sábado, 25 de mayo de 2013

En apenas cinco años, los bautizos de adultos han aumentado un 20% en la laica Francia

Que Francia está muy descristianizada es cosa bien estudiada: según un extenso estudio que publicó "La Croix" en 2010, se deducía que de 65 millones de franceses, los católicos que van a misa el domingo son sólo 3,2 millones, y que los que aceptan plenamente las enseñanzas católicas (sobre moral sexual y otros temas) son aproximadamente unos 800.000.

Con todo, la fe de esa minoría resulta atractiva a varios miles de adultos, que cada año piden el bautismo. Es una cantidad que ha crecido un 20% en los últimos cinco años, según datos difundidos por la Conferencia Episcopal Francesa.

Año 2008: 2.675 bautizos de adultos
Año 2009: 2.931 bautizos de adultos
Año 2010: 2.903 bautizos de adultos
Año 2011: 2.952 bautizos de adultos
Año 2012: 2.958 bautizos de adultos
Año 2013: 3.220 bautizos de adultos (545 más que cinco años atrás)

Aunque en otros países se consideran "bautizos adultos" los de cualquier persona mayor de 7 años, en Francia estas cifras se refieren específicamente a mayores de 18 años.

Y 1.463 adolescentes
Hay además otra categoría distinta, que se contabiliza independientemente, que es la de los "adolescentes": se trata de aquellos que se sentían atraídos por la Confirmación, y para recibirla solicitan antes el bautismo en estas fiestas de Pascua: este año son 1.463 adolescentes, 589 chicos y 879 chicas. Muchos reciben en la misma ceremonia los tres sacramentos de iniciación: bautismo, primera comunión y confirmación.

Otra fiesta importante en la que muchos se "reenganchan" en la fe es la Confirmación: 2.958 adultos que fueron bautizados de niños, recibirán la confirmación en Francia dentro de la fiesta de Pentecostés.

Respecto al 2011, los catecúmenos de 18-20 años han aumentado en un 45%, como un signo de que la fe cristiana suscita más atracción entre los jóvenes. Un 42% de estos nuevos fieles provienen de familias sin ninguna tradición religiosa.

Pocos conversos de origen islámico
En Francia viven entre 4 y 6 millones de musulmanes. Pese a que hay libertad para predicar y evangelizar y se trata de un país europeo, cada año el número de adultos de origen musulmán que se bautizan oscila sólo entre los 100 y los 150.

El débil catolicismo francés
El diario francés «La Croix» publicó en enero de 2010 los resultados de un extenso sondeo estadístico del Instituto Francés de Opinión Pública sobre el catolicismo, que realizó 131.000 entrevistas durante 5 años. La principal conclusión fue que apenas un 5% de franceses adultos va a misa los domingos, y de los que se declaran practicantes, sólo uno de cada cuatro cree que la Iglesia debe mantener su enseñanza sobre la anticoncepción; el 68 por ciento cree que debe cambiar su enseñanza sobre el aborto y la mitad pide cambiar la doctrina sobre la homosexualidad. Así pues, como señalábamos, de 65 millones de franceses, los católicos que van a misa el domingo son sólo 3,2 millones, pero los que aceptan plenamente las enseñanzas católicas son aproximadamente unos 800.000.

El 28 por ciento de los franceses se declara «sin religión» (aunque los sociólogos suelen advertir que esa categoría incluye a muchas personas que creen «en Dios pero no en la religión»).

Comparando con Inglaterra y Gales
En las diócesis de Inglaterra y Gales, son 3.000 los adultos que participan en los ritos de iniciación (más concretamente 3.080 en este año de 2013) que llevarán a su bautizo o plena incoporación. Es una cifra un 12% menor a la de 2012, cuando ingresaron 415 adultos más que este año en la fe católica. En 2011, año de la visita del Papa al Reino Unido, fueron 3.943 los adultos ingleses (y galeses) que se hicieron católicos.

Estas cifras no incluyen los bautizos de Escocia (que tiene su propia conferencia episcopal) ni los adultos que ingresan en la Iglesia a través del Ordinariato anglocatólico, conservando elementos de tradición anglicana.


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sábado, 18 de mayo de 2013

Pentecostés, nacimiento de la Iglesia

Día 19 Domingo de Pentecostés La la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles no se narra en los evangelios sino en otro libro del nuevo testamento, "Los Hechos de los Apóstoles", escrito por uno de los evangelistas, san Lucas. Aquel día se cumplió, como Jesús había prometido, el descenso del Paráclito, la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, sobre los que estaban reunidos en aquel lugar. Yo rogaré al Padre --les había dicho-- y os dará otro Paráclito para que esté con vosotros siempre: el Espíritu de la verdad, al que el mundo no puede recibir porque no le ve ni le conoce. Como nos sucedería a cualquiera, si estuviéramos a punto de quedarnos sin quien más queremos en la vida, los apóstoles estaban tristes al oírle a Jesús decir que se marchaba. El ambiente de la última cena era especialmente íntimo; diríamos que Jesús se desahoga con los suyos. Les manifiesta abiertamente lo que lleva en su corazón en esas últimas horas antes de la pasión, aunque sin poder evitar el misterio para las inteligencias de ellos, todavía demasiado humanas, poco sobrenaturales. Y a la vez, sale al paso de la inquietud de los Apóstoles, de lo que en esos momentos les preocupa. Se acerca la hora del triunfo y, aunque no será como ellos se imaginan, va a cumplirse --y a la perfección-- la tarea redentora que le llevó a encarnarse.

sábado, 11 de mayo de 2013

Espíritu Santo





EL ESPIRITU SANTO NOS ENSEÑA A MIRAR CON LOS OJOS DE CRISTO

Ciudad del Vaticano, 8 mayo 2013 (VIS).- "El tiempo pascual es por excelencia el tiempo del Espíritu Santo que culmina con la solemnidad de Pentecostés en que la Iglesia revive la efusión del Espíritu Santo", ha explicado el Papa a las 75.000 personas presentes en la Plaza de San Pedro para asistir a la audiencia general de los miércoles.

Después de dar la vuelta en automóvil a la Plaza y saludar a los diversos grupos de fieles, el Papa ha comenzado su catequesis dedicada a la tercera persona de la Trinidad: el Espíritu Santo.

"En el Credo -ha dicho Francisco- profesamos con fe: "Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida". La primera verdad que aseveramos es que el Espíritu Santo es "Kyrios", es decir Señor. Esto significa que es verdaderamente Dios como lo son el Padre y el Hijo . Pero quisiera hablar sobre todo del hecho de que es también la fuente inagotable de la vida de Dios en nosotros".

sábado, 4 de mayo de 2013

El padre Lauriola conoció al Padre Pío: «Hago exorcismos desde 1970 y siempre le pido ayuda»

Este año se celebra el 45º aniversario de la muerte del Padre Pío, acaecida el 23 de septiembre de 1968, y con ese pretexto el diario californiano Catholic San Francisco ha entrevistado a un sacerdote franciscano que conoció bien al santo de Pietrelcina, canonizado por Juan Pablo II en 2002. Y a medida que pasa el tiempo, van siendo menos quienes le trataron personalmente.

El padre Guglielmo Lauriola, párroco emérito de la Inmaculada Concepción en San Francisco (Estados Unidos), creció a treinta kilómetros escasos de San Giovanni Rotondo, donde estaba el convento del Padre Pío. Su padre tenía una tienda y en los años treinta un hermano franciscano empezó a visitarle con objeto de pedirle donativos. A raíz de esa relación, la familia empezó a visitar al fraile, ya con fama de santidad porque sus estigmas eran conocidos en toda la región desde años atrás. Las visitas serían continuas hasta su muerte.

"Empezamos a visitar San Giovanni Rotondo en 1932. Siempre nos alegraba mucho verle. Yo tenía 5 ó 6 años, y entraba en la sacristía en la que él confesaba y le tiraba del cordón que ceñía su hábito para decirle que estaba allí. Él me daba un pescozón en la cabeza y, aunque estaba siempre ocupado, tenía tiempo para mí y me preguntaba si quería mucho a la Santísima Virgen", cuenta el padre Lauriola.

"Para lavar mis pecados y los de los demás"
Dice que de pequeño le asustaban los estigmas: "Me dijo que no se los mirara. Me preocupaba que le causasen dolor. Podías ver el sufrimiento en su rostro, casi siempre era visible. Los viernes parecía sufrir especialmente. ´¿Por qué tiene que sufrir tanto?´, le pregunté una vez. ´Éstas heridas son para lavar mis pecados y los de los demás´, me respondió. Le dije que mi tío era médico que le pediría alguna medicina para él. ´Las medicinas no me harán ningún bien, contestó".

El padre Guglielmo evoca el momento en el que vió el cadáver de su maestro y amigo, en el funeral de 1968: "Me arrodillé ante su cuerpo y recé. Vi sus manos y sus pies. Estaban limpias, como si los estigmas jamás hubiesen estado ahí".

Sus misas eran "muy devotas, particularmente durante la consagración. Decía las palabras de la consagración muy despacio: Hoc... est... enim... corpus... meum. Cuando elevaba la Sagrada Hostia, sus manos temblaban un poco. Pero tampoco le miraba mucho, pues al sonar la campanilla todos bajábamos la cabeza".

Cuando el padre Lauriola decidió ser franciscano, tardó en decírselo al Padre Pío ("no estaba seguro de que lo aprobase"), pero cuando finalmente se lo participó, la reacción fue positiva: "¡Magnífico! Rezaré por ti".

En toda necesidad
Y no dejó de hacerlo, ni tras su ordenación en 1953, ni después, cuando estuvo como misionero en Corea entre 1957 y 1964 ("recuerda, sólo hay un Dios", le dijo el Padre Pío). En una ocasión, yendo en un pequeño bote hacia una isla en aquella zona, una gran tormenta les sorprendió y creyeron que morirían ahogados: "Empecé a pedirle al Padre Pío que nos ayudara, y sobrevivimos. Creo que él supo que yo le necesitaba".

Esa devoción al santo y amigo no ha desaparecido nunca: "Llevo haciendo exorcismos en la archidiócesis desde 1970 y siempre le pido ayuda: ´Padre Pío, ayúdame a hacer más fuerte mi fe en Jesús y ayuda a estas personas que acuden a mí´. Y él me ayuda. Le quiero mucho y estoy agradecido por todo lo que ha hecho por mí. Y a todos digo: si necesitas algo, pídeselo al Padre Pío. Él te ayudará".


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