La Plata (Buenos Aires), 22 Jul. 10 (AICA)
El doctor Juan Carlos Caprile, magíster en Bioética y profesor de la Universidad Católica de La Plata (UCALP), reflexionó sobre la Ley sobre Voluntad Anticipada recientemente sancionada por la Legislatura de la provincia de Buenos Aires, y recordó que “los principios de la bioética indican que no se deben emplear métodos desproporcionados a las perspectivas de mejoría, evitando padecimientos desmesurados, pero siempre se debe administrar la hidratación y alimentación necesarias”.
El médico explicó que “estas prácticas son un apoyo vital científicamente destinados a aliviar los sufrimientos de los pacientes y sin las cuales mueren a causa de las complicaciones ocasionadas por la deshidratación y desnutrición, como una insuficiencia renal y respiratoria que desencadena en un paro cardíaco y muerte”.
Y advirtió que “estos son casos de eutanasia por omisión, un homicidio calificado ejecutado con la participación de varios cómplices lo que demuestra que en la actualidad se han acrecentado los atentados contra la vida humana y todo aquello que viola la integridad y dignidad de las personas”.
Asimismo, opinó que “no se puede considerar a la muerte como un acontecimiento calculado y programado porque se pierde su auténtico significado. Por ello debemos afianzar nuestro compromiso de defender la inviolabilidad de la vida desde la concepción hasta la muerte natural”.
El doctor Caprile sostuvo que “cuando un paciente es incapaz de darle sentido al dolor y a la muerte se considera a sí mismo como algo sin valor e indigno de merecer atravesar por tales circunstancias”.
“Como promotores de la cultura de la vida debemos procurar el reconocimiento del valor trascendente que el ser humano posee por su condición de persona, para que sean respetados todos los momentos de su existencia, incluso la muerte y así sea posible ‘morir con dignidad’”.
Texto de la reflexión
La Legislatura de la provincia de Buenos Aires ha sancionado una Ley al respecto. Los principios de la Bioética indican que no se deben emplear métodos desproporcionados a las perspectivas de mejoría, evitando padecimientos desmesurados, pero siempre se debe administrar la hidratación y alimentación necesarias. Estas prácticas son un apoyo vital científicamente destinados a aliviar los sufrimientos de los pacientes y sin las cuales mueren a causa de las complicaciones ocasionadas por la deshidratación y desnutrición, como una insuficiencia renal y respiratoria que desencadena en un paro cardíaco y muerte.
Estos son casos de Eutanasia por omisión, un homicidio calificado ejecutado con la participación de varios cómplices lo que demuestra que en la actualidad se han acrecentado los atentados contra la vida humana y todo aquello que viola la integridad y dignidad de las Personas.
En la última etapa de la vida, observamos distintas opiniones que tergiversan el auténtico valor de la vida y de la muerte decidiendo arbitrariamente el momento del deceso, justificando la voluntad previa del enfermo, el ejercicio de una presunta piedad ante el dolor del paciente o peor aún por razones utilitarias a los efectos de evitar gastos innecesarios costosos a las obras sociales.
Las decisiones de los pacientes deben ser consideradas a partir de que respete su propia vida y la autonomía moral del médico cuyo oficio no es destruir la vida sino salvarla. En el Juramento Hipocrático el compromiso es ejercer el “Arte de curar” y no “el arte de matar”.
La relación de libertad–responsabilidad entre el paciente y el médico no debe ser concebida en el sentido de que éste sustituya la voluntad del enfermo, pero tampoco que tenga que ser obligatoriamente el ejecutor de la voluntad del paciente respecto a su muerte.
Los actuales adelantos científicos, principalmente los Cuidados Paliativos, otorgan a los integrantes del Equipo de Salud todos los medios necesarios para aliviar los sufrimientos no sólo físicos sino también psíquicos y espirituales de los pacientes, tratando de mantenerlos en una aceptable calidad de vida hasta el momento de su deceso.
No se puede considerar a la muerte como un acontecimiento calculado y programado porque se pierde su auténtico significado. Por ello debemos afianzar nuestro compromiso de “defender la inviolabilidad de la vida desde la concepción hasta la muerte natural”.(S.S. Juan Pablo II).
Cuando un paciente es incapaz de darle sentido al dolor y a la muerte se considera a sí mismo como algo sin valor e indigno de merecer atravesar por tales circunstancias.
Como promotores de la Cultura de la vida debemos procurar el reconocimiento del valor Trascendente que el Ser Humano posee por su condición de Persona, para que sean respetados todos los momentos de su existencia, incluso la muerte y así sea posible “Morir con dignidad”.
Informes: juan.caprile1@speedy.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario