Jesús Hernández Sahagún es el exorcista
de la Archidiócesis de Valladolid, el único de Castilla y León y uno de
los pocos de España. Hace años que realiza una práctica tan reconocida
por la Iglesia como polémica.
Su imputación en el caso de la adolescente burgalesa que fue sometida a 13 exorcismos en el Convento de las Salesas de Valladolid, lo que llevó a algunos de sus familiares a presentar una denuncia, no le ha movido un ápice de sus convicciones.
Y así las explica en un artículo publicado en el Anuario de la Cofradía
de Nuestra Señora la Virgen de las Angustias de Valladolid, que acaba
de ver la luz.
Hernández, que además de canónigo penitenciario es cofrade de dicha
hermandad, comienza su exposición refiriéndose a su experiencia «no sólo
en la existencia de este ángel caído, sino de su acción satánica tanto
en las personas como en las relaciones sociales».
«Sin embargo, el poder de Satán no es infinito», asegura en su escrito. «Los exorcistas comprobamos cómo el demonio queda derrotado en la práctica del exorcismo», recalca.
Precisamente, Hernández Sahagún señala en su artículo que «es importante asegurarse, antes de celebrar el exorcismo, que se trata de una presencia del maligno y no de una enfermedad»,
una apreciación que cobra especial importancia en el caso de la joven
burgalesa a la que sometió a 13 exorcismos y que acabó en un centro
residencia de Zamora bajo la tutela de la Junta. Hoy dicha joven, ya
mayor de edad, reside con sus padres por voluntad propia.
Cuatro tipos de influencia diabólica
Distingue después entre cuatro tipos diferentes de «influencia diabólica».
La posesión es la más grave y se produce cuando «el
diablo toma posesión del cuerpo de una persona y la hace actuar o hablar
bajo su control sin que la persona pueda resistirse».
La segunda modalidad es la vejación diabólica,
«tormentos que no llegan hasta la posesión». «Algunas personas se ven
atacadas en sus afectos, en su trabajo o en su salud sin que los médicos
sepan dar razón» señala.
La tercera forma es la «obsesión diabólica» y se
produce cuando «la persona sufre con pensamientos absurdos o incluso
blasfemos de los que no puede deshacerse y provoca en la víctima un
estado de encerramiento».
Por último, está «la infestación diabólica, que puede afectar a casas, objetos y animales».
El canónigo destaca también cómo desde el Antiguo Testamento hasta el
Nuevo hay referencias a la existencia de satanás, al que atribuye «los
desastres ocurridos durante el siglo XX y que perduran con más furor en
estas primeras décadas del siglo XXI».
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El libro que recomienda ReL sobre exorcismos y lucha contra el Maligno: Así se vence al demonio, de J.M.Zavala
Montse Serrador/Valladolid
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