EL PENSAMIENTO DE LA IGLESIA CATOLICA SOBRE TEMAS RELACIONADOS CON LA PERSONA HUMANA, LA FAMILIA, LA SOCIEDAD, EL ESTADO Y LA COMUNIDAD INTERNACIONAL.
sábado, 24 de marzo de 2012
Benedicto XVI bendice a niños invidentes y discapacitados
Luego de sus primeras palabras en México, el Papa Benedicto XVI se acercó a los fieles que lo esperaban en la pista de aterrizaje del Aeropuerto Internacional de Guanajuato, entre los que se encontraban niños discapacitados y con Síndrome de Down a los que bendijo y dio muestras de afecto.
Acompañado del presidente Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala, el Santo Padre fue saludando a los niños con Síndrome de Down y a los discapacitados que, ayudados por los voluntarios, trataban de acercarse y tomarle fotos. Uno a uno, Benedicto XVI fue dándoles la bendición, les estrechó la mano y beso las mejillas como muestra de cariño y amor paternal.
Más información en:http://www.aciprensa.com/noticia.php?n=36449
sábado, 17 de marzo de 2012
domingo, 11 de marzo de 2012
¿Afecta a la fe cristiana que haya extraterrestres? (I)
La astronomía y astrofísica no pueden por sí mismas demostrar ni la existencia ni la inexistencia de Dios. Su método empírico se lo impide. Pero una cosa es la astronomía, y otra el astrónomo. Éste puede reflexionar a partir de su ciencia –-lo cual, se dé cuenta o no, le hace salir de la misma y entrar en terreno filosófico-–, y, como ser humano, tiene sus creencias y sus ideas. Tiene su propia cosmovisión, en la que las distintas teorías astronómicas encajan mejor o peor. Por eso, hay teorías que, por lo que se ve, aunque no demuestran nada al respecto inclinan a pensar en un Dios creador o en un universo autosuficiente que no necesita de ser trascendente alguno. Aquí hay un trasfondo que condiciona, más de lo que parece, la información que se da sobre estas materias.
Cuando Einstein publicó su teoría de la relatividad, todo el mundo científico pensaba en un universo estático, que de por sí existiría «desde siempre» y duraría indefinidamente. Einstein lo concibió como limitado en tamaño, pero seguía siendo estático. Georges Lemaître, un astrofísico belga que desarrollaba las teorías de Einstein, fue el primero que empezó a hablar de un universo en expansión, lo que Einstein no aceptaba. Y, en 1931, en una conferencia que había sido invitado a dar en Londres, Lemaître dio un paso más, proponiendo que el universo se expandía de un punto inicial, que denominó átomo primigenio. De inicio no se aceptó muy bien en la comunidad científica. En una entrevista radiofónica de la BBC, un prestigioso astrónomo y futuro premio Nobel, Fred Hoyle, la descalificó acuñando un término que sonaba despectivo: el Big Bang. Durante varios años lo utilizaron los «estaticistas», quienes rechazaban la nueva teoría.
Desde el principio la polémica tuvo resonancias que rebasaban el ámbito de la astronomía y entraban en el de las creencias. No parecía casualidad que Lemaître fuera, además de científico, sacerdote católico, Hoyle un ateo convencido, y Einstein se inclinara por un etéreo panteísmo. El mismo Lemaître encendió la mecha cuando, en su exposición, calificó su teoría como «el huevo cósmico explotando en el momento de la creación». Años después, con los ánimos más serenos, la madurez científica de los protagonistas y el Big Bang cada vez más confirmado por los datos obtenidos –el último que faltaba tardó en llegar hasta los años 60–, los tres cambiaron. Lemaître dejó su teoría en su preciso lugar declarando que no podía considerarse una demostración de la creación. Einstein pronto se rindió a la matemática del modelo de Lemaître y rectificó su propia teoría (calificó la constante que había introducido para preservar el modelo estático como el gran error de su vida). Hoyle, por otros derroteros, acabó por afirmar que el universo estaba tan ajustadamente sintonizado para permitir la vida inteligente que había que admitir una mente superior y trascendente.
Pero estas muestras de honradez intelectual no cambiaron el panorama general en bastantes años. El modelo «dinámico» del Big Bang inclinaba a admitir la creación divina, el «estático» a rechazarla. De ahí que, por regla general, los astrónomos ateos se aferraran al modelo estático. Conforme la teoría de Lemaître se precisaba (hoy se calcula que el Big Bang tuvo lugar hace unos 13.700 millones de años) y se demostraban sus implicaciones, se buscaron nociones que la hicieran compatible con un universo de duración indefinida. Esto cuajó en una visión según la cual el universo estaba en continuo proceso de expansión y contracción: la concentración motivaría la explosión, la gravedad volvería a contraer lo expandido; una especie de traslación al terreno astronómico del «eterno retorno» de los antiguos griegos, para quienes no cabían dudas de que el universo era eterno.
Los últimos descubrimientos no permiten sostener este modelo de continua expansión-contracción. El universo se expande aceleradamente, cuando para esta teoría tendría que ser al revés, o sea, deceleradamente. Lo cierto es que no se encuentra hoy por hoy explicación a este fenómeno, pero no es menos cierto que la realidad es ésa. Un último refugio del estaticismo lo constituye la idea de que puede haber un número indefinido de universos, entre los que de algún modo se compensen sus dinámicas para dar lugar a un resultado que «está ahí» desde siempre. Pero esto ya es muy poco científico. No es que sólo conozcamos este universo, es que no resulta posible conocer ningún otro, exista o no, por lo que se trata de una teoría insostenible desde un punto de vista científico y, lo que es peor para sus defensores, resulta muy fácil advertirlo. Por esta razón se está diluyendo cada vez más este punto de vista, y se admite pacíficamente el Big Bang –término que ya no se usa despectivamente en absoluto–. ¿Y antes de esos 13.700 millones de años qué había? Un «no se sabe» es científicamente correcto y neutro en cuanto a las creencias, por lo que es aceptable para todos. Uno verá ahí la creación; otro, el punto inicial de una evolución que por encontrar una explicación integral en la ciencia no necesita de la figura de Dios para dar razón de sí.
La cuestión de una visión cósmica que de alguna manera apoye la creencia en Dios o tienda a desmentirla se tenía que trasladar a otro lado, y lo ha hecho a la cuestión de si hay vida extraterrestre, sobre todo vida inteligente. En la actualidad, los avances en la observación espacial y en el procesamiento de los datos de esa observación permiten expandir nuestros conocimientos. La tierra, nuestro hogar, aparece cada vez más como un lugar minúsculo en el universo. En nuestra galaxia, la Vía Láctea, se estima que hay entre doscientos y cuatrocientos mil millones de estrellas (no todas son detectables), y sólo es una entre unos doscientos mil millones de galaxias. Parece un poco pretencioso, con estos números, afirmar que no hay más planetas habitables y no hay vida fuera de la tierra. Y, entre esa vida, en algún caso tendría que haber vida compleja como la nuestra,
¿Qué significa eso? Para más de uno, y sobre todo para muchos divulgadores de la ciencia –los científicos auténticos son más rigurosos– significa que se comprueba la falsedad de las religiones cuando colocan a la tierra o al sol en el centro del universo, que se hace difícil sostener que la creación ha sido hecha para el hombre, y que deja de tener sentido mantener la condición privilegiada que tiene el hombre en su relación con Dios. Esto último es particularmente importante con el cristianismo y el plan redentor divino que sostiene. ¿Habría que admitir que Dios se habría encarnado también en otro tipo de seres inteligentes? Y si no es así, ¿por qué iba a resultar el hombre privilegiado con respecto a otros seres posiblemente más inteligentes? De ahí que, quienes desean ver una ciencia que destruya la religión (sobre todo el cristianismo, y entre todo el cristianismo el católico en primer lugar), tengan verdadera prisa en que los descubrimientos confirmen su visión, y que aparezca vida. Se difunde así la creencia –porque eso es– de que esos hallazgos son inminentes, al menos los primeros indicios. No es raro que, al trasladarse algo nuevo a la prensa, se distorsione la información en este sentido.
Podemos poner un par de ejemplos. En 2007 se descubrió agua en un exoplaneta (un planeta que orbita una estrella distinta del sol) conocido por la referencia HD 209458b. Gran parte de la prensa dio la noticia como si por fin se hubiera descubierto un serio candidato a la vida, pues se necesita agua para la vida; además, la estrella (HD 209458a) es parecida al Sol. Si se buscaba más información –o se tomaba uno la molestia de leer el detalle de la noticia, según los casos–, el paisaje cambiaba mucho. Se trataba de un tipo de planeta conocido como «Júpiter caliente»: una gran bola gaseosa algo menor que Júpiter orbitando tan cerca de su estrella que su año era de apenas tres días y medio. Su cercanía a la estrella producía una temperatura de unos mil grados centígrados en su superficie, y que perdiera masa proyectando gas al espacio. En ese gas se había detectado algo de agua gaseosa –el descubrimiento era haberse podido hacer esa detección por primera vez–, pero el conjunto resultaba un entorno particularmente hostil a todo tipo de vida, tanto o más que, por ejemplo, en un cometa, que suele contener mucha agua, en este caso en forma de hielo.
El otro ejemplo es el descubrimiento, en diciembre de 2009, del exoplaneta GJ 1214b. Fue presentado por sus descubridores como una «supertierra», término que designa planetas rocosos –o sea, como el nuestro– de mayor tamaño que la Tierra, en este caso de masa unas seis veces mayor que la terrestre, y un diámetro dos y medio veces mayor. El que dijeran que es lo más parecido a la Tierra descubierto hasta la fecha se tradujo en la prensa como el hallazgo de un planeta como la Tierra, lo cual no es lo mismo, e incluso que era posible o incluso probable que sostuviera vida. No se reparó mucho en que el tamaño de la estrella, mucho más pequeña que el Sol, convertía esa probabilidad en bastante improbable, pues para recibir la energía necesaria el planeta tiene que estar tan cercano que gira presentando siempre la misma cara a la estrella –-como la Luna respecto a la Tierra-–, y se expone a llamaradas como las producidas por el Sol, que tendrían un efecto mortífero al estar mucho más cerca los dos cuerpos. Pero, una vez pasadas las sensacionales –o sensacionalistas– cabeceras de los periódicos, las críticas de la comunidad científica dejaron más en evidencia lo afirmado a bombo y platillo. Con los datos que se aportaban, el planeta podía ser una supertierra, pero también podía ser un «minineptuno», un planeta gaseoso con núcleo rocoso, como Neptuno pero de menor tamaño (era posible también alguna otra configuración). Después se puso en evidencia que el anuncio fue prematuro, aunque más tarde se confirmara. Todo esto da una cierta idea de cómo la auténtica ansia por encontrar vida extraterrestre distorsiona con enorme facilidad las noticias que salen a la luz pública y puedan tener una mínima relación con el tema.
Cuando Einstein publicó su teoría de la relatividad, todo el mundo científico pensaba en un universo estático, que de por sí existiría «desde siempre» y duraría indefinidamente. Einstein lo concibió como limitado en tamaño, pero seguía siendo estático. Georges Lemaître, un astrofísico belga que desarrollaba las teorías de Einstein, fue el primero que empezó a hablar de un universo en expansión, lo que Einstein no aceptaba. Y, en 1931, en una conferencia que había sido invitado a dar en Londres, Lemaître dio un paso más, proponiendo que el universo se expandía de un punto inicial, que denominó átomo primigenio. De inicio no se aceptó muy bien en la comunidad científica. En una entrevista radiofónica de la BBC, un prestigioso astrónomo y futuro premio Nobel, Fred Hoyle, la descalificó acuñando un término que sonaba despectivo: el Big Bang. Durante varios años lo utilizaron los «estaticistas», quienes rechazaban la nueva teoría.
Desde el principio la polémica tuvo resonancias que rebasaban el ámbito de la astronomía y entraban en el de las creencias. No parecía casualidad que Lemaître fuera, además de científico, sacerdote católico, Hoyle un ateo convencido, y Einstein se inclinara por un etéreo panteísmo. El mismo Lemaître encendió la mecha cuando, en su exposición, calificó su teoría como «el huevo cósmico explotando en el momento de la creación». Años después, con los ánimos más serenos, la madurez científica de los protagonistas y el Big Bang cada vez más confirmado por los datos obtenidos –el último que faltaba tardó en llegar hasta los años 60–, los tres cambiaron. Lemaître dejó su teoría en su preciso lugar declarando que no podía considerarse una demostración de la creación. Einstein pronto se rindió a la matemática del modelo de Lemaître y rectificó su propia teoría (calificó la constante que había introducido para preservar el modelo estático como el gran error de su vida). Hoyle, por otros derroteros, acabó por afirmar que el universo estaba tan ajustadamente sintonizado para permitir la vida inteligente que había que admitir una mente superior y trascendente.
Pero estas muestras de honradez intelectual no cambiaron el panorama general en bastantes años. El modelo «dinámico» del Big Bang inclinaba a admitir la creación divina, el «estático» a rechazarla. De ahí que, por regla general, los astrónomos ateos se aferraran al modelo estático. Conforme la teoría de Lemaître se precisaba (hoy se calcula que el Big Bang tuvo lugar hace unos 13.700 millones de años) y se demostraban sus implicaciones, se buscaron nociones que la hicieran compatible con un universo de duración indefinida. Esto cuajó en una visión según la cual el universo estaba en continuo proceso de expansión y contracción: la concentración motivaría la explosión, la gravedad volvería a contraer lo expandido; una especie de traslación al terreno astronómico del «eterno retorno» de los antiguos griegos, para quienes no cabían dudas de que el universo era eterno.
Los últimos descubrimientos no permiten sostener este modelo de continua expansión-contracción. El universo se expande aceleradamente, cuando para esta teoría tendría que ser al revés, o sea, deceleradamente. Lo cierto es que no se encuentra hoy por hoy explicación a este fenómeno, pero no es menos cierto que la realidad es ésa. Un último refugio del estaticismo lo constituye la idea de que puede haber un número indefinido de universos, entre los que de algún modo se compensen sus dinámicas para dar lugar a un resultado que «está ahí» desde siempre. Pero esto ya es muy poco científico. No es que sólo conozcamos este universo, es que no resulta posible conocer ningún otro, exista o no, por lo que se trata de una teoría insostenible desde un punto de vista científico y, lo que es peor para sus defensores, resulta muy fácil advertirlo. Por esta razón se está diluyendo cada vez más este punto de vista, y se admite pacíficamente el Big Bang –término que ya no se usa despectivamente en absoluto–. ¿Y antes de esos 13.700 millones de años qué había? Un «no se sabe» es científicamente correcto y neutro en cuanto a las creencias, por lo que es aceptable para todos. Uno verá ahí la creación; otro, el punto inicial de una evolución que por encontrar una explicación integral en la ciencia no necesita de la figura de Dios para dar razón de sí.
La cuestión de una visión cósmica que de alguna manera apoye la creencia en Dios o tienda a desmentirla se tenía que trasladar a otro lado, y lo ha hecho a la cuestión de si hay vida extraterrestre, sobre todo vida inteligente. En la actualidad, los avances en la observación espacial y en el procesamiento de los datos de esa observación permiten expandir nuestros conocimientos. La tierra, nuestro hogar, aparece cada vez más como un lugar minúsculo en el universo. En nuestra galaxia, la Vía Láctea, se estima que hay entre doscientos y cuatrocientos mil millones de estrellas (no todas son detectables), y sólo es una entre unos doscientos mil millones de galaxias. Parece un poco pretencioso, con estos números, afirmar que no hay más planetas habitables y no hay vida fuera de la tierra. Y, entre esa vida, en algún caso tendría que haber vida compleja como la nuestra,
¿Qué significa eso? Para más de uno, y sobre todo para muchos divulgadores de la ciencia –los científicos auténticos son más rigurosos– significa que se comprueba la falsedad de las religiones cuando colocan a la tierra o al sol en el centro del universo, que se hace difícil sostener que la creación ha sido hecha para el hombre, y que deja de tener sentido mantener la condición privilegiada que tiene el hombre en su relación con Dios. Esto último es particularmente importante con el cristianismo y el plan redentor divino que sostiene. ¿Habría que admitir que Dios se habría encarnado también en otro tipo de seres inteligentes? Y si no es así, ¿por qué iba a resultar el hombre privilegiado con respecto a otros seres posiblemente más inteligentes? De ahí que, quienes desean ver una ciencia que destruya la religión (sobre todo el cristianismo, y entre todo el cristianismo el católico en primer lugar), tengan verdadera prisa en que los descubrimientos confirmen su visión, y que aparezca vida. Se difunde así la creencia –porque eso es– de que esos hallazgos son inminentes, al menos los primeros indicios. No es raro que, al trasladarse algo nuevo a la prensa, se distorsione la información en este sentido.
Podemos poner un par de ejemplos. En 2007 se descubrió agua en un exoplaneta (un planeta que orbita una estrella distinta del sol) conocido por la referencia HD 209458b. Gran parte de la prensa dio la noticia como si por fin se hubiera descubierto un serio candidato a la vida, pues se necesita agua para la vida; además, la estrella (HD 209458a) es parecida al Sol. Si se buscaba más información –o se tomaba uno la molestia de leer el detalle de la noticia, según los casos–, el paisaje cambiaba mucho. Se trataba de un tipo de planeta conocido como «Júpiter caliente»: una gran bola gaseosa algo menor que Júpiter orbitando tan cerca de su estrella que su año era de apenas tres días y medio. Su cercanía a la estrella producía una temperatura de unos mil grados centígrados en su superficie, y que perdiera masa proyectando gas al espacio. En ese gas se había detectado algo de agua gaseosa –el descubrimiento era haberse podido hacer esa detección por primera vez–, pero el conjunto resultaba un entorno particularmente hostil a todo tipo de vida, tanto o más que, por ejemplo, en un cometa, que suele contener mucha agua, en este caso en forma de hielo.
El otro ejemplo es el descubrimiento, en diciembre de 2009, del exoplaneta GJ 1214b. Fue presentado por sus descubridores como una «supertierra», término que designa planetas rocosos –o sea, como el nuestro– de mayor tamaño que la Tierra, en este caso de masa unas seis veces mayor que la terrestre, y un diámetro dos y medio veces mayor. El que dijeran que es lo más parecido a la Tierra descubierto hasta la fecha se tradujo en la prensa como el hallazgo de un planeta como la Tierra, lo cual no es lo mismo, e incluso que era posible o incluso probable que sostuviera vida. No se reparó mucho en que el tamaño de la estrella, mucho más pequeña que el Sol, convertía esa probabilidad en bastante improbable, pues para recibir la energía necesaria el planeta tiene que estar tan cercano que gira presentando siempre la misma cara a la estrella –-como la Luna respecto a la Tierra-–, y se expone a llamaradas como las producidas por el Sol, que tendrían un efecto mortífero al estar mucho más cerca los dos cuerpos. Pero, una vez pasadas las sensacionales –o sensacionalistas– cabeceras de los periódicos, las críticas de la comunidad científica dejaron más en evidencia lo afirmado a bombo y platillo. Con los datos que se aportaban, el planeta podía ser una supertierra, pero también podía ser un «minineptuno», un planeta gaseoso con núcleo rocoso, como Neptuno pero de menor tamaño (era posible también alguna otra configuración). Después se puso en evidencia que el anuncio fue prematuro, aunque más tarde se confirmara. Todo esto da una cierta idea de cómo la auténtica ansia por encontrar vida extraterrestre distorsiona con enorme facilidad las noticias que salen a la luz pública y puedan tener una mínima relación con el tema.
Ficha
-
Julio de la Vega-Hazas
Sacerdote. Doctor en Teología. Miembro de la RIES.
- conoZe.com
- 20.I.2012
sábado, 3 de marzo de 2012
Decálogo para poner palos en las ruedas al Papa Benedicto XVI en sus viajes
¿Eres un periodista? ¿Un experto? ¿Un blogger? ¿Un comentador o un editorialista? ¿Quieres debilitar, limitar o anular el efecto de toda visita pastoral, viaje apostólico, discurso, homilía o intervención del Papa Benedicto XVI? Estás en el lugar correcto.
He aquí las reglas de oro para hacer una tarea brillante. Sin embargo, presta atención: alguno podría acusarte de describir una realidad que no existe, pero esa es otra historia…
He aquí el decálogo, formado por diez hipótesis que prevén varias soluciones alternativas o complementarias entre sí. El blog se ha inspirado en el Catholic Herald, al que agradecemos por la excelente idea.
Sin embargo, si eres un periodista, un editorialista, un comentador o un blogger que ama la verdad y tiene afecto por el Papa, puedes leer esto y continuar haciendo exactamente lo contrario mientras te ríes un buen rato.
a) construye una bella polémica sobre los costos del viaje;
b) identifica cuidadosamente las posibles temáticas (sacerdotes pedófilos, disminución de los fieles, desobediencia de los obispos, eventuales contrastes con protestantes, judíos, musulmanes);
c) actúa de tal modo que el viaje sea precedido por una escala de polémicas. Eventualmente, y en el último minuto, finge estar consternado por el comportamiento de los medios;
d) presenta el viaje como «el más difícil del Pontificado»;
e) da la máxima resonancia a las manifestaciones de protesta que se están organizando. Dispara las cifras que te ofrecen los organizadores e insinúa que los manifestantes serán más que los fieles;
f) avisa a tus lectores que las Misas y las Vigilias presididas por el Papa Benedicto estarán ciertamente desiertas;
g) pon en evidencia el hecho de que el Papa Benedicto no conoce la realidad de los diversos países que visita porque vive encerrado en el Vaticano (acariciando gatos, escribiendo libros y tocando el piano);
h) entrevista siempre a Hans Küng, una verdadera garantía;
i) pregunta siempre al Padre Lombardi si durante el viaje el Papa se encontrará con víctimas de sacerdotes pedófilos;
j) el día de la partida escribe un artículo absolutamente negativo sobre el viaje en el que precises que nadie está esperando al Papa, el cual será acogido con hielo siberiano;
k) si por casualidad el Papa visita Alemania, no olvides citar la famosa frase «Nemo propheta in patria».
2) Cuando adviertes, durante el viaje, que la realidad es muy diferente de aquella que has descrito o estás describiendo:
a) no te desanimes;
b) si eres un periodista televisivo, entrevista siempre a quien te dice que prefería a Juan Pablo II o a quien está allí por curiosidad y no para ver a Benedicto XVI. Entrevista preferiblemente a sacerdotes o seminaristas;
c) muestra las imágenes de los manifestantes incluso si son cuatro gatos. En particular: ocupa la mitad de los pocos segundos que te concede el telediario para hablar de las manifestaciones y no de lo que hace o dice el Papa;
d) si eres un periodista de la prensa escrita, trata de no evidenciar que en las manifestaciones antipapa había sólo cuatro gatos y entrevista al portavoz de los manifestantes, el cual inflará las cifras según se le ocurra;
e) nunca hagas notar a los lectores que a las manifestaciones no han llegado las multitudes esperadas;
f) no pongas en evidencia, por el contrario, los números de los fieles que acuden a escuchar al Papa Benedicto;
g) recuerda que cada manifestante debe ser contado por dos y que cada fiel vale la mitad;
h) si durante la visita ocurre un episodio de ninguna importancia (falso atentado, falsas amenazas…), pon en evidencia eso y no la actividad del Papa;
i) si el Papa dice «defendamos la familia», tú escribe: «Anatema del Papa contra las parejas de hecho»;
j) trata de simplificar al máximo y, si es posible, haz decir al Papa lo que no ha dicho y/o lo que crees haber escuchado sólo tú;
k) si el Papa se encuentra con víctimas de sacerdotes pedófilos tienes dos alternativas: o conviertes el encuentro en la única razón del viaje, o bien (es la tendencia predominante del 2011) ignoras el evento y sigues;
l) no olvides, sin embargo, avisar a tus lectores que el Papa no ha hablado explícitamente de sacerdotes pedófilos;
m) sin embargo, si el Papa habla de ello, finge no haberlo oído;
n) entrevista siempre a Hans Küng;
ñ) si el Papa te sorprende, no le des mucha satisfacción. Siempre puedes decir que este Pontífice tiene un lenguaje complejo que no llega al «hombre común»;
o) si tienes a tu disposición dos cifras sobre las presencias, indica siempre la que sea más baja;
p) pon en evidencia, al límite, que habían sí muchos fieles pero que probablemente estaban allí por curiosidad o porque pasaban allí casualmente;
q) no escribas nunca que extrañamente los fieles se mueven por la curiosidad sólo cuando está de por medio el Papa Benedicto;
r) si puedes, ignora totalmente el resto del viaje.
3) Cuando el viaje ha concluido y adviertes que has cometido, como siempre, una cantidad exagerada de errores:
a) trata de olvidar lo más pronto posible el viaje o la visita en Italia y no hables más del tema;
b) entrevista a Hans Küng para que ilumine a los lectores con su palabra.
4) Recuerda siempre que el tema «pedofilia en la Iglesia» es el argumento más popular de los últimos años:
a) aprovecha cada oportunidad que se presente;
b) quédate tranquilo: por lo general la Santa Sede no interviene en defensa del Papa, sobre todo en lo relativo a este argumento. Sigue adelante, seguro de la impunidad;
c) cuando se difunde la noticia de nuevas acusaciones al Papa (por ejemplo, una denuncia a La Haya), finge no saber que Ratzinger es el hombre que más ha hecho en las últimas décadas para combatir la plaga de los sacerdotes pedófilos;
d) no cites nunca las medidas y el ejemplo del Papa Ratzinger;
e) compórtate como si fuese la primera vez que el Papa es acusado de algo;
f) golpea al Papa en primera plana, preferiblemente con una foto de espaldas;
g) mencionada, de pasada, el caso del padre H, aunque haya sido abundantemente explicado;
h) cita también al hermano del Papa, aunque no tenga nada que ver con los cados de pedofilia verificados dentro del coro de Ratisbona;
i) es fundamental que no subrayes nunca que los casos de pedofilia de los que se trata han tenido lugar décadas atrás;
j) actúa de tal modo que el lector piense que el escándalo pedofilia ha nacido bajo el Pontificado ratzingeriano;
k) no cites nunca otros Pontificados;
l) no puntualices nunca que Ratzinger es el único Papa que se ha encontrado seis veces con víctimas de pedófilos;
m) entrevista a Hans Küng para que diga lo suyo;
n) cuando las cosas se ponen difíciles para la Iglesia, descarga toda la responsabilidad sobre Ratzinger, pero si adviertes que el viento cambia, escribe que los méritos no son sólo de Benedicto XVI;
ñ) nunca y por ninguna razón deberás escribir o pronunciar el nombre de Maciel;
o) continúa insistiendo con la apertura de los archivos fingiendo ignorar el bien hecho en estos últimos años;
p) entrevista al portavoz de las asociaciones de víctimas que más atacan al Vaticano;
q) hazte megáfono de los abogados de las víctimas y no concedas nunca a la otra parte el beneficio de la duda;
r) cuando el Vaticano calle (es decir, siempre) pero autorizados comentadores y editorialistas hagan notar que es absurdo culpar a Ratzinger, el Papa que más ha hecho contra los pedófilos, haz inmediatamente marcha atrás y no hables más de denuncias a la Haya;
s) insinúa que Benedicto XVI podría hacer mucho más, o bien que es demasiado duro y poco misericordioso hacia los culpables. En resumen: ¡actúa de tal modo que siempre tenga la culpa!
t) omite recordar que es desde 1988 que Ratzinger pide mayor severidad en el castigo a los culpables;
u) finge siempre ignorar que la Congregación para la Doctrina de la Fe es competente para los casos de pedofilia en el clero sólo desde el año 2001;
v) recuerda que, en relación a este tema, hay nombres que pueden ser dados y otros que, aún en vida y en salud, nunca deben ser involucrados.
5) Cuando el Papa pronuncia un importante discurso:
a) regla de oro: ¡ignóralo!
b) finge que no ha hablado, salvo para lamentarte por el hecho de que el Papa no se ha expresado sobre un determinado tema;
c) distorsiona el pensamiento del Papa cuando dice algo que no te gusta a ti o a tu editor;
d) intenta forzar algunos conceptos si las frases del Papa pueden ser interpretadas en favor de tu parte política o de la tu editor;
e) el «sí» a la vida debe convertirse en el «no a la píldora del día después», el «sí» a la familia debe convertirse el «no a las parejas de hecho y en particular a las homosexuales»;
f) si el Papa «reprende» a los obispos de cierto país, defiende siempre a los prelados en nombre de la colegialidad;
g) cita siempre al Concilio e insinúa que el Papa quiere anular todos los documentos conciliares;
h) entrevista a Hans Küng para que recuerde una vez más haber sido perito conciliar;
i) recuerda siempre poner en evidencia que Benedicto XVI no hace y no dice nada que no haya ya hecho o dicho su predecesor;
j) si el Papa dice algo que va contra tu fe política o la de tu editor, corre a la plaza publica y grita: «¡Injerencia!»;
k) sin embargo, si el Papa llegara decir algo contra el partido que no te gusta a ti o a tu editor, reclama la advertencia papal, el anatema y la eventual excomunión. Haz presente que el Santo Padre y la Iglesia no pueden callar. Canta los «Hosanna» cuando Benedicto XVI se exprese como te gusta a ti y a tu editor;
l) remarca que Benedicto XVI no es un Papa político pero, si habla de ética, haz entender que comete una grave injerencia en los asuntos públicos de otro país;
m) al respecto, cita el otto per mille (ocho por mil) omitiendo, sin embargo, que va a la CEI y no al Vaticano.
6) Cuando se habla en televisión de Benedicto XVI:
a) pon en evidencia siempre que es distinto de su predecesor;
b) insinúa que tiene menos carisma o que, de hecho, no lo tiene;
c) entrevista a personas que declaren preferir a otros Papas;
d) si se está hablando del Papa Benedicto, actúa de tal modo que el discurso caiga sobre otros;
e) invita a sacerdotes, obispos y cardenales habilísimos en no hablar del Papa Benedicto;
f) si estás obligado a hacer un programa sobre Ratzinger, transmítelo a la mañana temprano o muy tarde por la noche;
g) introduce las directas con el Papa sólo cuando es necesario;
h) en lo posible graba los eventos y envíalos al aire más tarde por la noche (JMJ de Madrid docet);
i) finge maravillarte si el Papa hace algo inesperado;
j) recuerda a los telespectadores que cuando fue elegido te parecía frío por ser alemán;
k) remarca que es un profesor como si fuese un título de demérito;
n) trata de hacer que por la misma red, en la misma semana (mejor si es en el mismo día), el Papa Benedicto sea ridiculizado mientras su predecesor es recordado con afecto;
ñ) ¿acaso quieres dejar de entrevistar a Hans Küng?
7) Si salen a la luz hechos ocurridos antes del 19 de abril de 2005:
a) haz de tal modo que sea cuestionado el Papa Ratzinger;
b) recoge llamamientos para que el Papa intervenga en primera persona abriendo archivos o haciendo él mismo llamamientos también sobre hechos de los que él no puede tener conocimiento;
c) entrevista a Hans Küng.
8) Cuando se habla de la relación entre Benedicto XVI y las otras religiones o las otras confesiones cristianas:
a) ponte siempre, y en cualquier circunstancia, de parte de los protestantes;
b) cuando se trata de los amigos judíos, no dejes nunca de citar el hecho de que el Papa es alemán, que ha levantado la excomunión a los obispos lefebvristas, en particular a Williamson, que ha firmado el Summorum Pontificum;
c) evita como a la peste el recordar que la oración del Viernes Santo nunca ha sido modificada ni por Pablo VI ni por Juan Pablo II y que Benedicto XVI la ha cambiado para ir al encuentro de los judíos;
d) acepta sin reservas la tesis del silencio de Pío XII y recuerda que Benedicto XVI ha declarado venerable al Papa Pacelli, pero omite señalar que el proceso de beatificación ha sido abierto en 1967;
e) cuando se trata de los amigos musulmanes, cita siempre el discurso de Ratisbona como piedra de tropiezo;
f) haz siempre referencia a la lectio de Ratisbona llamándola, a elección, «gaffe», «metedura de pata», «incidente»;
g) por ninguna razón en el mundo deberás citar los progresos en el diálogo entre católicos y musulmanes nacidos después del discurso de Ratisbona;
h) no debes nombrar nunca a los hermanos ortodoxos;
i) si los citas, no recuerdes nunca el reacercamiento entre católicos y ortodoxos atribuyendo el mérito al Papa Benedicto;
j) entrevista a Hans Küng.
9) Si hay un aniversario particular relacionado con el Papa Benedicto:
a) regla de platino: ¡ignóralo!
b) actúa exactamente como has hecho el 29 de junio de 2011 (60° aniversario de ordenación): finge que es un día cualquiera para la Iglesia;
c) presta atención: comienza ya a pensar en el 16 de abril de 2012, día en que Benedicto XVI cumplirá 85 años;
d) por ninguna razón aquella fecha deberá convertirse en ocasión para celebrar al Papa o para constatar su frescura mental o su resistencia física;
e) prepárate desde ahora al evento insistiendo en la posibilidad de la renuncia;
f) al respecto, no dejes de escuchar la opinión de Hans Küng.
10) En lo que respecta a las multitudes que asisten a los eventos presididos por Benedicto XVI:
a) regla de diamante: ¡ignóralas!
b) finge no ver a los fieles que participan en el Angelus y en las audiencias generales;
c) si se presenta un fiel menos de los previstos, haz el titular y cuenta con el ábaco;
d) sin embargo, si las asistencias superan las expectativas, mira para otro lado y no hables más de eso;
e) insinúa que los fieles acuden por la novedad pero omite recordar que Benedicto es Papa desde hace seis años y medio;
f) para reforzar la tesis, concede el debido espacio a Hans Küng.
He aquí las reglas de oro para hacer una tarea brillante. Sin embargo, presta atención: alguno podría acusarte de describir una realidad que no existe, pero esa es otra historia…
He aquí el decálogo, formado por diez hipótesis que prevén varias soluciones alternativas o complementarias entre sí. El blog se ha inspirado en el Catholic Herald, al que agradecemos por la excelente idea.
Sin embargo, si eres un periodista, un editorialista, un comentador o un blogger que ama la verdad y tiene afecto por el Papa, puedes leer esto y continuar haciendo exactamente lo contrario mientras te ríes un buen rato.
Decálogo del blog para poner palos en las ruedas al Papa Benedicto XVI
1) Prepara anticipada y escrupulosamente cada visita o viaje apostólico de Benedicto XVI:a) construye una bella polémica sobre los costos del viaje;
b) identifica cuidadosamente las posibles temáticas (sacerdotes pedófilos, disminución de los fieles, desobediencia de los obispos, eventuales contrastes con protestantes, judíos, musulmanes);
c) actúa de tal modo que el viaje sea precedido por una escala de polémicas. Eventualmente, y en el último minuto, finge estar consternado por el comportamiento de los medios;
d) presenta el viaje como «el más difícil del Pontificado»;
e) da la máxima resonancia a las manifestaciones de protesta que se están organizando. Dispara las cifras que te ofrecen los organizadores e insinúa que los manifestantes serán más que los fieles;
f) avisa a tus lectores que las Misas y las Vigilias presididas por el Papa Benedicto estarán ciertamente desiertas;
g) pon en evidencia el hecho de que el Papa Benedicto no conoce la realidad de los diversos países que visita porque vive encerrado en el Vaticano (acariciando gatos, escribiendo libros y tocando el piano);
h) entrevista siempre a Hans Küng, una verdadera garantía;
i) pregunta siempre al Padre Lombardi si durante el viaje el Papa se encontrará con víctimas de sacerdotes pedófilos;
j) el día de la partida escribe un artículo absolutamente negativo sobre el viaje en el que precises que nadie está esperando al Papa, el cual será acogido con hielo siberiano;
k) si por casualidad el Papa visita Alemania, no olvides citar la famosa frase «Nemo propheta in patria».
2) Cuando adviertes, durante el viaje, que la realidad es muy diferente de aquella que has descrito o estás describiendo:
a) no te desanimes;
b) si eres un periodista televisivo, entrevista siempre a quien te dice que prefería a Juan Pablo II o a quien está allí por curiosidad y no para ver a Benedicto XVI. Entrevista preferiblemente a sacerdotes o seminaristas;
c) muestra las imágenes de los manifestantes incluso si son cuatro gatos. En particular: ocupa la mitad de los pocos segundos que te concede el telediario para hablar de las manifestaciones y no de lo que hace o dice el Papa;
d) si eres un periodista de la prensa escrita, trata de no evidenciar que en las manifestaciones antipapa había sólo cuatro gatos y entrevista al portavoz de los manifestantes, el cual inflará las cifras según se le ocurra;
e) nunca hagas notar a los lectores que a las manifestaciones no han llegado las multitudes esperadas;
f) no pongas en evidencia, por el contrario, los números de los fieles que acuden a escuchar al Papa Benedicto;
g) recuerda que cada manifestante debe ser contado por dos y que cada fiel vale la mitad;
h) si durante la visita ocurre un episodio de ninguna importancia (falso atentado, falsas amenazas…), pon en evidencia eso y no la actividad del Papa;
i) si el Papa dice «defendamos la familia», tú escribe: «Anatema del Papa contra las parejas de hecho»;
j) trata de simplificar al máximo y, si es posible, haz decir al Papa lo que no ha dicho y/o lo que crees haber escuchado sólo tú;
k) si el Papa se encuentra con víctimas de sacerdotes pedófilos tienes dos alternativas: o conviertes el encuentro en la única razón del viaje, o bien (es la tendencia predominante del 2011) ignoras el evento y sigues;
l) no olvides, sin embargo, avisar a tus lectores que el Papa no ha hablado explícitamente de sacerdotes pedófilos;
m) sin embargo, si el Papa habla de ello, finge no haberlo oído;
n) entrevista siempre a Hans Küng;
ñ) si el Papa te sorprende, no le des mucha satisfacción. Siempre puedes decir que este Pontífice tiene un lenguaje complejo que no llega al «hombre común»;
o) si tienes a tu disposición dos cifras sobre las presencias, indica siempre la que sea más baja;
p) pon en evidencia, al límite, que habían sí muchos fieles pero que probablemente estaban allí por curiosidad o porque pasaban allí casualmente;
q) no escribas nunca que extrañamente los fieles se mueven por la curiosidad sólo cuando está de por medio el Papa Benedicto;
r) si puedes, ignora totalmente el resto del viaje.
3) Cuando el viaje ha concluido y adviertes que has cometido, como siempre, una cantidad exagerada de errores:
a) trata de olvidar lo más pronto posible el viaje o la visita en Italia y no hables más del tema;
b) entrevista a Hans Küng para que ilumine a los lectores con su palabra.
4) Recuerda siempre que el tema «pedofilia en la Iglesia» es el argumento más popular de los últimos años:
a) aprovecha cada oportunidad que se presente;
b) quédate tranquilo: por lo general la Santa Sede no interviene en defensa del Papa, sobre todo en lo relativo a este argumento. Sigue adelante, seguro de la impunidad;
c) cuando se difunde la noticia de nuevas acusaciones al Papa (por ejemplo, una denuncia a La Haya), finge no saber que Ratzinger es el hombre que más ha hecho en las últimas décadas para combatir la plaga de los sacerdotes pedófilos;
d) no cites nunca las medidas y el ejemplo del Papa Ratzinger;
e) compórtate como si fuese la primera vez que el Papa es acusado de algo;
f) golpea al Papa en primera plana, preferiblemente con una foto de espaldas;
g) mencionada, de pasada, el caso del padre H, aunque haya sido abundantemente explicado;
h) cita también al hermano del Papa, aunque no tenga nada que ver con los cados de pedofilia verificados dentro del coro de Ratisbona;
i) es fundamental que no subrayes nunca que los casos de pedofilia de los que se trata han tenido lugar décadas atrás;
j) actúa de tal modo que el lector piense que el escándalo pedofilia ha nacido bajo el Pontificado ratzingeriano;
k) no cites nunca otros Pontificados;
l) no puntualices nunca que Ratzinger es el único Papa que se ha encontrado seis veces con víctimas de pedófilos;
m) entrevista a Hans Küng para que diga lo suyo;
n) cuando las cosas se ponen difíciles para la Iglesia, descarga toda la responsabilidad sobre Ratzinger, pero si adviertes que el viento cambia, escribe que los méritos no son sólo de Benedicto XVI;
ñ) nunca y por ninguna razón deberás escribir o pronunciar el nombre de Maciel;
o) continúa insistiendo con la apertura de los archivos fingiendo ignorar el bien hecho en estos últimos años;
p) entrevista al portavoz de las asociaciones de víctimas que más atacan al Vaticano;
q) hazte megáfono de los abogados de las víctimas y no concedas nunca a la otra parte el beneficio de la duda;
r) cuando el Vaticano calle (es decir, siempre) pero autorizados comentadores y editorialistas hagan notar que es absurdo culpar a Ratzinger, el Papa que más ha hecho contra los pedófilos, haz inmediatamente marcha atrás y no hables más de denuncias a la Haya;
s) insinúa que Benedicto XVI podría hacer mucho más, o bien que es demasiado duro y poco misericordioso hacia los culpables. En resumen: ¡actúa de tal modo que siempre tenga la culpa!
t) omite recordar que es desde 1988 que Ratzinger pide mayor severidad en el castigo a los culpables;
u) finge siempre ignorar que la Congregación para la Doctrina de la Fe es competente para los casos de pedofilia en el clero sólo desde el año 2001;
v) recuerda que, en relación a este tema, hay nombres que pueden ser dados y otros que, aún en vida y en salud, nunca deben ser involucrados.
5) Cuando el Papa pronuncia un importante discurso:
a) regla de oro: ¡ignóralo!
b) finge que no ha hablado, salvo para lamentarte por el hecho de que el Papa no se ha expresado sobre un determinado tema;
c) distorsiona el pensamiento del Papa cuando dice algo que no te gusta a ti o a tu editor;
d) intenta forzar algunos conceptos si las frases del Papa pueden ser interpretadas en favor de tu parte política o de la tu editor;
e) el «sí» a la vida debe convertirse en el «no a la píldora del día después», el «sí» a la familia debe convertirse el «no a las parejas de hecho y en particular a las homosexuales»;
f) si el Papa «reprende» a los obispos de cierto país, defiende siempre a los prelados en nombre de la colegialidad;
g) cita siempre al Concilio e insinúa que el Papa quiere anular todos los documentos conciliares;
h) entrevista a Hans Küng para que recuerde una vez más haber sido perito conciliar;
i) recuerda siempre poner en evidencia que Benedicto XVI no hace y no dice nada que no haya ya hecho o dicho su predecesor;
j) si el Papa dice algo que va contra tu fe política o la de tu editor, corre a la plaza publica y grita: «¡Injerencia!»;
k) sin embargo, si el Papa llegara decir algo contra el partido que no te gusta a ti o a tu editor, reclama la advertencia papal, el anatema y la eventual excomunión. Haz presente que el Santo Padre y la Iglesia no pueden callar. Canta los «Hosanna» cuando Benedicto XVI se exprese como te gusta a ti y a tu editor;
l) remarca que Benedicto XVI no es un Papa político pero, si habla de ética, haz entender que comete una grave injerencia en los asuntos públicos de otro país;
m) al respecto, cita el otto per mille (ocho por mil) omitiendo, sin embargo, que va a la CEI y no al Vaticano.
6) Cuando se habla en televisión de Benedicto XVI:
a) pon en evidencia siempre que es distinto de su predecesor;
b) insinúa que tiene menos carisma o que, de hecho, no lo tiene;
c) entrevista a personas que declaren preferir a otros Papas;
d) si se está hablando del Papa Benedicto, actúa de tal modo que el discurso caiga sobre otros;
e) invita a sacerdotes, obispos y cardenales habilísimos en no hablar del Papa Benedicto;
f) si estás obligado a hacer un programa sobre Ratzinger, transmítelo a la mañana temprano o muy tarde por la noche;
g) introduce las directas con el Papa sólo cuando es necesario;
h) en lo posible graba los eventos y envíalos al aire más tarde por la noche (JMJ de Madrid docet);
i) finge maravillarte si el Papa hace algo inesperado;
j) recuerda a los telespectadores que cuando fue elegido te parecía frío por ser alemán;
k) remarca que es un profesor como si fuese un título de demérito;
n) trata de hacer que por la misma red, en la misma semana (mejor si es en el mismo día), el Papa Benedicto sea ridiculizado mientras su predecesor es recordado con afecto;
ñ) ¿acaso quieres dejar de entrevistar a Hans Küng?
7) Si salen a la luz hechos ocurridos antes del 19 de abril de 2005:
a) haz de tal modo que sea cuestionado el Papa Ratzinger;
b) recoge llamamientos para que el Papa intervenga en primera persona abriendo archivos o haciendo él mismo llamamientos también sobre hechos de los que él no puede tener conocimiento;
c) entrevista a Hans Küng.
8) Cuando se habla de la relación entre Benedicto XVI y las otras religiones o las otras confesiones cristianas:
a) ponte siempre, y en cualquier circunstancia, de parte de los protestantes;
b) cuando se trata de los amigos judíos, no dejes nunca de citar el hecho de que el Papa es alemán, que ha levantado la excomunión a los obispos lefebvristas, en particular a Williamson, que ha firmado el Summorum Pontificum;
c) evita como a la peste el recordar que la oración del Viernes Santo nunca ha sido modificada ni por Pablo VI ni por Juan Pablo II y que Benedicto XVI la ha cambiado para ir al encuentro de los judíos;
d) acepta sin reservas la tesis del silencio de Pío XII y recuerda que Benedicto XVI ha declarado venerable al Papa Pacelli, pero omite señalar que el proceso de beatificación ha sido abierto en 1967;
e) cuando se trata de los amigos musulmanes, cita siempre el discurso de Ratisbona como piedra de tropiezo;
f) haz siempre referencia a la lectio de Ratisbona llamándola, a elección, «gaffe», «metedura de pata», «incidente»;
g) por ninguna razón en el mundo deberás citar los progresos en el diálogo entre católicos y musulmanes nacidos después del discurso de Ratisbona;
h) no debes nombrar nunca a los hermanos ortodoxos;
i) si los citas, no recuerdes nunca el reacercamiento entre católicos y ortodoxos atribuyendo el mérito al Papa Benedicto;
j) entrevista a Hans Küng.
9) Si hay un aniversario particular relacionado con el Papa Benedicto:
a) regla de platino: ¡ignóralo!
b) actúa exactamente como has hecho el 29 de junio de 2011 (60° aniversario de ordenación): finge que es un día cualquiera para la Iglesia;
c) presta atención: comienza ya a pensar en el 16 de abril de 2012, día en que Benedicto XVI cumplirá 85 años;
d) por ninguna razón aquella fecha deberá convertirse en ocasión para celebrar al Papa o para constatar su frescura mental o su resistencia física;
e) prepárate desde ahora al evento insistiendo en la posibilidad de la renuncia;
f) al respecto, no dejes de escuchar la opinión de Hans Küng.
10) En lo que respecta a las multitudes que asisten a los eventos presididos por Benedicto XVI:
a) regla de diamante: ¡ignóralas!
b) finge no ver a los fieles que participan en el Angelus y en las audiencias generales;
c) si se presenta un fiel menos de los previstos, haz el titular y cuenta con el ábaco;
d) sin embargo, si las asistencias superan las expectativas, mira para otro lado y no hables más de eso;
e) insinúa que los fieles acuden por la novedad pero omite recordar que Benedicto es Papa desde hace seis años y medio;
f) para reforzar la tesis, concede el debido espacio a Hans Küng.
Nota del editor
Dado que algún lector no ha entendido la ironía del artículo, recalcar que en él se describe el modo de proceder habitual de una gran parte de la prensa cuando tratan los viajes apostólicos del Papa.Ficha
- La Buhardilla de Jerónimo
- conoZe.com
- 26.IX.2011
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