Por Giovanni Maria Vian, director del diario vaticano
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 3 de octubre de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos el análisis que ha realizado el director de "L'Osservatore Romano", Giovanni Maria Vian, de la visita apostólica de Benedicto XVI a la República Checa, del 26 al 28 de septiembre.
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A la rebelión pacífica que puso fin a una época de opresión, fruto de una resistencia común de católicos y no católicos, siguió una situación nueva, donde el materialismo ateo ha dejado paso al práctico. Y si la dictadura estaba fundada sobre la mentira -según las palabras de Václav Havel citadas por Benedicto XVI-, hoy la libertad necesita ser construida sobre la verdad, a cuya búsqueda están llamados todos sin distinción, y promoviendo el bien común.
Por eso los discursos del Papa insistieron repetidamente en la verdad y por eso se escucharon sus palabras apasionadas y comprometedoras, incluso en un ambiente declaradamente agnóstico como el de la universidad de Praga, donde la intervención del antiguo "profesor, atento al derecho de la libertad académica y a la responsabilidad en el uso auténtico de la razón", fue acogida con un larguísimo aplauso que causó asombro.
Benedicto XVI ha honrado la historia del país y de sus mártires -desde el duque Wenceslao hasta las víctimas del comunismo- y exaltó las tradiciones culturales de las tierras de Bohemia y Moravia, escuchando el Te Deum de Anton Dvorák y escogiendo una bellísima frase atribuida a Kafka para despedirse de la República Checa: "Quien mantiene la capacidad de ver la belleza no envejece nunca".
Y en los discursos fue acertado el uso de las lenguas: desde el checo del Papa (que habló sobre todo en italiano e inglés), hasta el alemán elegido por el estudiante al dirigir al Papa palabras de saludo durante el encuentro con el mundo académico, y el italiano del presidente Klaus en la ceremonia de despedida. Esas decisiones han expresado una voluntad de encuentro y de amistad hoy significativa para todo el continente europeo, llamado precisamente por sus raíces cristianas -occidentales y orientales- a una responsabilidad exigente en el contexto internacional.
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