sábado, 30 de junio de 2018

¿De dónde sacan los católicos que Pedro fue el primer Papa?

Fundamento bíblico del primado de Pedro

Por: P. Miguel Ángel Fuentes , IVE | Fuente: Institudo del Verbo Encarnado // www.teologoresponde.com.ar




Algunas de las consultas/objeciones que he recibido sobre este tema son las siguientes:


Jesucristo le dijo a Pedro: Sobre esta piedra edificaré mi iglesia, queriendo decir que sobre el fundamento de que Jesucristo era el Mesías, el salvador del mundo, se basaría la doctrina cristiana; y más adelante Jesús le dice a Pedro que nadie era mayor ni menor que los otros... entonces ¿por qué se le considera a Pedro el primer “Papa”?
Las Sagradas Escrituras afirman que nadie puede poner otro fundamento al que ya está puesto, el cual es Jesucristo; el mismo apóstol Pedro en una de sus cartas proclama que Cristo ha venido a ser piedra angular de la Iglesia. Por otra parte, en Mateo 16,18, Cristo habla con Pedro y le dice: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. En la versión de la Biblia en griego, Pedro se traduce como pequeña piedra, y a la piedra donde se edificará la Iglesia se traduce de manera diferente. ¿Es entonces Pedro la base de la Iglesia?
Quisiera saber... acerca de la veracidad de que San Pedro estuvo en Roma y fue el primer Papa y cómo podría yo decirles o demostrar que esto es cierto a quienes lo cuestionan.


Son varias preguntas muy relacionadas entre sí, y que encierran cuestiones que afectan no sólo a la exégesis de los textos bíblicos, sino también a la historia (por ejemplo, la última sobre si Pedro estuvo en Roma) y a la interpretación tradicional. Antes de responder este tipo de cuestionamientos, ha de tenerse presente la Nota Introductoria con la que empezamos cada una de nuestras respuestas, y también que en el primer capítulo hemos indicado cómo la Biblia misma nos dice que ella no es la única fuente de autoridad y revelación, enviándonos a la Tradición (con mayúsculas); por tanto, no necesariamente todo lo que creemos ha de contenerse exclusivamente en la Biblia. Pretender esto no es bíblico y sería ir contra la Biblia misma. De todos modos, podemos adelantar que las objeciones principales pueden responderse adecuadamente con la Biblia bien interpretada.

El Primado de Pedro

Para los católicos es una verdad de fe que Cristo constituyó al apóstol San Pedro como primero entre los apóstoles y como cabeza visible de toda la Iglesia, confiriéndole inmediata y personalmente el primado de jurisdicción.

El Concilio Vaticano I definió y lo repitió con fuerza el Concilio Vaticano II1; sin embargo, esta verdad fue reconocida desde los primeros tiempos, como podemos constatar apelando a la historia y a los textos de los primeros escritores cristianos (algunos de ellos llamados Padres de la Iglesia). Éstos, de acuerdo con la promesa bíblica del primado, dan testimonio de que la Iglesia está edificada sobre Pedro y reconocen la primacía de éste sobre todos los demás apóstoles. Tertuliano (fines del siglo II y comienzos del III) dice de la Iglesia: “Fue edificada sobre él”2. San Cipriano dice, refiriéndose a Mt 16,18s: “Sobre uno edifica la Iglesia”3. Clemente de Alejandría llama a San Pedro “el elegido, el escogido, el primero entre los discípulos, el único por el cual, además de por sí mismo, pagó tributo el Señor”4. San Cirilo de Jerusalén le llama “el sumo y príncipe de los apóstoles”5. Según San León Magno, “Pedro fue el único escogido entre todo el mundo para ser la cabeza de todos los pueblos llamados, de todos los apóstoles y de todos los padres de la Iglesia”6.

En su lucha contra el arrianismo, muchos padres interpretaron que la roca sobre la cual el Señor edificó su Iglesia era la fe en la divinidad de Cristo, confesada por San Pedro, pero sin excluir por eso la relación de esa fe con la persona de Pedro, relación que se indica claramente en el texto sagrado. La fe de Pedro fue la razón de que Cristo le destinara para ser fundamento sobre el cual habría de edificar su Iglesia.

No negamos –sino que es parte esencial de nuestra fe– que la cabeza invisible de la Iglesia es Cristo glorioso. Lo que sostenemos es que Pedro hace las veces de Cristo en el gobierno exterior de la Iglesia militante, y es, por tanto, vicario de Cristo en la tierra.


Se opusieron a este dogma la Iglesia ortodoxa griega y las sectas orientales, algunos adversarios medievales del papado (Marsilio de Padua y Juan de Jandun, Wicleff y Hus), todos los protestantes, los galicanos y febronianos, los viejos católicos (Altkatholiken) y los modernistas7.

Fundamento bíblico

No puede negarse esta verdad si tenemos ante los ojos los Evangelios y el resto de los escritos del Nuevo Testamento (salvo que tengamos partido tomado de antemano en contra del primado de Pedro y forcemos los textos o les hagamos callar lo que dicen a voces).

Cristo distinguió desde un principio al apóstol San Pedro entre todos los demás apóstoles. Cuando le encontró por primera vez, le anunció que cambiaría su nombre de Simón por el de Cefas, que significa “roca”: Tú eres Simón, el hijo de Juan [Jonás]; tú serás llamado Cefas (Jn 1,42; cf. Mc 3,16). El nombre de Cefas indica claramente el oficio para el cual le ha destinado el Señor (cf. Mt 16,18). En todas las menciones de los apóstoles, siempre se cita en primer lugar a Pedro. En Mateo se le llama expresamente “el primero” (Mt 10,2). Como, según el tiempo de la elección, Andrés precedía a Pedro, el hecho de aparecer Pedro en primer lugar indica su oficio de primado. Pedro, juntamente con Santiago y Juan, pudo ser testigo de la resurrección de la hija de Jairo (Mc 5,37), de la transfiguración (Mt 17,1) y de la agonía del Huerto (Mt 26,37). El Señor predica a la multitud desde la barca de Pedro (Lc 5,3), paga por sí mismo y por él el tributo del templo (Mt 17,27), le exhorta a que, después de su propia conversión, corrobore en la fe a sus hermanos (Lc 22,32); después de la resurrección se le aparece a él solo antes que a los demás apóstoles (Lc 24,34; 1Co 15,5).

A San Pedro se le prometió el primado después que hubo confesado solemnemente, en Cesarea de Filipo, la mesianidad de Cristo. Le dijo el Señor: Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás, porque no es la carne ni la sangre (Mt 16,17-19).

Estas palabras se dirigen inmediata y exclusivamente a Pedro. Ponen ante su vista en tres imágenes la idea del poder supremo en la nueva sociedad que Cristo va a fundar. Pedro dará a esta sociedad la unidad y firmeza inquebrantable que da a una casa el estar asentada sobre roca viva (cf. Mt 7,24 y siguientes). Pedro ha de ser también el poseedor de las llaves, es decir, el administrador del reino de Dios en la tierra (cf. Is 22,22; Apoc 1,18; 3,7: las llaves son el símbolo del poder y la soberanía). A él le incumbe finalmente atar y desatar, es decir (según la terminología rabínica): lanzar la excomunión o levantarla, o también interpretar la ley en el sentido de que una cosa está permitida (desatada) o no (atada).

De acuerdo con Mt 18,18, donde se concede a todos los apóstoles el poder de atar y desatar en el sentido de excomulgar o recibir en la comunidad a los fieles, y teniendo en cuenta la expresión universal (cuanto atares... cuanto desatares), no es lícito entender que el pleno poder concedido a Pedro se limita al poder de enseñar, sino que resulta necesario extenderlo a todo el ámbito del poder de jurisdicción. Dios confirmará en los cielos todas las obligaciones que imponga o suprima San Pedro en la tierra.

Algunos han tratado de interpretar este pasaje en el sentido de que Cristo habría dicho: tú eres Pedro y (señalando ahora no a Pedro sino a sí mismo) sobre esta Piedra (Jesucristo) edificaré mi Iglesia. Según éstos, esta interpretación se deduce de que en el texto griego la palabra usada para Pedro es Petros y la palabra usada para piedra es petra. Quisiera responder a esto usando las palabras de un protestante convertido, James Akin:

"Según la regla de interpretación anticatólica, petros significa ‘piedra pequeña’ mientras que petra significa ‘piedra grande’. La declaración: ‘Tú eres Pedro [Petros]’ debería ser interpretada como una frase que subraya la insignificancia de Pedro"


Los evangélicos creen que lo que Cristo quiso decir es: ‘Pedro, tú eres una piedrita, pero yo edificaré mi Iglesia en esta masa grande de piedra que es la revelación de mi identidad’. Un problema con esta interpretación, que muchos estudiosos protestantes de la Biblia admiten8, es que mientras que petros y petra tuvieron estos significados en la poesía griega antigua, la distinción había desaparecido ya en el primer siglo, cuando fue escrito el evangelio de Mateo. En ese momento, las dos palabras significaban lo mismo: una piedra. Otro problema es que cuando Jesús le habló a Pedro, no le habló en griego sino en arameo. En arameo no existe una diferencia entre las dos palabras que en griego se escriben petros y petra. Las dos son kêfa; es por eso que Pablo a menudo se refiere a Pedro como Cefas (cf. 1Co 15,5; Gal 2,9). Lo que Cristo dijo en realidad fue: ‘Tú eres Kêfa y sobre esta kêfa edificaré mi Iglesia’. Pero aun si las palabras petros y petra tuvieran significados diferentes, la lectura protestante de dos ‘piedras’ diferentes no encuadraría con el contexto. La segunda declaración a Pedro sería algo que lo disminuye, subrayando su insignificancia con el resultado que Jesús estaría diciendo: ‘¡Bendito eres tú Simón hijo de Jonás! Tú eres una piedrita insignificante. Aquí están las llaves del reino’. Tal serie de incongruencias hubiera sido no sólo rara sino inexplicable. (Muchos comentaristas protestantes reconocen esto y hacen todo lo posible para negar el significado evidente de este pasaje, a pesar de lo poco convincentes que puedan ser sus explicaciones).

También me di cuenta de que las tres declaraciones del Señor a Pedro estaban compuestas por dos partes, y las segundas partes explican las primeras. La razón porque Pedro es ‘bienaventurado’ fue porque ‘la carne y sangre no te han revelado esto, sino mi Padre que está en los cielos’ (v. 17). El significado del cambio de nombre, ‘Tú eres Piedra’ es explicado por la promesa, ‘Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y los poderes de la muerte no prevalecerán contra ella’ (v.18). El propósito de las llaves es explicado por el encargo de Jesús: ‘Lo que ates en la tierra será atado en el cielo’ (v.19). Una lectura cuidadosa de estas tres declaraciones, poniendo atención en el contexto inmediato y en interrelación, muestra claramente que Pedro fue la piedra de la cual habló Jesús. Éstas y otras consideraciones me revelaron que las interpretaciones estándar anticatólicas de este texto no podían quedar en pie después de un cuidadoso estudio bíblico.

Habían arrancado a la fuerza la segunda declaración de Pedro de su contexto. Yo ratifiqué mi interpretación, concluyendo que Pedro era verdaderamente la piedra sobre la cual Jesús edificó su Iglesia. Creo que esto es lo que un lector sin prejuicios concluiría después de un cuidadoso estudio gramatical y literario de la estructura del texto. Si Pedro era, de hecho, la piedra de que hablaba Jesús, eso quería decir que él era la cabeza de los apóstoles (...) Y si Pedro era la cabeza terrenal de la Iglesia, él reflejaba la definición más básica del Papado”. 9

Contra todos los intentos por declarar este pasaje (que aparece únicamente en San Mateo) como total o parcialmente interpolado en época posterior, resalta su autenticidad de manera que no deja lugar a duda. Hasta se halla garantizada, no sólo por la tradición unánime con que aparece en todos los códices y versiones antiguas, sino también por el colorido semítico del texto, que salta bien a la vista. No es posible negar con razones convincentes que estas palabras fueron pronunciadas por el Señor mismo. No es posible mostrar tampoco que se hallen en contradicción con otras enseñanzas y hechos referidos en el Evangelio.

El primado se lo concedió definitivamente el Señor a Pedro cuando, después de la resurrección, le preguntó tres veces si le amaba y le hizo el siguiente encargo: Apacienta mis corderos, apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas (Jn 21,15-17). Estas palabras, lo mismo que las de Mt 16,18s, se refieren inmediata y exclusivamente a San Pedro. Los “corderos” y las “ovejas” representan todo el rebaño de Cristo, es decir, toda la Iglesia (cf. Jn 10). “Apacentar”, referido a hombres, significa lo mismo que gobernar (cf. Hch 20,28), según la terminología de la antigüedad profana y bíblica.

Pedro, por este triple encargo de Cristo, recibió el supremo poder gubernativo sobre toda la Iglesia.

Después de la ascensión a los cielos, Pedro ejerció su primado. Desde el primer momento ocupa en la comunidad primitiva un puesto preeminente: Dispone la elección de Matías (Hch 1,15ss); es el primero en anunciar, el día de Pentecostés, el mensaje de Cristo, que es el Mesías muerto en la cruz y resucitado (2,14 ss); da testimonio del mensaje de Cristo delante del Sanedrín (4,8 ss); recibe en la Iglesia al primer gentil: el centurión Cornelio (10,1 ss); es el primero en hablar en el concilio de los apóstoles (15,17 ss); San Pablo marcha a Jerusalén “para conocer a Cefas” (Gal 1,18).


Pedro, obispo de Roma y Primer Papa

Una antigua tradición, basada en los anales de la Iglesia y de la Arqueología romana, nos indica que Pedro muere en Roma, donde fue obispo. Éste es el origen de la preeminencia del obispo de Roma sobre los demás obispos sucesores de los Apóstoles.

Tiene fundamento escriturístico en el texto de 1Pe 5,13: La Iglesia que está en la Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan. La expresión “Babilonia” se refiere a Roma, como notan todos los exegetas: “casi todos los autores antiguos y la mayor parte de los modernos, ven designada en esta expresión a la Iglesia de Roma... El nombre de Babilonia era de uso corriente entre los judíos cristianos para designar la Roma pagana. Así es llamada también en el Apocalipsis (14,8; 16,19; 17,15; 18,2.10), en los libros apócrifos y en la literatura rabínica. La Babilonia del Éufrates, que en tiempo de San Pedro era un montón de ruinas, y la Babilonia de Egipto, pequeña estación militar, han de ser excluidas”10.

Esto lo reconocen incluso los autores protestantes serios. Por ejemplo, Keneth Scott Laturet, prestigioso historiador, escribe en su libro “Historia de la Iglesia”: “Pedro viajaba, porque sabemos estuvo en Antioquía, y lo que parece una tradición digna de confianza, sabemos que estuvo en Roma y allí murió”11.

La Enciclopedia Británica da la referencia de todos los obispos de Roma, comenzando por San Pedro y terminando por Juan Pablo II, 264 Obispos en sucesión sin interrupción12. Si ya ha sido actualizada, figurará Benedicto XVI como el número 265.

La “New American Encyclopedia” dice en su sección sobre los Papas: “Cuando San Pedro dejó Jerusalén vivió por un tiempo en Antioquía antes de viajar a Roma donde ejerció como Primado”.
Muy fuerte es también el testimonio de la tradición que manifiesta la enorme importancia que tuvieron los primeros obispos de Roma sobre la naciente Cristiandad, justamente por ser sucesores de Pedro. Así, por ejemplo, en el año 96, o sea 63 años después de la muerte de Cristo, ante un grave conflicto en la comunidad de Corinto, quien tomó cartas para poner orden fue el Obispo de Roma, el Papa Clemente, y esto a pesar de que en ese tiempo, todavía vivía el Apóstol Juan en la cercana ciudad griega de Éfeso. Sin embargo, fue una carta de Clemente la que solucionó el problema y aún doscientos años después de este hecho se leía esta carta en esa Iglesia. Esto sólo es explicable por la autoridad del sucesor de Pedro en la primitiva Iglesia.

Ireneo, obispo de Lyon, y Padre de la Iglesia de la segunda generación después de los Apóstoles, escribía pocos años después: “Pudiera darles si hubiera habido espacio las listas de obispos de todas las iglesias, mas escojo sólo la línea de la sucesión de los obispos de Roma fundada sobre Pedro y Pablo hasta el duodécimo sucesor hoy”.

Según el primer historiador de la Iglesia, Eusebio de Cesarea (año 312), esta sucesión es una señal y una seguridad de que el Evangelio ha sido conservado y transmitido por la Iglesia Católica.


Bibliografía: Hubert Jedin, Historia de la Iglesia, Herder, Barcelona, tomo I; Llorca-García Villoslada, Montalbán, Historia de la Iglesia Católica, Tomo I, Edad Antigua, BAC, Madrid 1976, pp. 112-122 (en las notas a pie de página puede verse una abundante bibliografía bíblica, histórica y arqueológica referida a estos hechos); Vizmanos-Riudor, Teología Fundamental, BAC, Madrid 1966, pp. 594-624; M. Schmaus, Teología dogmática, Rialp, Madrid 1962, T. IV: La Iglesia, 448-484 y 764-785; C. Journet, L´Église du Verbe incarné, T. I: La hiérarchie apostolique, 2ª ed. 1955; G. Glez, Primauté du Pape, “Dictionnaire de Théologie Catholique”, XIII, col. 344 ss.; E. Dublanchy, Infaillibilité
du Pape, en “Dictionnaire de Théologie Catholique”, VII, col. 1638-1717; J. Madoz, El primado romano, Madrid 1936; O. Karrer, La sucesión apostólica y el Primado, en: “Panorama de la teología actual”, Madrid 1961, 225-266; G. Philipe, La Iglesia y su misterio en el Concilio Vaticano II, Barcelona 1969, T. I, pp. 363-380; C. Fouard, Saint Pierre et les premiéres années du Christianisme, 10ª ed. París 1908; P. De Ambroggi, S. Pietro Apostolo, Rovigo 1951; A. Penna, San Pedro, Madrid 1958; R. Leconte, Pierre, en DB (Suppl.) IV,128 ss.; G. Glez, Pierre (St.), “Dictionnaire de Théologie Catholique”, XIII, col. 247-344; E. Kirschbaum, E. Jynyent, J. Vives, La tumba de S. Pedro y las catacumbas romanas, Madrid 1954; G. Chevrot, Simón Pedro, Madrid 1970.



Notas
1 Cf. DS 3055; Concilio Vaticano II, Lumen gentium, n.18; etc.
2 Tertuliano, De monog. 8.
3 San Cipriano, De unit. eccl. 4.
4 Clemente Alejandrino, Quis dives salvetur 21,4.
5 San Cirilo de Jerusalén, Catequesis mistagógicas, 2, 19.
6 San León Magno, Sermón 4,2.
7 Según la doctrina de los galicanos (E. Richer) y de los febronianos (N. Hontheim), la plenitud del poder espiritual fue concedida por Cristo inmediatamente a toda la Iglesia, y por medio de ésta pasó a San Pedro, de suerte que éste fue el primer ministro de la Iglesia, designado por la Iglesia (“caput ministeriale”). Según el modernismo, el primado no fue establecido por Cristo, sino que se ha ido formando por las circunstancias externas en la época postapostólica (DS 3452 ss).
8 El autor indica en nota: “Por ejemplo, D.A. Carson confiesa esto en su comentario sobre Mateo en: “Expositor’s Bible Commentary”, Frank Gaebelein, ed. (Grand Rapids: Zondervan, primera edición)”.
9 James Akin, Un triunfo y una tragedia, en: Patrick Madrid, op. cit., p. 77-82.
10 José Salguero, O.P., Biblia Comentada, tomo VII, BAC, Madrid 1965, p. 145.
11 Keneth Scott Laturet, Historia de la Iglesia, Ed. Casa Bautista de Publicaciones, Tomo I, p. 112.
12 Cf. Enciclopedia Británica, tomo IX.


 

sábado, 23 de junio de 2018

1000 contactos... ¿y los amigos?


Nuestros cientos o miles de contactos nos hacen descuidar a amigos y parientes: 5 formas de evitarlo

Por: Redacción | Fuente: Religión en Libertad




"Secuestrados por contactos inútiles, por personas que no nos interesan, por constantes wasaps, e-mails y mensajs de todo tipo y estilo, estamos descuidando nuestras verdaderas relaciones".
Así empieza el libro "Más amistades y menos likes" de Ferran Ramon-Cortés (Conecta), colaborador académico en ESADE y  director del Institut 5 Fars (www.5fars.com) sobre habilidades relacionales y comunicativas.
Igual que se extiende la conciencia en Occidente de que hay que tener menos cosas en casa, y menos ocupaciones, y tender a más simplicidad, lo mismo empieza a pasar con las relaciones.

¿Qué da la felicidad? Las relaciones de buena calidad

Ramon-Cortés recuerda que el factor más importante a la hora de explicar por qué unas personas son más felices que otras (según "el mayor estudio sobre felicidad realizado en el mundo por la Universidad de Harvard") es uno: la calidad de sus relaciones.
Siempre se ha alabado tanto la amistad profunda como el mantener muchas relaciones cordiales y contactos con mucha gente. El Libro de Proverbios, en la Biblia, recoge muchos sobre el valor de los amigos.
Pero nuestra época con iPhones y redes sociales es distinta: "Nunca hasta ahora nos habíamos relacionado con tanta gente. Nunca antes habíamos tenido los medios para mantener el contacto con tantas personas, estén dónde estén. Nunca antes alguien nos podía encontrar –y contactar- con tanta facilidad. Y esto hace que en muchos momentos 
 estemos dedicando nuestro tiempo y energía a las personas equivocadas".


Los meros contactos nos distraen de las verdaderas amistades

Perdemos tiempo acudiendo a cenas, reuniones o asociaciones... que en realidad no nos nutren ni ayudan ni hacen felices, simplemente porque les resultó fácil contactar con nosotros. Y perdemos horas en las redes sin tener relaciones significativas de verdad. "Cancelamos encuentros, o bien ni los organizamos, por puro cansancio". Las relaciones poco significativas, incluso molestas, nos dificultan atender a las relaciones valiosas, la que nos harían crecer y mejorar.

"Es el momento de tomar el control sobre nuestras relaciones. De ordenarlas. De decidir cuáles queremos y de cuáles nos deshacemos, y de pensar qué hacemos para  cuidar y reforzar las que realmente queremos", explica el autor.

Ramon-Cortés insiste en diferenciar entre lo que son solo "contactos" (aunque sean corteses, agradables...) y lo que son "relaciones", es decir, personas relevantes e importantes en nuestra vida.
"Los contactos van y vienen, mientras que las relaciones tienen que construirse: y o las cuidas o mueren. Cuando dedicamos demasiado tiempo a los contactos y demasiado poco a las relaciones, comenzamos a tener un problema", advierte.
El caso es que siempre tendemos a cancelar los encuentros con amigos, parientes, hijos y cónyuge (que son verdaderas relaciones) para atender las "reuniones urgentes" o "por sorpresa" de contactos laborales, que en realidad no son tan importantes.


Los que invitas: a tu cocina, a tu comedor, a un restaurante

Ramon-Cortés establece una regla "no científica pero que funciona": aquellas personas que invitamos a nuestra cocina, a charlar, pierden su nivel de relación si no lo hacemos cada dos semanas. A los que invitamos a cenar en casa, cada dos meses. A los que quedamos en un restaurante, cada 2 años. Al menos, hay que dar señales de vida en este tiempo.
Y planificar encuentros: las relaciones requieren una atención consciente, y eso implica dedicarles tiempo.
El libro da varias ideas para lograr fortalecer relaciones y optimizar el tiempo. Finaliza con 5 reglas básicas:
1- Agradecer
Nos es más fácil criticar que dar gracias y alabar las cosas buenas de los demás. Sin caer en la adulación, es bueno, al quedar con nuestras relaciones, alabar y agradecer sus dones y las cosas que hacen bien y que nos gustan. Pide "un agradecimiento auténtico, que le llegue", más allá de la palmadita en la espalda. Además, el agradecimiento sincero y frecuente en las cosas buenas hará que seamos creíbles cuando, en un caso serio, expresemos una crítica razonada.


2- Adelantarse
 
"Si me importas, pienso en ti. Y si pienso en ti, se me ocurren cosas que pueden ayudarte. Antes de que me las pidas". Adelantarse es proponer hacer algo juntos, llamar antes que el otro, interesarse por el problema del otro antes de que me lo cuente, presentarse en su casa si intuyo desánimo..."
Muchas veces se nos ocurren cosas para hacer, adelantándonos, pero por pereza o falta de disciplina, las dejamos sin hacer. Hay que organizarse y actuar.


3- Abordar los cafés pendientes

"Un café pendiente es una conversación que no hemos tenido pero que está ahí, muy presente. Por algo que ha ocurrido que nos ha sentado mal, o por algo positivo que no hemos agradecido aún".
Cada vez que vemos o recordamos a esa persona, pensamos: "Deberíamos quedar, tenemos ese café pendiente..." No se esfuma de la cabeza aunque pasen años y años.
Y requiere café porque "ha de ser una conversación sosegada, tranquila, en la que podamos compartir los sentimientos. Expresando lo que he sentido, en primera persona, sin acusaciones".
Pero el café pendiente es sólo con las personas que realmente me importan, relaciones valiosas. "No vale la pena matarse a cafeína con personas que ni nos comprenderán ni con las que no hay nada que podamos regenerar, porque la relación no se aguanta por ningún lado"

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4- Estar presentes en la adversidad
 
El libro de Proverbios ya lo dice en la Biblia: "En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de adversidad". En los momentos duros reconforta realmente verse acompañado de personas, y más de amigos. En nuestra época, ante los momentos de adversidad de los amigos, "nos invade la pereza de estar, porque no sabemos cómo estar". En realidad, lo importante es estar allí, no hablar ni comparar entre adversidades.
5- Las 3 frases mágicas: hay que decirlas mucho
 

Ramon-Cortés, igual que el Papa Francisco, insiste en que hay que repetir una y otra vez estas palabras que refuerzan las relaciones: "Gracias", "Lo siento" y "No pasa nada". (Francisco habla de "gracias", "perdón" y "¿me permites?" o "por favor").
En nuestra época nos cuesta llamar por teléfono o quedar con alguien para dar las gracias, lo aplazamos y se convierte en "café pendiente". También nos cuesta pedir perdón sin acompañarlo de un "pero es que..." Y el "no pasa nada" es importante para superar el rencor. No hace falta siempre decírsela al otro: a menudo basta con que nos la digamos a nosotros mismos. En realidad es un perdonar.

"Podemos, y tenemos, que utilizarlas a diario", insiste el autor.
Más amistades y menos likes (Conecta), de Ferran Ramon-Cortes vale 16,9 euros, es un libro de lectura agilísima que puede ayudar a muchos a organizar mejor sus relaciones interpersonales.


 
 

sábado, 16 de junio de 2018

¿Son los niños de 13 años maduros para utilizar solos las redes sociales?

Catherine L'Ecuyer denuncia que se rebaje la edad que permite a los menores registrarse

Por: n/a | Fuente: Religión en Libertad




NdE de Catholic.net: Aunque el artículo hace referencia a una reforma a leyes españolas, consideramos que el análisis es aplicable a los jóvenes de cualquier nacionalidad y que los padres de familia deben estar preparados ante propuestas similares en otros países.

Catherine L´Ecuyer es una de las grandes expertas mundiales en la divulgación de temas de educación. Autora de Educar en el Asombro y Educar en la Realidad se han convertido en fenómenos editoriales, en los que aboga por la defensa de los niños, criticando que se les quiera convertir en adultos antes de tiempo.
Por ello, es muy crítica con la utilización de pantallas, tanto móviles como tabletas, por parte de niños y adolescentes, alertando de las consecuencias del abuso que se produce en su consumo y también en su utilización en la educación. “Necesitan menos pantallas y más realidad”, afirma siempre.


Esta madre de 4 hijos alerta nuevamente sobre estas nuevas tecnologías y sobre el nuevo proyecto ley que rebaja la edad hasta los 13 años para poder registrarse en las redes sociales. Este es el análisis que realiza en El País

Niños con 13 años, ¿maduros para usar solos las redes sociales?
 
Francia acaba de anunciar que cumplirá con su promesa electoral de prohibir el móvil en las escuelas. Resulta curioso que una promesa así pueda llevar a un político al poder en los tiempos que corren. Spain is different, desde luego. Aquí, acaba de proponerse un proyecto de ley que baja de 14 a 13 años la edad para consentir al tratamiento de los datos —y por lo tanto para darse de alta a una red social—, a pesar de que el marco legislativo europeo recomendaba 16 años a sus Estados miembros. Unos hablan de “una generación pérdida”, mientras que otros aseguran que “la tecnología es neutra y que el impacto dependerá del uso que se haga de ella”.


¿Es neutra la tecnología? Veamos el caso de una tecnología “neutra”: una nevera. Supongamos que cada vez que abrimos la nevera, se enciende la luz. ¿Volveríamos a abrirla varias veces para ver si se ilumina? No hacemos eso, porque nos resulta previsible que ocurra -mientras la bombilla no se funda-. La luz no provoca fascinación, ni adicción, porque no hay descarga de dopamina en el cerebro cuando abrimos neveras. 

Ahora bien, imaginémonos que cada vez que abrimos una nevera “inteligente”, nos da noticias en directo de la erupción de un volcán en una ciudad cercana, estadísticas de las personas que han pensado en nosotros en tiempo real, nos dice si esos pensamientos fueron positivos o no, y además nos enseña comidas distintas de las que podemos escoger para comérnoslas inmediatamente con una presentación impecable. ¿Cuántas veces abriríamos la nevera cada día?


En las redes se entrega a uno mismo
 
¿Creemos que el uso de esa nevera no impactaría en nuestros hábitos alimenticios? 

¿En nuestro peso? ¿En la cantidad de tiempo que pasamos en la cocina? 

¿En el tiempo que dejamos de dedicar a otras actividades?

Decía Marshall McLuhan que “la postura según la cual la tecnología es neutra es la del adormecido idiota tecnológico”. Frase dura, pero de una curiosa vigencia, después de que Mark Zuckerberg haya confesado en uno de los eventos más destacados de su interminable gira del perdón, su comparecencia ante los representantes del Congreso de los Estados Unidos: “hemos creado una herramienta neutra, pero no hemos pensado en como podía ser usada para hacer el mal”. ¿Solución? La contratación de 20.000 personas que revisarán nuestros muros al peine fino y eliminarán los contenidos considerados “no seguros para la comunidad”. Y muy recientemente, Facebook sorprendió una vez más con el anuncio de la contratación de “especialistas en credibilidad de las noticias”, eufemismo divertido por “editor de noticias de medios de comunicación”. Un duro golpe para un medio que siempre se posicionó como “neutro”. ¿Cómo se decide si un contenido es seguro, o no? ¿Cuál es el criterio? El de la neutralidad. La neutralidad todo poderosa de una empresa que se atribuyó a sí misma la infalibilidad para emitir el sello del nihil obstat sobre el contenido emitido y consumido por sus 2.200 millones de usuarios, nada menos que una tercera parte de la población mundial. Ninguna religión, ninguna organización en el mundo tiene actualmente tantos adeptos susceptibles de ser influidos por el incuestionable dogma de la “neutralidad”. Un dogma con tantas fisuras, que se está empezando a convertir en una pesadilla recurrente para Zuckerberg.


Si pensábamos que el impacto que tiene la tecnología depende del uso que se hace de ella, es que nos olvidamos de que, en la vida, no hay nada gratuito. Cuando usamos una herramienta, tenemos que pagar un precio por ella. Otra cosa es que no seamos conscientes de ello, por mucho consentimiento y acuerdo de uso con letra pequeña que hayamos firmado con el dedo.

 En el caso de las redes, lo que entregas, no es dinero, eres tú mismo. No solo por las horas y por la preciada atención que le dedicas. Va mucho más allá de eso.

 Las plataformas que ofrecen contenidos en las redes, o que permiten a los usuarios compartirlos, no están en el negocio de entregar contenidos a cambio de nada. Están en el negocio de entregar usuarios a los que patrocinan sus plataformas y esos contenidos, o incluso a terceros. Por lo tanto, la moneda de cambio por el uso de las redes, es el usuario. Eres tú, o es tu hija o tu hijo. Y pronto podrá hacerlo sin tu consentimiento con tan solo 13 años.


"No podemos dejar que sean esclavos de su tiempo"

 Y si pensamos que el impacto no se aprecia, recordemos que 30 segundos de una publicidad en la Super Bowl valen más de dos millones de dólares. Las empresas no gastarían ese dinero si ello no tuviera un impacto directo e inmediato en el consumo o la apreciación de sus productos o de sus marcas. 

La atención del usuario y su información privada es un bien preciado que nunca había sido objeto de tanto poder económico y político. 

 Tanto es así, que sabemos que una empresa de consultoría política —Cambridge Analytica—, se hizo indebidamente con la información de más de 50 millones de usuarios de Facebook, consiguió influir en el resultado de las elecciones americanas y cambiar el curso de la historia de la democracia.
Hace unos días, Facebook confesó el intercambio de datos de usuarios con al menos 60 empresas, entre ellas Apple, Amazon, Samsung y Microsoft. ¿Quizás sea esa la explicación por la que el joven fundador de Facebook tiene las entradas del audio y de la cámara de su dispositivo tapadas con un celo oscuro? 


¿Podemos, entonces, razonablemente asumir que un menor de 13 años tiene la madurez suficiente para dar su consentimiento a una actividad que tiene tantas implicaciones?

Algunos dicen que, si les quitamos el Internet a los jóvenes, es como si les quitáramos la sangre. ¿Es posible defender la neutralidad de una tecnología de la que hablamos en esos términos? La tecnología en una mente no preparada para usarla, difícilmente será neutra. Y menos si está diseñada para la adicción. Nuestros hijos son hijos de su tiempo, y es cierto que su tiempo no es el nuestro. Pero si deseamos lo mejor para ellos, no podemos dejar que sean esclavos de su tiempo; para ello, necesitamos leyes que no dejen a los padres fuera de juego.
Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos: ReligionEnLibertad.com

sábado, 9 de junio de 2018

El Sagrado Corazón de Jesús y nuestro corazón

Durante este mes de junio nos llama nuevemente a nosotros: ¡Mirad cómo os he amado! ¡Sólo os pido una cosa: que correspondáis a mi amor!

Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Catholic.net




Todo este mes de junio está dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. Por eso vamos a meditar, sobre el significado y la actualidad de la devoción al Corazón de Jesús.

Este culto se basa en el pedido del mismo Jesucristo en sus apariciones a Santa Margarita María de Alacoque. Él se mostró a ella y señalando, con el dedo, el corazón, dijo: “Mira este corazón que tanto ha amado a los hombres y a cambio no recibe de ellos más que ultrajes y desprecio. Tú, al menos ámame”. Esta revelación sucedió en la segunda mitad del siglo diecisiete.

Hoy en día, tenemos que preguntarnos: ¿es popular entre los jóvenes esta devoción? ¿La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es de interés palpitante para nuestro tiempo actual?

Cuando hablamos del Corazón de Jesús, importa menos el órgano que su significado. Y sabemos que el corazón es símbolo del amor, del afecto, del cariño. Y el corazón de Jesús significa amor en su máximo grado; significa amor hecho obras; significa impulso generoso a la donación de sí mismo hasta la muerte.

Cuando Cristo mostró su propio corazón, no hizo más que llamar nuestra atención distraída sobre lo que el cristianismo tiene de más profundo y original; el amor de Dios. También durante este mes nos llama nuevemente a nosotros: ¡Mirad cómo os he amado! ¡Sólo os pido una cosa: que correspondáis a mi amor!

Nuestra respuesta del amor, en general, no es muy adecuada a su llamada. Porque sufrimos una grave y crónica afección cardíaca, que parece propia de nuestro tiempo: está disminuyendo e incluso muriendo el amor; el corazón se enfría y ya no es capaz de amar ni de sentirse amado.
Es una característica de los últimos tiempos - como nos indica la Santa Escritura – de que se “enfriará la caridad de muchos” (Mt 24,12).

¿Quién de nosotros no sufre bajo esta enfermedad del tiempo actual? ¿Quién de nosotros no sufre bajo esta falta de amor desinteresado hacia Dios y hacia los demás? ¿Quién de nosotros no se siente cautivo de su propio egoísmo, el cual es el enemigo mortal de cada amor auténtico? ¿Y quién de nosotros no experimenta, día a día, que no es amado verdaderamente por los que lo rodean?

Cuántas veces nuestro amor es fragmentario, defectuoso, impersonal, porque no encierra la personalidad total del otro. Amamos algo en el otro, tal vez un rasgo característico, tal vez un atributo exterior (- su lindo rostro, su peinado, sus movimientos graciosos -) pero no amamos la persona como tal, con todas sus propiedades, con todas sus riquezas y también con todas sus fragilidades.

Tampoco amamos a Dios tal como Él lo espera: “con todo nuestro corazón. Con toda nuestra alma. Con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas” (Mc 12,30).

He aquí, pues, el sentido y la actualidad de nuestra devoción al Sagrado Corazón de Jesús. A este tan enfermo corazón moderno contraponemos el corazón de Jesús, movido de un amor palpable y desbordante. Y le pedimos que una nuestro corazón con el suyo, que lo asemeje al suyo. Le pedimos un intercambio, un transplante de nuestro pobre corazón, reemplazándolo por el suyo, lleno de riqueza.

¡Que tome de nosotros ese egoísmo tan penetrante, que reseca nuestro corazón y deja inútil e infecunda nuestra vida! ¡Que encienda en nuestro corazón el fuego del amor, que hace auténtica y grande nuestra existencia humana!

Debiéramos juntarnos también con la Santísima Virgen María. Ella tiene tan grande el corazón que puede ser Madre de toda la humanidad. ¡Que, con cariñoso corazón maternal, ella nos conduzca en nuestros esfuerzos hacia un amor de verdad, sin egoísmo y sin límites!

¡Qué así sea!

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.



 
  • Preguntas o comentarios al autor
  • Padre Nicolás Schwizer


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    El próximo viernes 11 de Junio celebramos el Sagrado Corazón de Jesús, podamos prepararnos demostrando nuestro amor a Jesús rezando una



Novena al Sagrado Corazón

¡Oh Corazón de Jesús!
Pongo toda mi confianza en Ti.
De mi debilidad todo lo temo,
pero todo lo espero de tu bondad.
A tu Corazón confío... (petición).
¡Jesús mío!, yo cuento contigo,
me fío de Ti, descanso en Ti.
¡Estoy seguro en tu Corazón!

 

sábado, 2 de junio de 2018

DOMINGO Solemnidad de CORPUS CHRISTI 2018







Día 3 Solemnidad: Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo Celebramos hoy a Jesucristo ofrecido en alimento de nuestra vida sobrenatural. Los judíos no podían creer lo que oían: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?, protestaban a Jesús. Hacía falta tener una fe como la de Pedro para aceptar de Cristo esa capacidad de donación. Sin embargo, su amor completo y hasta el fin, como explicará san Juan, le lleva siendo Dios, no sólo a dar su vida en redención por el mundo, sino también a anticipar sacramentalmente el sacrificio de su cuerpo y su sangre, dejándolo para el cristiano como tesoro de vida eterna hasta el final de los tiempos. De diversos modos, había ya revelado Jesús que la vida del hombre debe ser más que una vida humana, que no nos basta con continuar como antes de su venida al mundo, por perfecta que pudiera llegar a ser esa existencia muestra. Según expone san Juan al comienzo de su Evangelio, la vida del hombre logra un profundo incremento con la Encarnación del Hijo. Vino a los suyos –explica–, y los suyos no le recibieron. Pero a cuantos le recibieron les dio la potestad de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre, que no han nacido de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni del querer del hombre, sino de Dios. Es, pues, otra vida –la de hijos de Dios–, distinta de la meramente humana que es fruto de la generación de la carne. Ésta, la natural y más notoria, tiene un origen y unos fines terrenos. Es la que contemplamos en nosotros mismos y en muchos a los que vemos nacer y morir en la historia; que influidos por el ambiente e influyendo en él, sus días se suceden mientras se procura bienestar, paz, alegría, el goce de los apetitos, etc.; lo que para muchos sería el ideal de una vida feliz: en paz y armonía con los demás y disfrutando de cuanto puede ofrecer este mundo. Se trata, evidentemente, de algo muy distinto –de otro orden– a la vida, que no es según la carne, a la que se refiere san Juan. La vida que no nace de la voluntad de la carne, ni del querer del hombre, sino de Dios, es para los hombres la gran novedad desde Jesucristo. Con su venida, y a partir, concretamente, de su muerte y resurrección gloriosa, se nos muestra en misterio pero con neta firmeza, el sentido de la vida de los hombres según el Creador. Ha querido Dios, por Jesucristo, que seamos hijos suyos, que vivamos vida divina y que, a partir de la meramente humana, logremos el desarrollo pleno –espiritual y sobrenatural– que es nuestro destino según su plan creador. Por eso Jesús se refiere frecuentemente a otra vida distinta y más excelente: Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. Esa vida abundante que, por querer de Dios nos corresponde, no la lograríamos, por consiguiente, mediante el despliegue exuberante de nuestros talentos, por grandiosos que fueran, sin contar con Jesucristo. De hecho, la más gozosa de las vidas de este mundo es nada ante la vida para la que hemos sido creados. Nos corresponde una existencia sobrenatural, trascendente, que requiere de modo necesario una decisiva intervención divina, que debe ser correspondida por parte del hombre. Jesús, en su diálogo con Nicodemo –que recoge asimismo san Juan–, le explica: en verdad te digo que si uno no nace de lo alto no puede ver el Reino de Dios. Pero Nicodemo no entiende; no puede dejar de pensar en la vida meramente humana, y pregunta a Jesús si acaso hay que volver a nacer de nuevo de la propia madre. A lo que Jesús responde: en verdad te digo que si uno no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, carne es; y lo nacido del Espíritu, espíritu es. No te sorprendas de que te haya dicho que debéis nacer de nuevo. El bautismo, ya lo hemos considerado en otras ocasiones, es el nacimiento a la vida de la Gracia: nuestro nacimiento como hijos de Dios, destinados desde ese momento a una Vida Eterna de intimidad con el Padre, con el Hijo, y con el Espíritu Santo. Una vida que alcanza su desarrollo propio únicamente alimentada con el mismo Dios: si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Igual que el Padre que me envió vive y yo vivo por el Padre, así, aquel que me come vivirá por mí. Siempre deberíamos teneser ante nosotros estas palabras. Le pedimos a Nuestra Madre del Cielo que iluminen e impulsen nuestro caminar, para que sea, ante todo, viaje hasta el Reino de Nuestro Padre.