sábado, 30 de enero de 2010

El derecho y el valor de la vida


Monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, obispo de Tehuacán


TEHUACÁN, sábado 30 de enero de 2010 (ZENIT.org-El Observador).- Publicamos el mensaje del obispo de Tehuacán, monseñor Rodrigo Aguilar Martínez sobre el derecho y el valor de la vida, que coincide con las nuevas iniciativas de algunos partidos políticos en México por tratar de adecuar las legislaciones de los estados del país a los modelos europeos de despenalización del aborto, entre otras medidas que atentan contra el derecho a la vida desde la concepción y hasta la muerte natural.

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La vida es un valor y un derecho natural, esencial a todo ser humano, independientemente de su sexo, poder económico, prestigio o fe. Así lo expresó claramente el Papa Juan Pablo II en diversas ocasiones: "No se trata de imponer a los no creyentes una perspectiva de fe, sino de interpretar y defender los valores radicados en la naturaleza misma del ser humano." (NMI 51).

"El Evangelio de la vida no es exclusivamente para los creyentes: es para todos. El tema de la vida y de su defensa y promoción no es prerrogativa única de los cristianos. Aunque de la fe recibe luz y fuerza extraordinarias, pertenece a toda conciencia humana que aspira a la verdad y está atenta y preocupada por la suerte de la humanidad. En la vida hay seguramente un valor sagrado y religioso, pero de ningún modo interpela sólo a los creyentes: en efecto, se trata de un valor que cada ser humano puede comprender también a la luz de la razón y que, por tanto, afecta necesariamente a todos."

"Trabajar en favor de la vida es contribuir a la renovación de la sociedad mediante la edificación del bien común. En efecto, no es posible construir el bien común sin reconocer y tutelar el derecho a la vida, sobre el que se fundamentan y desarrollan todos los demás derechos inalienables del ser humano. Ni puede tener bases sólidas una sociedad que -mientras afirma valores como la dignidad de la persona, la justicia y la paz-se contradice radicalmente aceptando o tolerando las formas más diversas de desprecio y violación de la vida humana sobre todo si es débil y marginada." (EV 101).

La misma doctrina y postura ha sostenido repetidas veces el Papa Benedicto XVI, por ejemplo en su última Encíclica, "El amor en la verdad": "Uno de los aspectos más destacados del desarrollo actual es la importancia del tema del respeto a la vida... La apertura a la vida está en el centro del verdadero desarrollo. Cuando una sociedad se encamina hacia la negación y la supresión de la vida, acaba por no encontrar la motivación y la energía necesaria para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre. Si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, también se marchitan otras formas de acogida provechosas para la vida social. La acogida de la vida forja las energías morales y capacita para la ayuda recíproca." (CiV 28).

"La apertura moralmente responsable a la vida es una riqueza social y económica. Grandes naciones han podido salir de la miseria gracias también al gran número y a la capacidad de sus habitantes. Al contrario, naciones en un tiempo florecientes pasan ahora por una fase de incertidumbre, y en algún caso de decadencia, precisamente a causa del bajo índice de natalidad, un problema crucial para las sociedades de mayor bienestar." (CiV. 44).

Menciono dos casos negativos extremos en relación a la vida: Por una parte, cuando alguien -persona o agrupación- se atribuye poder y decide terminar con la vida de otra u otras personas; por otra parte, cuando la persona no le ve sentido a su vida y decide acabar con ella. Es trágico llegar a estas actitudes y situaciones, es una peligrosa degradación de la dignidad del ser humano.

No somos dueños de la vida de los demás. Tampoco somos dueños de nuestra propia vida para terminar con ella cuando no le veamos sentido. No hay nada en el mundo capaz de ayudarnos a sobrevivir, aun en las peores condiciones, como el hecho de saber que la vida tiene un sentido. Dice Nietzsche: "Quien tiene un por qué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo". O sea que cuando encontramos razones para seguir viviendo, estaremos dispuestos a enfrentar los medios necesarios, por difíciles que se presenten, para alcanzar esas razones de vivir. Y quien sabe encontrarle sentido a su propia vida, normalmente sabrá encontrar el valor de la vida de los demás.

Con frecuencia advertimos en diversas circunstancias que la vida no es fácil ni cómoda; pero lo que el ser humano realmente necesita no es tanto vivir sin tensiones, ya que éstas siempre van a existir, son parte indispensable de la vida, incluso de la salud mental, según lo afirma Victor Frankl; lo que realmente importa es esforzarse y luchar por una meta que valga la pena.

Dios nos concede el día de hoy, con las respectivas bendiciones, la posibilidad de hacer fructificar el don de la vida en nuestro beneficio y sobre todo en beneficio de muchos otros. Vívalo a lo largo del día, de manera consciente, generosa y radiante; luego, al fin del día, reflexione lo vivido durante el mismo; todo en gratitud y alabanza a Dios, que es Padre.

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