El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, responsable de pastoral juvenil de la Conferencia Episcopal Española y
muy popular por sus intervenciones en Radio María comentando el
Catecismo, ha escrito unas líneas sobre sus experiencias en Sao Paulo,
con los peregrinos de la JMJ en Brasil en los días previos a la llegada
del Papa Francisco.
Al obispo le asombra la acogida y alegría unidas a la humildad de los
brasileños de zonas desfavorecidas, y la combinación de devoción y
entusiasmo, de guitarra eléctricas y ropajes litúrgicos, de adoración y
música "marchosa de alabanza"...
Reproducimos aquí su crónica inicial:
»Estamos acogidos en la parroquia de Santa Luzia de la diócesis de Campo
Olimpo, que es la periferia de Sao Paulo (que a su vez la mayor urbe de
Brasil, con más de 24 millones de habitantes contando con las
poblaciones de la periferia que están unidas).
»La parroquia en la que estamos acogidos es de estrato social muy humilde, y un 30% de su población viven en favelas. Los demás en casas legalizadas, aunque muy humildes. Nos han acogido no digo bien, sino increíblemente bien. Es emocionante ver la hospitalidad de los pobres.
»La presencia de sectas en este barrio es fortísima. El 50 % de la
población está en sectas, y el otro 50% es católica. El número de sectas
es altísimo. El párroco dice que hay más de cien sectas creadas en este
barrio.
»Nos explicaron con detalle el funcionamiento de la pastoral parroquial, en la que hay de todo (Renovación Carismática, Legión de María, Apostolado de la oración, grupos vicencianos de CARIDAD, grupos de pastoral juvenil, etc).
»Después fuimos a las favelas donde jugamos un partido de futbol con los
chavales, que nos dieron la revancha a los españoles, pero volvimos a
perder… ¡Impresionante cómo pueden jugar al futbol unos mocosos
descalzos ¡
»Luego entramos en una favela a rezar el rosario, metidos como pudimos
en varias habitaciones. Lo hicimos en la favela de una familia en la que
habían matado a dos hijos en un tiroteo. La madre nos había preparado
una merienda para después del Rosario, y luego hicimos una fiesta con
bailes a la que asistieron los miembros católicos de las favelas vecinas
(también al Rosario). Todo el mundo bailaba, cada uno en el cubículo en
que se encontrase, porque era imposible que cupiésemos en el mismo
habitáculo.
»No os podéis ni imaginar cómo acogían la presencia del obispo entre
ellos, y son más ‘devotos’ que nuestras monjas de clausura (y creo que
no exagero, je, je…)
»Salimos de la favela ya de noche (aquí estamos en invierno y anochece para las 18:00) y era impresionante caminar sin luz por aquellos lugares (eso sí, siempre estamos acompañados por la organización de la parroquia, y estamos muy seguros).
»Tuvimos una eucaristía a las 20:00 en la parroquia, a la que asistió muchísima gente del barrio. Es
impresionante cómo se puede compaginar tanta ‘devoción’ con tanta
fiesta en la eucaristía (guitarras eléctricas y batería inclusive). Al mismo tiempo, todo ´supersolemne´, con monaguillos con sotana roja y roquete incluído. Al terminar la eucaristía, unos diez minutos de cantos y baile en la iglesia con toda la gente que no terminaba de marcharse, por la música religiosa tan animada.
»Luego cada uno a su casa. Estamos acogidos de dos en dos, o de tres en
tres, en hogares de la zona. Allí desayunamos, comemos y cenamos; aunque
también hemos hecho una comida conjunta.
»La conclusión de la experiencia:
1.- Los pobres nos evangelizan
2.- La Iglesia está más viva que nunca, pese al reto de las sectas
3.- Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de Dios
4.- Te doy gracias, Padre, porque estas cosas se las has ocultado a los
sabios e inteligentes y se las has revelado a la gente sencilla.
http://www.religionenlibertad.com/contactar.asp?idarticulo=30297
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