sábado, 16 de febrero de 2013

¿El rayo de Dios o el humo de Satanás?

Por qué arde el Vaticano: por el rayo de Dios o por el humo de Satanás?
Pronunciar el nombre del Anticristo causa escalofríos a muchos creyentes, que prefieren esconder la cabeza como el avestruz; y en cambio, provoca hilaridad en muchos apóstatas que lo consideran un grotesco personaje para un relato de terror.
Pero leamos lo que, a propósito del Anticristo, escribe san Pablo a los Tesalonicenses:

“Entonces aparecerá el inicuo, a quien el Señor exterminará con el soplo de su boca y destruirá con su venida majestuosa. Aquél, por la acción de Satanás, vendrá con todo poder, y con falsas señales y prodigios, y con todo género de engaños malvados, dirigidos a los que se pierden, puesto que no aceptaron el amor de la verdad para salvarse. Por eso Dios les envía un poder seductor, para que ellos crean en la mentira, de modo que sean condenados todos los que no creyeron en la verdad, sino que pusieron su complacencia en la injusticia”.

No me canso de recomendar un libro publicado a finales del siglo XIX, que nos viene hoy como anillo al dedo: El fin del mundo y los misterios de la vida futura, de Charles Arminjon. “La lectura de esta obra fue una de las mayores gracias de mi vida”, escribió, con razón, Santa Teresa del Niño Jesús.
 
Permítame el lector que haga un breve inciso para extraer dos reveladores párrafos del profeta Zacarías que invitan a la reflexión sobre el futuro de la Iglesia y de sus pastores, recogidos ambos en un pasaje apocalíptico sobre la Jerusalén de los últimos tiempos:
 
“Díjome entonces Yahvé: Toma todavía el hato de un pastor necio. Pues he aquí que yo voy a suscitar en esta tierra un pastor que no hará caso de la oveja perdida, ni buscará a la extraviada, ni curará a la herida, ni cargará con la extenuada, sino que comerá la carne de la cebada, y hasta las uñas les arrancará.
¡Ay del pastor inútil que abandona las ovejas!
¡Espada sea sobre su brazo
y sobre su ojo derecho;
que su brazo se seque del todo,
y del todo se oscurezca su ojo!”.

Y bien, ¿qué hará el Anticristo? El profeta Daniel nos dice que se creerá en el derecho de cambiar los tiempos y las leyes; es decir, de abolir las fiestas y el descanso dominical, de trastocar el orden de los meses y su duración, de borrar del calendario los nombres cristianos sustituyéndolos por el símbolo de los más viles animales. Hará desaparecer la cruz y la Santa Misa de todas las iglesias, reemplazándola por sacrificios abominables. Los púlpitos sagrados serán enmudecidos; la enseñanza será laica y obligatoria. Jesucristo será desterrado de los altares y de las cabeceras de los moribundos. En toda la tierra no se tolerará que se adore otro dios que el ungido de Satán.
 
San Juan nos refiere también un signo extraño y misterioso que todos -“pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos”- estarán obligados a llevar en la mano o en la frente, en señal de apostasía. Sólo quienes lo luzcan tendrán los mejores sueldos, deleites sensuales y todo tipo de bienes materiales; pero quienes lo rehúsen, serán puestos fuera de la ley y perseguidos sin piedad.
 
Habrá una gran desolación, nos dice Mateo evangelista, “tal que desde la creación del mundo hasta ese momento no la ha habido ni la habrá jamás”. Los defensores de Jesucristo sufrirán la vergüenza pública; se les tratará de insensatos y de perturbadores del orden público.
 
San Agustín, basándose en el texto de san Juan, asegura que todos los infieles, herejes, cismáticos y hombres depravados de la tierra se aliarán con el Anticristo para perseguir a los hombres fieles a Dios. Esta persecución, como explica Arminjon, será la más violenta porque estará “exclusivamente impulsada por el odio a Dios, donde Dios y su Ungido serán tomados como objetivo directo, cuyo único fin será el exterminio del reino de Dios, la aniquilación total del cristianismo y de toda religión positiva”.
 
“Esta persecución –añade Arminjon-, que señalará los últimos tiempos, se ejercerá con una seducción en cierto modo irresistible, para inducir al error hasta a los elegidos, si esto fuera posible”.
 
Santo Tomás afirma que, al igual que Cristo obraba milagros para confirmar su doctrina, así también el Anticristo hará falsos milagros para confirmar sus errores. Falsos prodigios que causarán admiración entre los ignorantes.
 
“La persecución del Anticristo –concluye Arminjon- será la más inhumana y la más sangrienta de todas las que jamás ha sufrido el cristianismo […] Se puede conjeturar que estará relacionada con dos causas. La primera es el colosal poder y los medios prodigiosos de fuerza y de destrucción que el Anticristo poseerá, junto con la impiedad y el furor de los hombres encargados de la ejecución de sus órdenes. La segunda será la espantosa malicia del demonio, pues dice San Juan que en aquellos días Dios le dejará salir de la prisión de llamas donde está encadenado y le dará una licencia absoluta para seducir y saciar su odio contra el género humano. De ahí se deduce, dice san Cirilo, que aún habrá multitud de mártires, más gloriosos y más admirables que los que combatieron antaño contra los leones en los anfiteatros de Roma y de las Galias”.
 
Nadie, sino sólo Dios, sabe cuándo llegará ese trágico momento. Pero, entre tanto, lo único que debería importarnos es perseverar en Jesucristo y rezar para que otros despistados también lo hagan, y desde luego no se tomen nada de esto a broma ni se conformen con mirar hacia otro lado.

Rayo en el Vaticano, renuncia Benedicto XVI



Imagen del rayo en el Vaticano el día en que el Papa Benedicto XVI anuncia su próxima renuncia

sábado, 9 de febrero de 2013

PECADO, CONFESIÓN, PERDÓN... Y PENITENCIA (UN SIMPÁTICO SKETCH)




Un divertido vídeo del grupo francés Anuncio sirve para explicar a los jóvenes la realidad y la normalidad del sacramento que nos reconcilia con Dios. (IMPORTANTE: SIGUE VIÉNDOLO TRAS LOS TÍTULOS DE CRÉDITO DEL FINAL.)

domingo, 3 de febrero de 2013

Tras 6 generaciones de mormones, Thomas se hizo católico gracias a una anciana afroamericana

Después de dos años como misionero en el sur de EE UU, se dio cuenta de que las verdades mormonas «no soportaban el escrutinio de la razón y de la Revelación Divina». 

Thomas representaba la sexta generación de mormones en su familia y estaba convencido de ser parte de la única Iglesia verdadera sobre la faz de la tierra. «Dado que los mormones creen que sólo ellos tienen el don del Espíritu Santo y que el resto del mundo está buscando a tientas la verdad en medio de la oscuridad, yo estaba convencido de que era mi responsabilidad compartir la fe en cada oportunidad que se me presentase», comienza a explicar Thomas. Al igual que tantos muchachos de 19 años, fue misionero durante dos años en el sur de Estados Unidos y estaba «emocionado por ganar conversos a la fe». Al final de su experiencia misionera, la conclusión fue clara: las verdades mormona «no soportaban el escrutinio de la razón y de la Revelación Divina».

Una primera experiencia conmovedora

 
«Es imposible contar todas las experiencias y pruebas que me llevaron a abandonar la fe de mis padres, pero déjenme relatar algunos ejemplos», enumera Thomas. Un día, mientras estaban recorriendo un barrio pobre de Alabama, Thomas y su compañero llamaron a la puerta de una pobre choza. Les recibió una anciana afroamericana de ojos brillantes. Le dijeron que tenían un mensaje acerca de Jesús que les gustaría compartir, y ella les recibió en su humilde hogar, «como alguien que ama a Cristo». La práctica de los mormones es comenzar con una oración a la que invitan a unirse a la persona. El 99% se unen al rezo, el 1% toma la iniciativa. Y así fue en este caso. Ella inclinó la cabeza en silencio y comenzó a rezar.

«Recuerdo claramente que, mientras le escuchaba rezar, pensaba que Dios estaría sentado a su lado en ese sofá desvencijado. No era sólo ´su´ Dios, sino también su mejor amigo, su compañero más querido que había vivido con ella una vida de sufrimiento y perjuicio. A medida que su oración íntima continuaba, aumentaba mi miedo porque sabía que, cuando la mujer terminase, tenía que hablarle sobre Jesús... Pero ella Le conocía de verdad, mientras que yo sólo ´sabía´ cosas sobre Él. Yo quería esa clase de intimidad que ella compartía con su Creador pero, para mí, Dios era alguien lejano y exigente». Esta simple experiencia no cuadraba con lo que le habían enseñado: «Había alguien que no era mormón que conocía a Dios de una manera que yo sólo podía imaginar. Se abrió para mí una puerta que me invitaba a realizar una revisión consciente y cuidadosa de mi fe».

«Si la verdad está en el mormonismo, aquí te serviré hasta mi muerte» 


Thomas escuchó por boca de muchos cristianos cómo Jesucristo había cambiado sus vidas, había reconstruido sus matrimonios destrozados, y los había librado de las drogodependencias. «Podría argumentar sobre cómo interpretar un determinado versículo del Nuevo Testamento durante horas, pero nunca podía discutir con ellos acerca de cómo el Señor les había tocado y transformado sus vidas», reconoce.

Pero además, los cristianos señalaron a Thomas varios versículos de la Biblia que parecían contradecir claramente las enseñanzas mormonas. Por ejemplo, los mormones creen en la existencia de muchos dioses en el universo, el dios de este mundo es uno de tantos. «Pero la Palabra de Dios proclama claramente que sólo hay un Dios, el de la Divina Revelación. Él es el primero y el último (Is 44,6, 24; 45,5, 18). Oí hablar de las maniobras que los mormones realizaban con las Escrituras para negar el significado de estos versos, pero para mí fueron claramente la confirmación del monoteísmo», asegura.

Tras decenas de reveladores momentos y situaciones como éstas, Thomas se arrodilló una noche en su pequeño apartamento y gritó a Dios: «Padre Celestial, lo único que quiero es la verdad. Si la verdad está en el mormonismo, aquí te serviré hasta mi muerte. Si la verdad está en otra parte, dame el valor para enfrentarme a lo que eso signifique para mí». Y esta oración fue el principio de una larga travesía desde el mormonismo hasta el catolicismo: «Esta oración cambió de forma fundamental la trayectoria de mi vida. Estaba dispuesto a aceptar la verdad dondequiera que me llevase», admite Thomas.

Misionero baptista

 
Finalmente Thomas abandonó la Iglesia mormona, pero, al igual que muchos otros que habían dejado de creer en ella, fracasó. ¿Hay un Dios absoluto? ¿Existe una verdad objetiva o es todo subjetivo? «Cuando has sido engañado durante tantos años, es difícil confiar en nadie. Una vez más, le pedí a Dios que me ayudase a encontrar a alguien con quien hablar de mi crisis de fe», continúa. Estaba en Utah (una de las ciudades con más presencia mormona de todo EE UU), y encontró en el periódico un pequeño anuncio de una librería cristiana. Thomas fue y terminó contándole al encargado toda su historia. Su reacción fue inesperada: «Brincó y dio volteretas por toda la librería. ¡Él era también un ex misionero de los mormones!».

Tony, el encargado, le introdujo en el baptismo y Thomas se bautizó y se hizo misionero poco tiempo después. «Como ex mormón que yo era, intentaba de corazón ayudar a otros mormones, especialmente a los misioneros, contándoles mis descubrimientos. Sabía que las Sagradas Escrituras son una realidad viva, y tenían el poder, junto con el testimonio cristiano, de guiarlos a la verdad si ellos estaban dispuestos a recibir la gracia de Dios», explica Thomas.

¿Es la Trinidad un invento?

 
Muchas de estas discusiones con otros mormones le llevaron a menudo a acalorados debates sobre la doctrina de la Trinidad, una enseñanza que estos rechazan, porque creen que la «inventaron» los católicos durante el Concilio de Nicea en el año 325. «Yo quería demostrarles que no sólo había sido revelada en la Sagrada Escritura, sino que además los primeros cristianos ya creían en ella, mucho antes del siglo cuarto. Para poder demostrarlo, recorrí bibliotecas y acudí a fuentes electrónicas sobre los primeros escritos cristianos, y descubrí muchos conversos católicos, los Padres de la Iglesia. No sólo me pareció un testimonio claro sobre la verdad central de la Trinidad, sino también me abrió los ojos a toda una serie de enseñanzas reveladoras: la devoción mariana, las oraciones a los santos, la reserva de las reliquias, una jerarquía eclesiástica de obispos, sacerdotes y diáconos, y lo más importante, la doctrina de la presencia real de Cristo en la Eucaristía», reconoce Thomas. Así, la deriva hacia el catolicismo había comenzado.

La primera misa de Thomas

 
Thomas se sentía abrumado, siempre había creído que las enseñanzas católicas eran más producto de enseñanzas medievales que de una verdad revelada. Se encontraba de nuevo en otra encrucijada, y recordó de nuevo la oración que tiempo antes había pronunciado: «Padre Celestial, lo único que quiero es la verdad...». Thomas trabajó con un hombre católico que vivía su fe abiertamente, una persona de virtud y alegría contagiosa, así que empezó a asaltarle con preguntas y preocupaciones. Él no siempre tenía las respuestas inmediatamente, pero siempre las encontraba. Finalmente, le invitó a misa. La primera misa de Thomas. «Al igual que muchos conversos, me sentí transportado a la orilla del Jordán y confesé con Juan el Bautista: ´He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo´. En una palabra, por fin estaba en casa», explica Thomas con alegría.

Thomas entró en la Iglesia Católica en la Vigilia de Pascua de 1996. «Recuerdo estar de pie con mi túnica blanca y una vela en la mano, con la alegría y la espera gozosa de lo que pronto ocurriría: mi plena bienvenida a una nueva casa espiritual y la recepción de Cristo en la Eucaristía», concluye feliz.

Hoy, Thomas es comentarista habitual del canál católico de televisión ETWN. Imparte conferencias y ha escrito varios libros sobre el catolicismo. Puedes saber más sobre él en http://gen215.org/