sábado, 24 de febrero de 2018

¿Por qué la Cuaresma?

Ella nos hace recordar las palabras del Maestro divino: "Si no hicieres penitencia, todos pereceréis" (Lc 13,3)


Por: n/a | Fuente: GaudiumPrress.org



Desde los principios del Cristianismo la "Cuaresma marcó para los cristianos un tiempo de gracia, oración, penitencia y ayuno, a fin de obtener la conversión". Ella nos hace recordar las palabras del Maestro divino: "Si no hicieres penitencia, todos pereceréis" (Lc 13,3).


Esos cuarenta días que preceden a la Semana Santa, son colocados por la Iglesia para que cada uno de nosotros se prepare para la mayor de todas las Solemnidades litúrgicas del año, la Pascua, la gran celebración de la Resurrección de Jesús, la victoria de Él y nuestra sobre el Mal, sobre el pecado, sobre la muerte y sobre el infierno.


La Carta apostólica del Papa Pablo VI, aprobando las Normas Universales del Año 0 Litúrgico y el nuevo Calendario Romano general, dice, en el n. 28: "El tiempo de la Cuaresma va de Miércoles de Cenizas hasta la Misa en la Cena del Señor (Jueves Santo, a la tarde), inclusive".

Jesús está presente en la Liturgia

La celebración litúrgica no es mero recuerdo del pasado, algo que ocurrió con Jesús y pasó, no. Jesús está presente en la Liturgia. El Catecismo dice que: "Por la liturgia, Cristo, nuestro redentor y sumo sacerdote, continúa en su Iglesia, con ella y por ella, la obra de nuestra redención." (§1069). Esto es, por la Liturgia de la Iglesia Él continúa salvándonos, especialmente por los Sacramentos, y hace tornar presente nuestra redención.

Pero, para que el cristiano pueda beneficiarse de esa celebración precisa estar preparado, con el alma purificada y el corazón sediento de Dios. La Iglesia recomienda sobre todo que vivamos aquello que ella llama de "remedios contra el pecado" (ayuno, limosna y oración), que Jesús recomendó en el Sermón de la Montaña (Mt 6, 1-8) y que la Iglesia nos coloca delante de los ojos ya el Miércoles de Cenizas, en la apertura de la Cuaresma.

Meta de la Cuaresma

La meta de la Cuaresma es la expiación de los pecados; pues ellos son la lepra del alma. No existe nada peor que el pecado para el hombre, la Iglesia y el mundo.
Todos los ejercicios de piedad e de mortificación tienen como objetivo librarnos del pecado.

El ayuno fortalece el espíritu y la voluntad para que las pasiones desordenadas, especialmente aquellas que se refieren al cuerpo (gula, lujuria, pereza), no dominen nuestra vida y nuestra conducta. La limosna socorre al pobre necesitado y produce en nosotros el desapego y el despojamiento de los bienes terrenales; esto nos ayuda a vencer la ganancia y el apego al dinero.

La oración fortalece el alma en el combate contra el pecado. Jesús recomendó en la noche de su agonía: "Vigilad y orad, el espíritu es fuerte pero la carne es débil". La Palabra de Dios nos enseña:

"Es buena la oración acompañada del ayuno y dar limosna vale más que juntar tesoros de oro, porque la limosna libra de la muerte, y es la que borra los pecados, y hace encontrar la misericordia y la vida eterna" (Tb 12, 8-9).

"El agua apaga el fuego ardiente, y la limosna resiste a los pecados" (Eclo 3,33). "Encierra la limosna en el seno del pobre, y ella rogará por ti para librarte de todo el mal" (Eclo 29,15).


Jesús enseñó: "Es necesario orar siempre sin jamás dejar de hacerlo" (Lc 18,1b); "Vigilad y orad para que no entréis en tentación" (Mt 26,41a); "Pedid y se os dará" (Mt 7,7). Y San Pablo recomendó: "Orad sin cesar" (I Ts 5,17).


Cuaresma es, pues, tiempo de rompimiento total con el pecado. Algunos piensan que no tienen pecado, se juzgan irreprensibles, como aquel fariseo de la parábola que despreciaba al pobre publicano (Lc 18,10 ss); pero en verdad, muchas veces no perciben los propios pecados por causa de una consciencia malformada que acaba encubriéndolos. Para no caer en este error tenemos que comparar nuestra vida con aquellos que fueron los modelos de santidad: Cristo y los Santos.


Así podemos prepararnos para el Banquete pascual glorioso, encontrándose con el Señor resucitado y glorioso con el alma renovada en su amor

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Artículo publicado originalmente en GaudiumPress.org
Se autoriza su publicación desde que cite la fuente.

domingo, 18 de febrero de 2018

Primer domingo de CUARESMA 2018







Día 18 I Domingo de Cuaresma

 Nos ofrece el Santo Evangelio de la Misa en este primer domingo de Cuaresma un momento de la vida del Señor, anterior al comienzo de su vida pública. Aparece Jesús, semejante en esto a todos los hombres menos en el pecado, sufriendo tentaciones. No explica san Marcos de qué modo fue tentado, ya lo hacen san Mateo y san Lucas, nos basta por ello en este día con reflexionar, en la presencia de Dios, sobre la realidad de la tentación: como Jesús fue tentado y, superando esa prueba, rechazó a Satanás que quería apartarle de Dios, así nosotros, rechazando con decisión lo que nos pueda desviar del camino de la santidad, imitamos a Cristo y nos asemejamos más y más al ideal humano y divino que nos vino a traer al mundo. La tentación es permanente en nuestra vida. Casi de continuo notamos la posibilidad, la inclinación incluso, de buscar la complacencia personal aun a costa de dejar de lado lo que Dios espera. También reconocemos, y es precisamente esto lo que da la grandeza a la vida del hombre, una continua ocasión de agradar a Dios, de amarle, hasta en las circunstancias más corrientes de la vida, por intrascendentes que a primera vista pudieran parecer. Es como la otra cara de la misma moneda, pues, como afirma una antigua antífona litúrgica: "Quien sufre tentación es dichoso, pues, al ser probado y vencer, recibirá la corona de la vida". La tentación, la posibilidad de preferir nuestro gusto a lo que Dios desea, es, en todo caso, una realidad siempre presente en nuestra vida. Es claro, sin embargo, que la ilusión del hombre que se sabe cristiano será moverse por impulsos positivos: filialmente atraído por el Amor de Dios Padre que nos invita a su intimidad. Pero, de hecho, ¡con cuánta frecuencia nos hemos alejado de ese Padre que tanto nos quiere! Es posible que casi siempre se trate de pequeños distanciamientos que no nos impiden la visión de Nuestro Señor, y nos pasa casi sin darnos cuenta. Otras veces, en cambio, el apartamiento es total: el pecado grave destruye la relación con Dios que, de ordinario, sólo se puede recuperar en el sacramento de la Penitencia.

sábado, 10 de febrero de 2018

Francisco apunta al “uso responsable de las tecnologías” para combatir la trata

Discurso al ‘Grupo Santa Marta’ (Texto completo)


El Papa saluda a una mujer policía del 'Grupo Santa Marta' © Vatican Media


El Papa saluda a una mujer policía del 'Grupo Santa Marta' © Vatican Media


(ZENIT – 9 feb. 2018).- El Papa Francisco ha declarado que las iniciativas destinadas a combatir la trata de personas, en su objetivo concreto de desmantelar las redes criminales, deben tener en cuenta el “uso responsable de las tecnologías y los medios de comunicación”.


Esta mañana, 9 de febrero de 2018, a las 12 horas, el Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia a los miembros del ‘Grupo Santa Marta’, creado por él para combatir el tráfico de personas y las redes de explotación.


Los días 8 y 9 de febrero, el ‘Grupo Santa Marta’ se ha reunido en el Vaticano para celebrar la conferencia sobre la “trata de seres humanos” y sobre las “formas modernas de esclavitud”.


Asimismo, el Santo Padre ha apuntado en este encuentro al estudio de las “implicaciones éticas de los modelos de crecimiento económico que dan la prioridad a los beneficios en lugar de a las personas”.
Es importante destacar de las palabras del Papa el agradecimiento al ‘Grupo Santa Marta’ por todos los esfuerzos realizados para llevar el “bálsamo de la misericordia” divina a los que sufren. El Pontífice ha apuntado que este también es un “paso esencial para la rehabilitación y la renovación de la sociedad en su conjunto”.


Publicamos a continuación el discurso que el Papa ha dirigido a los presentes en el encuentro.



Discurso del Papa Francisco


Queridos hermanos obispos:
Queridos amigos,

Os doy la bienvenida, miembros del Grupo Santa Marta, al concluir vuestra Conferencia, dedicada este año a ofrecer una perspectiva mundial sobre la trata de seres humanos y sobre las formas modernas de esclavitud. En calidad de líderes de las fuerzas del orden, de la investigación, de las políticas públicas y la asistencia pastoral, dais una contribución esencial para abordar las causas y los efectos de este flagelo moderno, que sigue causando indecibles sufrimientos humanos.


Mi esperanza es que estos días de reflexión e intercambio de experiencias hayan arrojado todavía más luz sobre la interacción de las problemáticas mundiales y locales de la trata de personas humanas. La experiencia demuestra que esas formas modernas de esclavitud están mucho más extendidas de lo que se podría imaginar, incluso -para nuestra vergüenza y escándalo- dentro de nuestras sociedades más prósperas.


El grito de Dios a Caín, que se encuentra en las primeras páginas de la Biblia – “¿Dónde está tu hermano?” – nos empuja a examinar seriamente las diversas formas de complicidad con las que la sociedad tolera y alienta, particularmente con respecto a la trata con fines sexuales, la explotación de hombres, mujeres y niños vulnerables (véase la Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, 211). Las iniciativas destinadas a combatir la trata de personas, en su objetivo concreto de desmantelar las redes criminales, deben tener cada vez más en cuenta los amplios sectores relacionados, como, por ejemplo, el uso responsable de las tecnologías y los medios de comunicación, sin mencionar el estudio de las implicaciones éticas de los modelos de crecimiento económico que dan la prioridad a los beneficios en lugar de a las personas.


Confío en que vuestras discusiones de estos días también contribuirán a incrementar la toma de conciencia sobre la creciente necesidad de ayudar a las víctimas de estos crímenes, acompañándolas en un camino de reintegración en la sociedad y restableciendo su dignidad humana. La Iglesia está agradecida por todos los esfuerzos realizados para llevar el bálsamo de la misericordia divina a los que sufren, porque este es también un paso esencial para la rehabilitación y la renovación de la sociedad en su conjunto.


Queridos amigos, con gratitud por vuestro compromiso y vuestra colaboración en este sector crucial, os expreso mis mejores deseos, acompañados de la oración, para la continuación de vuestro trabajo. Sobre vosotros, vuestras familias y todos aquellos a quienes servís, invoco la bendición del Señor que da sabiduría, fuerza y ​​paz. Y os pido, por favor, que recéis por mí.


© Librería Editorial Vaticano

sábado, 3 de febrero de 2018

12 razones contundentes del porqué necesitamos un retiro espiritual

Es esa pausa que necesitamos en el caminar de nuestras vidas para encontrarnos de una manera más profunda y directa con Dios

Por: Silvana Ramos | Fuente: Catholic-link.com




¿Cuán tristes se habrán sentido aquellos discípulos que caminaban hacia Emaús? Cristo había muerto. Su desánimo y desconcierto debió haber sido grande. Ellos lo conocían, nadie les había contado sobre Él, habían sido amigos cercanos. No solo habían perdido a su maestro, a su amigo, habían perdido su razón de ser. Algunas mujeres decían que había resucitado, que no había nadie en el sepulcro pero, para ellos eso era incomprensible, una locura.
Y así en plena oscuridad, es nuevamente el mismo Jesús el que sale al encuentro, el que siempre da el primer paso. Y no aparece diciendo: –«¡Hey amigos! ¿De qué están tristes? Soy yo, ¡que no ven que no he muerto!»– Por el contrario, Jesús delicadamente aparece como uno más, se hace el desentendido, les pregunta, entiende su dolor, les habla nuevamente sobre todo lo que el maestro les enseñó…acompaña su camino y cuando están preparados les muestra su rostro: Cristo vive.
Pasa que en nuestro caminar por esta vida no pocas veces nos encontramos como esos discípulos de Emaús. Caminamos tristes, con un anhelo profundo en el corazón por la Verdad. Una verdad que tantas veces se nos olvida. Es por eso que una pausa en el camino, dejar que Jesús entre y predisponernos a escucharlo es algo que necesitamos. 
Un retiro espiritual es esa pausa que necesitamos en el caminar de nuestras vidas para encontrarnos de una manera más profunda y directa con Dios. Esta es una práctica común en la iglesia que no debemos dejar de lado. Si nunca has ido a alguno o si de pronto crees que no lo necesitas, aquí te dejamos algunos puntos importantes de lo sucede en un retiro espiritual. Anímate a ir a uno.
«Los hombres y las mujeres de hoy necesitan encontrar a Dios y conocerlo “no de oídas”. (…) un buen curso de Ejercicios Espirituales contribuye a renovar en quien participa la adhesión incondicional a Cristo y ayuda a entender que la oración es el medio insustituible de unión al Crucificado» (Papa Francisco).


1. Es posible que al principio no entiendas y quieras salir corriendo

Cuando un retiro empieza, los primeros momentos suelen ser raros. Es como si de pronto el mundo se detuviera y entraras en algo que no comprendes. Tal vez tengas la urgencia de salir o la incomodidad de encontrarte con este nuevo espacio. ¿Para qué habré venido? ¿Para qué complicarme la vida? Ten paciencia, ábrete a la acción de Dios y permite que sea El quien guíe tus pasos. No te arrepentirás.

2. Te encontrarás con tu propia oscuridad y desierto

Hacer una pausa y entrar en un retiro necesariamente lleva a que revisemos nuestra vida. Cómo la hemos venido viviendo, cuáles son esos eventos que nos han marcado. Es mirar también de frente a nuestro pecado, reconocer que hemos hecho daño y nos hemos dañado. Mirar de frente ese dolor que tal vez en un primer momento resulte difícil de reconocer y asimilar es absolutamente necesario para poder reconciliar y experimentar el amor y la misericordia de Dios.

3. Descubrirás que tienes mucho para estar agradecido

Así como experimentas esa oscuridad, también empezarás a ver la obra de Dios en tu vida, a reconocer todo lo que Él siempre te ha otorgado, su presencia en momentos insospechados, la belleza de la gente que te rodea, tu familia, tus amigos, tu comunidad, las mismas personas que acompañan tu retiro, todo te hablará de Dios y empezarás a descubrir la riqueza en tu vida. Una riqueza que ningún dinero podrá jamás comprar.

4. Experimentarás la Verdad y la Belleza de Dios

Los momentos de oración en un retiro son intensos. Las visitas al Santísimo Sacramento, las pláticas, el compartir con los demás. Dios se manifiesta de maneras inesperadas y en momentos sorprendentes. Descubrirás que la verdad existe, que no es un concepto relativo, la verdad es Dios mismo. Ese Dios que cumple su promesa cuando dijo: «Y yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo» (Mateo 28,20).

5. Verás como Dios te cuida de una manera personal

El trato personal lo inventó Dios. Sí, no fueron las grandes corporaciones ni el servicio de atención al cliente. Fue Dios. El fue el primero que ama con un amor infinito y a la vez “hecho a medida”. Como padre bueno que es, conoce hasta el último detalle de nuestro corazón, nuestros sueños, anhelos y todos los toma en consideración. Muchas veces no entendemos por qué permite ciertas cosas, pero lo cierto es que Él nos conoce incluso mejor que nosotros mismos. En un retiro experimentarás ese amor que te hace sentir su hijo favorito.

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6. Serás testigo directo de su actuar en la vida de los demás

Así como experimentas ese amor y ese cuidado hacia a ti. Si sales un poco de ti y miras a los demás verás cómo de esa misma manera quiere a cada uno de los que está presente. Los que provienen de una familia numerosa tal vez puedan entender esto mejor. El padre que llena de detalles a cada uno de sus hijos, que da las respuestas que cada uno pregunta y las da a la medida. Trata y educa de acuerdo a las necesidades especiales de cada hijo. Mirar la acción de Dios en otros es una experiencia por demás conmovedora. Una enseñanza de cómo tú debes tratar a los demás.

7. Experimentarás Su sentido del humor

¿Alguna vez te has reído de las ocurrencias de un niño? De la misma manera escucharás a Dios reírse de las tuyas, jugarte bromas tiernas y reír hasta quedar sin aliento. El sentido del humor de Dios es inigualable. Es un sentido del humor tierno, que busca que aprendas con cariño y diversión. Me recuerda a mi madre riéndose cuando mis hermanos empezaban a hablar…

8. Encontrarás descanso

Entrar de retiro es salir a una vida nueva. Es poder echarte a mirar el cielo y descubrir una grandeza que eras incapaz de ver por estar siempre parado mirando hacia el piso. Encontrarás una parada, alguien que te dio posada para poder volver a leer el mapa y cambiar de dirección si estabas perdido. Un lugar donde recobrarás fuerzas para continuar.

9. Recordarás lo importante que es la vida de oración

Muchas veces pensamos que con ir a misa y rezar brevemente por las noches o en algún espacio del día es suficiente. Cuando te das una pausa y tienes un tiempo prolongado de encuentro con el Señor como sucede en los retiros, tu vida de oración necesariamente se incrementa. Y estando así en oración, en contemplación y adoración recordarás que la oración es ese “idioma” para hablar con Dios, para conocerlo y sobre todo para escucharlo. Recordarás que la oración es vital para un cristiano.

10. Descubrirás que los mejores amigos son los que te acercan a Cristo

Es probable que a un retiro vayas acompañada de amigos, o tal vez ahí mismo conozcas gente que te acompañará siempre, aunque no veas mucho después. «No hay amor más grande que dar la vida por los amigos» (Juan 15, 9-17), es una realidad tangible, en un retiro abrirás tu corazón, compartirás con ellos y celebrarás con ellos todo el amor recibido. Los amigos que hacemos en el Señor son verdaderos regalos, amistades especiales con las que compartes toda tu vida. Sé tú también para ellos ese “lugar-persona” donde descansar, donde confiar y con quién compartir.

11. Renovarás esa necesidad por los sacramentos

En el camino de Emaús, Jesús sale al encuentro, reconforta a sus discípulos tristes por su falta de fe, pero no solo eso, Jesús termina esa conversación partiendo el pan, y es ahí donde los discípulos lo reconocen. Los sacramentos de la reconciliación y de la Eucaristía son esa fuerza ese renovarnos en Cristo, recibir su perdón y alimentarnos de su Espíritu. A veces lo hacemos mecánicamente, el silencio y el espacio que brinda un retiro espiritual permita que puedas volver a saborear esa necesidad de Dios.

12. Saldrás con una ganas infinitas de gritarle al mundo que Dios está vivo

Es imposible que después de todo lo vivido y recibido en un momento de profundo contacto con Dios, no tengas ganas de salir a gritarle al mundo que Dios está vivo. Así de la misma manera como lo hicieron los discípulos de Emaús, ellos no se echaron a descansar, ¡el corazón les ardía!, y así, salieron corriendo a contar a los demás que Cristo había resucitado.
Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos: Catholic-link.com