devoción; y César, junto al Camino Neocatecumenal lo saben bien.

¿Quién es este futbolista que llamó nuestra atención? No es otro que un ex seleccionado de la "blanquirroja" de la década de los años setenta y ochenta, que se midió en los campos con el "Pibe Valderrama" y con Maradona.

Esperanza de la hinchada nacional en dos mundiales, César Cueto fue campeón tres años con el Alianza Lima, y en Colombia una vez con el Atlético Nacional y otra con el América de Cali. Y no sólo eso, también fue catalogado en su tiempo por entendidos y aficionados como el "Poeta de la Zurda", por su capacidad casi superdotada de colocar la pelota en los pies de los delanteros, rompiendo incluso algunas leyes de la física...

Un Papa para los futbolistas
 

Como se recordará, en el mes de agosto se jugó un partido de fútbol en honor del papa Francisco en Roma. Lo disputaron las selecciones de Argentina e Italia, con el triunfo de los ´gauchos´ ante la resignación de los azzurri. Pero el Santo Padre, fiel a su estilo, los llamó a todos y antes de que empiece cualquier rivalidad les dijo unas palabras...

Les habló del ejemplo que debe dar el jugador, del modo en que debe manejar su fama, la importancia de la camaradería y de Dios. Ya a los jugadores del equipo de sus amores, el San Lorenzo de Almagro, les había escrito un carta en marzo pasado donde les pedía que piensen en Jesús, que confíen en Él más allá de los campos deportivos, y que vivan una "sana competitividad y respeto mutuo".

"Todos los futbolistas estamos felices con Francisco", nos dijo César. "Así como lo estuvieron los poetas con Juan Pablo II o los músicos con Benedicto XVI, ahora los ojos de los deportistas se han fijado en el Papa, sean creyentes o no". Y entonces vemos en su mirada una doble ilusión: "Tengo a Cristo y tengo un Papa".

Es que a César Cueto, Dios le dio todo. Tuvo fama, dinero, familia y la ovación de estadios llenos. Visitó tres continentes con su selección de fútbol y alzó varias copas como artífice de cada triunfo. No había portada o álbum de figuritas donde no apareciera (aún no habían "memes" ni Twitter que lo encumbraran más). Pero cómo él mismo nos contó..., faltaba algo en su vida: le faltaba su Iglesia.

Dejar todo por Cristo

 
César nos advierte que cuando uno es joven y famoso, piensa que todo va bien, que incluso te lo mereces, y que eso debe vivirse al máximo. Se piensa en el futuro sí, pero para darle cosas materiales a tus hijos y dejarlos bien asegurados: "Vives según tus propias ideas y no según las de Dios".

En medio de tantos aplausos, toques y goles, la familia de nuestro jugador se estaba destruyendo sin darse cuenta, y por lo tanto él mismo. Fue así como a través de un chispazo, semejante a uno de los pases magistrales que él mismo daba hasta el pie del goleador para que anote, alguien del barrio lo invitó a una catequesis del Camino Neocatecumenal en su parroquia. Así empezó el alargue...

"Allí me anunciaron el amor de Dios, descubrí su misericordia, curé heridas y empecé a caminar por muchos años hasta hoy", nos relata con más emoción que cuando recibía los premios como mejor jugador del año.

Hoy tiene otra hinchada, la de su comunidad que lo admira, lo sostiene y lo escucha. Su familia está salvada y estable, lo que le permite ir en busca de nuevos triunfos, de nuevos creyentes que estén dispuestos a escuchar la palabra de Dios e integrarse en una comunidad para iniciar el camino hacia Cristo. Se siente misionero y sale cada vez que lo envían, viaja por semanas y regresa aún con más ilusión.

César no es rico porque renunció a alargar la fama que le daba el fútbol. "Muchos me preguntan por qué no me hice entrenador", y se ríe... Sonrisa cómplice por la respuesta que les da a todos: "Mejor es anunciar a Cristo".

El pitazo final

 
Esperábamos estar ante un futbolista como él, para preguntarle por qué Francisco les pidió a los jugadores que recen para que el Papa "juegue limpio" el partido que le toca...

"Porque en el campo toda competencia debe ser leal, debe ganar el mejor, con respeto al rival, escuchando al otro y sin pelear", nos explicó al mejor estilo de un director técnico (o espiritual). Además, "sin nada de patadas", bromeó.

Y tú, ¿qué trofeo aún esperas ganar?, le dijimos antes de que retome sus visitas por las casas. "A estas alturas del partido..., le pido a Dios que me conceda hacer su voluntad, confiar cada día más en Él y rezar. Quiero trabajar y arriesgar por el Señor, dejar todo, y caminar con mi comunidad, que es lo mejor que me ha sucedido en la vida".

Vale la pena un tiempo suplementario para todos, ¿no?