viernes, 26 de junio de 2020

¿Quién estableció la lista de los libros que forman parte de la Biblia?

La Biblia es un regalo del Señor. Por la autoridad de la Iglesia se establece el canon definitivo.

Fuente: Corazones.org




¿Por qué reconocemos el Evangelio de Juan y no el de Judas?
Veamos un poco de historia...

Por el año 605 Antes de Cristo, el Pueblo de Israel sufrió una dispersión o, como se le conoce bíblicamente, una "diáspora". El rey Nabucodonosor conquistó Jerusalén y llevó a los israelitas cautivos a Babilonia, comenzando la "Cautividad de Babilonia” (cf. 2 Reyes 24,12 y 2 Reyes 25,1).

Pero no todos los israelitas fueron llevados cautivos, un "resto" quedó en Israel (cf. 2 Reyes 25,12; 2 Reyes 25,22; Jeremías 40,11; Ezequiel 33,27). 


También un número de Israelitas no fueron cautivos a Babilonia sino que fueron a Egipto (cf. 2 Reyes 25,26; Jeremías 42,14; Jeremías 43,7).

El rey Ciro de Persia conquistó Babilonia (cf. 2 Crónicas 36,20; 2 Crónicas 36,23) y dio la libertad a los israelitas de regresar a Israel, terminando así su esclavitud. 

Algunos regresaron a Palestina pero otros se fueron a Egipto, estableciéndose, en su mayoría, en la ciudad de Alejandría (fundada por Alejandro Magno en el 322 a.C, que contaba con la biblioteca más importante del mundo en esa época)

 Así que los judíos estaban disgregados aun después del fin del cautiverio, unos en Palestina y otros en la diáspora, sobre todo en Alejandría. En el tiempo de los Macabeos había mas judíos en Alejandría que en la misma Palestina (cf. 1 Macabeos 1,1)

La Traducción de los Setenta (Septuagésima)

En el siglo III antes de Cristo, la lengua principal de Alejandría, como en la mayor parte del mundo civilizado, era el griego. El hebreo cada vez se hablaba menos, aun entre los judíos (Jesús y sus contemporáneos en Palestina hablaban arameo) Por eso había una gran necesidad de una traducción griega de las Sagradas Escrituras.

La historia relata que Demetrio de Faleron, el bibliotecario de Plotomeo II (285-246 a.C.), quería unas copias de la Ley Judía para la Biblioteca de Alejandría. La traducción se realizó a inicios del siglo tercero a.C. y se llamó la Traducción de los Setenta (por el número de traductores que trabajaron en la obra). 

Comenzando con la Torá, tradujeron todas las Sagradas Escrituras, es decir todo lo que es hoy conocido por los católicos como el Antiguo Testamento. Introdujeron también una nueva organización e incluyeron Libros Sagrados que, por ser más recientes, no estaban en los antiguos cánones pero eran generalmente reconocidos como sagrados por los judíos. Se trata de siete libros, llamados hoy deuterocanónicos.

El canon de los Setenta (Septuagésima) contiene los textos originales de algunos de los deuterocanónicos (Sabiduría y 2 Macabeos) y la base canónica de otros, ya sea en parte (Ester, Daniel y Sirac) o completamente (Tobit, Judit, Baruc y 1 Macabeos).

El canon de la Septuagésima (Alejandrino) es el que usaba Jesucristo y los Apóstoles

El canon de Alejandrino, con los siete libros deuterocanónicos, era el más usado por los judíos en la era Apostólica. Este canon es el utilizado por Cristo y los escritores del Nuevo Testamento. 300 de las 350 referencias al Antiguo Testamento que se hacen en el Nuevo Testamento son tomadas de la versión alejandrina. 

Por eso no hay duda de que la Iglesia apostólica del primer siglo aceptó los libros deuterocanónicos como parte de su canon (libros reconocidos como Palabra de Dios). Por ejemplo, Orígenes, Padre de la Iglesia (+254), afirmó que los cristianos usaban estos libros aunque algunos líderes judíos no los aceptaban oficialmente.

Los judíos establecen un nuevo canon después Cristo

Al final del primer siglo de la era cristiana, una escuela judía hizo un nuevo canon hebreo en la ciudad de Jamnia, en Palestina. Ellos querían cerrar el período de revelación siglos antes de la venida de Jesús, buscando así distanciarse del cristianismo. Por eso cerraron el canon con los profetas Esdras (458 a.C.), Nehemías (445 a.C.), y Malaquías (433 a.C.). Por lo tanto dejaron fuera del canon los últimos siete libros reconocidos por el canon de Alejandrino.

Pero en realidad no hubo un "silencio bíblico" (una ausencia de Revelación) en los siglos precedentes al nacimiento de Jesús. Aquella era la última etapa de revelación antes de la venida del Mesías. Los judíos reconocían el canon alejandrino en tiempo de Jesús. Por eso la Iglesia siguió reconociéndolo.

De esta forma surgieron dos principales cánones del Antiguo Testamento:

1: El canon Alejandrino: Reconocido por los judíos en la traducción de los Setenta al griego. Este canon es el más utilizado por los judíos de tiempo de Cristo y por los autores del Nuevo Testamento. Este canon contiene los libros "deuterocanónicos" y es el reconocido por la Iglesia Católica.

2: El canon de Jamnia: Establecido por judíos que rechazaron el cristianismo y por lo tanto quisieron distanciar el período de revelación del tiempo de Jesús. Por eso rechazaron los últimos 7 libros reconocidos por el canon alejandrino.
XV siglos después de Cristo, Lutero rechaza el canon establecido por la Iglesia primitiva y adopta el canon de Jamnia. Este es el canon que aceptan los Protestantes (Hermanos separados)

La Vulgata de San Jerónimo

La primera traducción de la Biblia al latín fue hecha por San Jerónimo y se llamó la "Vulgata" (año 383 AD). El latín era para entonces el idioma común en el mundo Mediterráneo. San Jerónimo en un principio tradujo del texto hebreo del canon de Palestina. 

Por eso no tenía los libros deuterocanónicos. Esto produjo una polémica entre los cristianos de aquel tiempo. En defensa de su traducción, San Jerónimo escribió: "Ad 

Pachmmachium de optimo genere interpretandi", la cual es el primer tratado acerca del arte de traducir. Por eso se le considera el padre de esta disciplina. Ahí explica, entre otras cosas, el motivo por el cual considera mejor traducir directo del hebreo.

San Jerónimo no rechazó los libros deuterocanónicos. La Iglesia aceptó su traducción con la inclusión de los libros deuterocanónicos. Por eso la Biblia Vulgata tiene los 46 libros.

La Iglesia establece el Canon de la Biblia

Es importante entender que la Iglesia fundada por Cristo precede al Nuevo Testamento. Es la Iglesia la autoridad que establece el canon de la Biblia y su correcta interpretación y no al revés, como creen algunos Protestantes. Cuando en el N.T. habla de las "Escrituras" se refiere al A.T. El nombre de "Nuevo Testamento" no se usó hasta el siglo II.

Con el tiempo, un creciente número de libros se presentaban como sagrados y causaban controversia. Entre ellos muchos eran de influencia gnóstica. Por otra parte, algunos, como los seguidores de Marción, rechazaban libros generalmente reconocidos por los Padres. La Iglesia, con la autoridad Apostólica que Cristo le dio, definió la lista (canon) de los Libros Sagrados de la Biblia.

Los concilios de la Iglesia Católica (el Concilio de Hipo, en el año 393 A.D. y el Concilio de Cartago, en el año 397 y 419 A.D., ambos en el norte de África) confirmaron el canon Alejandrino (con 46 libros para el Antiguo Testamento) y también fijaron el canon del Nuevo Testamento con 27 libros.

Para reconocer los libros del Nuevo Testamento los Padres utilizaron tres criterios:

1.- Que fuesen escritos por un Apóstol o su discípulo.
 
2.- Que se utilizara en la liturgia de las iglesias Apostólicas. Ej. Roma, Corintio, Jerusalén, Antioquía, etc.
 
3.- Que estuviera en conformidad con la fe Católica recibida de los Apóstoles.

Al no satisfacer estos criterios, algunos evangelios atribuidos a los Apóstoles (ej. Ev. de Tomás, Ev. de Pedro) fueron considerados falsos por la Iglesia y rechazados. Por otra parte fueron aceptados libros (ej. Evangelio de San Juan y Apocalipsis) que por largo tiempo habían sido controversiales por el atractivo que ejercen en grupos sectarios y milenaristas.

La carta del Papa S. Inocencio I en el 405, oficialmente recoge el canon ya fijo de 46 libros del A.T. y los 27 del N.T. El Concilio de Florencia (1442) confirmó una vez más el canon, como lo hizo también el Concilio de Trento.

A la Biblia Protestante le faltan libros

En el 1534, Martín Lutero tradujo la Biblia al alemán. Pero rechazó los últimos siete libros del A.T. porque estos contradecían sus nuevas doctrinas.

 Por ejemplo, al quitar los libros de Macabeos, le fue mas fácil negar el purgatorio ya que 2 Macabeos 12, 43-46 da por supuesto que existe una purificación después de la muerte.
Lutero dice que Macabeos no pertenece a la Biblia. 

Sin embargo Hebreos 11,35 (Nuevo Testamento) hace referencia a 2 Macabeos: "Unos fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor". Los únicos en el Antiguo Testamento a quienes se aplica este pasaje es a los mártires macabeos, que fueron torturados por conseguir la resurrección (2 Mac. 7:11, 14, 23, 29, 36).

¡Lutero consideró conveniente optar por el canon de Jamnia que los judíos habían establecido para distanciarse del cristianismo!. Lo prefirió a pesar que le faltaban libros que Jesús, los Apóstoles y la Iglesia desde el principio habían reconocido. Agrupó los libros que quitó de la Biblia bajo el título de "apócrifos", señalando: "estos son libros que no se tienen por iguales a las Sagradas Escrituras y sin embargo son útiles y buenos para leer".

Lamentablemente Lutero propagó sus errores junto con su rebelión. Por esa razón a la Biblia Protestante le faltan 7 libros del AT. Los consideran libros que ellos llaman "apócrifos".
  1. Tobías
  2. Judit
  3. I Macabeos
  4. II Macabeos
  5. Sabiduría
  6. Eclesiástico (también llamado "Sirac")
  7. Baruc
También a los libros de Ester (protocanónico con partes deuterocanónicas) y Daniel (protocanónico con partes deuterocanónicas) les quitaron algunas partes
Lutero no solo eliminó libros del Antiguo Testamento sino que quiso eliminar algunos del Nuevo Testamento e hizo cambios en el Nuevo Testamento para adaptarlo a su doctrina.

Martín Lutero había declarado que la persona se salva sólo por la fe (entendiendo la fe como una declaración legal), sin necesidad de poner la fe en práctica por medio de obras.  

Según él todas las doctrinas deben basarse solo en la Biblia, pero la Biblia según la acomoda e interpreta él. Por eso llegó incluso a añadir la palabra "solamente" después de la palabra "justificado" en su traducción alemana de Romanos 3, 28. También se refirió a la epístola de Santiago como epístola "de paja" porque esta enseña explícitamente: "Veis que por las obras se justifica el hombre y no sólo por la fe".
Lutero además se tomó la libertad de separar los libros del Nuevo Testamento de la siguiente manera:
  • Libros sobre la obra de Dios para la salvación: Juan, Romanos, Gálatas, Efesios, I Pedro y I Juan
  • Otros libros canónicos: Mateo, Marcos, Lucas, Hechos, el resto de las cartas de Pablo, II Pedro y II de Juan
  • Los libros no canónicos: Hebreos, Santiago, Judas, Apocalipsis y libros del Antiguo Testamento.
Gracias a Dios, los Protestantes y Evangélicos tienen los mismos libros que los católicos en el Nuevo Testamento porque no aceptaron los cambios de Lutero para esta parte del canon. 

Pero se encuentran en una posición contradictoria: Reconocen el canon establecido por la Iglesia Católica para el Nuevo Testamento (los 27 libros que ellos tienen) pero no reconocen esa misma autoridad para el canon del A.T.

Es interesante notar que la Biblia Gutenberg, la primera Biblia impresa, es la Biblia latina (Vulgata), por lo tanto, contenía los 46 libros del canon alejandrino.

El reformador español, Casiodoro de Reina, respetó el canon católico de la Biblia en su traducción, la cual es considerada una joya de literatura. Pero luego Cipriano de Valera quitó los deuterocanónicos en su versión conocida como Reina-Valera.

Los Concilios modernos confirman el Canon

La Iglesia Católica, fiel a la encomienda del Señor de enseñar la verdad y refutar los errores, definió solemnemente, en el Concilio de Trento, en el año 1563, el canon del Antiguo Testamento con 46 libros siguiendo la traducción griega que siempre habían utilizado los cristianos desde el tiempo apostólico. Enseñó que los libros deuterocanónicos deben ser tratados "con igual devoción y reverencia". Esto fue una confirmación de lo que la Iglesia siempre enseñó.

Esta enseñanza del Concilio de Trento fue una vez más confirmada por el Concilio Vaticano I y por el Concilio Vaticano II (Constitución Dogmática Dei Verbum sobre la Sagrada Escritura). El Catecismo de la Iglesia Católica reafirma la lista completa de los Libros Sagrados, incluyendo los deuterocanónicos.

La Biblia es un regalo del Señor, presentado como obra terminada a través de un largo proceso en el que el Espíritu Santo ha guiado a la Iglesia Católica a la plenitud de la verdad. Por la autoridad de la Iglesia se establece el canon definitivo.
Ante los que quieren introducir libros en el Canon, por ejemplo, el "Evangelio de Judas", los protestantes más conocedores han tenido que recurrir a la autoridad de la Iglesia Católica para declarar que el canon de las Escrituras ha sido fijado en los Concilios del siglo IV y no se puede cambiar.

Recomendamos: 

Método de lectura de la Palabra de Dios: La Sagrada Escritura leída a través de los Padres y del Magisterio, profundizada en la oración y en la meditación.

Claves para el estudio avanzado de la Sagrada Escritura: Brillante e ilustrativa intervención de Papa Benedicto mostrando los límites de algunos métodos modernos

Dios nos habla en la Biblia como su autor: ¿De qué cosas y cómo nos habla Dios en la Biblia? Cómo se fue componiendo la Biblia.

La Biblia, cómo manejarla: La división de los textos sagrados.

sábado, 13 de junio de 2020

12 típicas frases prejuiciosas sobre nuestra fe... con sus respuestas

Intentamos dar recursos para poder explicar porqué son falsas esas frases y por qué los católicos no somos eso que dicen que somos

Por: Sebastián Campos | Fuente: Catholic-link.com




Los mitos y prejuicios que la gente puede tener sobre los católicos son una fórmula con muchos ingredientes. Tiene una pizca de desconocimiento, una cucharadita de humor, unos cuantos gramos de heroísmo y querer salvar la verdad, una porción de descontextualización y por último tiene varios kilos de mala intención y de buscar desacreditar no solo a los cristianos, sino que a la Iglesia como institución.

Es casi un requisito para quien se dice ser cristiano, el haber sido escuchado algún prejuicio por parte de sus amigos o familiares. Del mismo Jesús se dijeron cosas que no tenían ningún asidero en la realidad, por lo tanto, para nosotros que somos sus seguidores, es obvio que si seguimos sus pasos nos va a tocar algo similar; por eso ¡ánimo!.

No obstante la idea no es que te conformes y aceptes así sin más los prejuicios y los mitos que se han ido construyendo sobre los católicos, sobre nuestra fe y sobre nuestra Iglesia, sino que queremos proponerte una entretenida galería con 12 frases prejuiciosas o mitológicas que la gente cree y que nosotros sabemos que es una rotunda mentira.

Este artículo no pretende ser un tratado de apologética, pero hemos intentado agregar a cada una de esas frases el link a un artículo en donde te damos recursos para poder explicar porqué eso es falso y por qué los católicos no somos eso que dicen que somos.

1.- Adoras a la Virgen María como si fuera Dios

María es la madre de nuestro Señor, Dios mismo la escogió para esa misión y ciertamente lo hizo fantástico, pero nosotros adoramos a Dios y a nadie más que a Dios. A la Virgen la amamos, la veneramos, la respetamos y confiamos en su intercesión de madre amorosa. Lee este artículo y te explicamos un poco más profundamente como relacionarnos con la Virgen María.

2.- Eres homofóbico

Este es un mito maquinado por el Lobby Gay, que quiere hacernos quedar mal con todo el mundo. ¡Nos oponemos rotundamente a este mito!

Te queremos presentar un artículo que titulado "La Iglesia Católica y la homosexualidad", el cual tiene un excelente video que seguro hará caer por los suelos este mito.

3.- Tienes esa visión de la vida hipócrita y puritana...

Eso es muy chistoso, porque la gente relaciona la fe con el ser seres de otro mundo, esclavos de las normas, tremendamente frustrados y aburridos.
Jesús mismo se enojó, tomó vino para celebrar, sus amigos fueron de dudosa reputación y frecuentó lugares que a muchos escandalizaron.

Nues amigos de Catholic-link nos presentan un artículo para que veas que la santidad tiene poco que ver con ser un puritano y más con ser apóstol. Todo esto unido a que se cree que es un pecado mortal tomar unos traguitos o fumar alguna vez.


4.- No estás de acuerdo con los avances de la ciencia

Solo como una pequeña muestra, te invitamos a ver al astrónomo Guy Consolmango, quien es un Sacerdote Jesuíta... exacto, ¡es cura! Un hombre de fe dando una charla TED sobre ciencia. Revisa el artículo aquí.

5.- Te crees perfecto y por eso vas diciéndole a todo el mundo cómo vivir

Ya, es verdad...¡NOOO!

Una de las partes centrales de nuestra fe es reconocer que somos frágiles y que necesitamos de Dios. Si fuéramos perfectos no necesitaríamos de la ayuda de nadie y eso no es verdad, porque vaya que sí la necesitamos.

Te compartimos un artículo que invita a comenzar por uno mismo, pues la mayor lucha no es cambiar a los demás, sino la  santidad personal.

6.- Entiendo, te lavaron el cerebro y por eso crees todas estas cosas

Este mito está dentro de esas teorías de conspiración de los grandes poderes mundiales  en donde la Iglesia tiene un rol protagónico lavándonos el cerebro para dominar al mundo.

La verdad es que somos libres y Dios lo ha querido así. La fe es voluntaria y fruto de una experiencia personal, nadie obliga a nadie.

7.- Pides dinero para ayudar pero en verdad la Iglesia debería vender todo el oro que hay en el Vaticano

No podemos culpar a quienes creen eso, pero la verdad es que es un error creerlo. La información no siempre está tan clara y disponible, pero te compartimos este artículo en donde queda explicado claramente qué es lo que hace el Vaticano con sus finanzas.

8.- Te la pasas repitiendo esos rezos sin sentido.

La gente se confunde, pues nos escuchan recitar el Padrenuestro o el Ave María y creen que son frases repetitivas y sin sentido.

Te compartimos un artículo para destruir el mito de que nuestra oración es palabraría vana.

9.- Escondes todo ese montón de misterios y de secretos (sobre todo lo que pasa en el Vaticano)

No sabemos de donde salió eso, pero te invitamos a que veas este imperdible vídeo blog, pues vas a poder presenciar en primera fila en que consiste atravesar las puertas del Vaticano y darte cuenta que todo eso de los misterios, ultra seguridad y secretos es pura ciencia ficción.

10.- Eres un conservador cerrado

¿Habrá en la historia de la humanidad alguien más contra corriente y poco conservador que Jesús? Conservar la bondad y el amor por la humanidad es algo hermoso. Eso no significa de ninguna manera ser cerrados. En las propias palabras del Papa Francisco, estamos llamados a ser protagonistas de la historia. Se relaciona la palabra conservador con cerrados, reprimidos e infelices, pero es mentira. Cuidamos nuestra alma, pero eso poco tiene que ver con ser infelices.

11.- Eres tremendamente aburrido

Te compartimos un enlace en donde te damos 10 razones que demuestran que no lo somos para nada, al contrario, nuestra experiencia de fe y la forma en la que enfrentamos el mundo hace que nuestro paso por la tierra sea emocionante y lleno de vida.

12.- Seguro solo escuchas música cristiana y aburrida

No solo escuchamos la música que escucha todo el mundo (no hay un mandamiento que nos obligue a no escuchar cualquier música), sino que además dentro de la Iglesia se hace música de mucha calidad y contenido.

Para terminar te dejamos un pensamiento:
"Me preguntas si estoy alegre ¿Cómo no estarlo mientras la fe me da fuerzas? ¡La tristeza debe ser barrida del alma del católico!
Beato Pier Giorgio Frassati
Artículo original publicado en Catholic-link.com

sábado, 6 de junio de 2020

¿Realmente se puede vender el alma al demonio?

Teológica o filosóficamente hablando no es algo factible, veamos el porqué

Por: n/a | Fuente: DiocesisdeCelayaMX.blogspot.com



Hace días pasó en mi ciudad en Monterrey Nuevo León, que a una mujer joven durante un rito satánico que hacían en su casa, le pidieron que ofreciera a su hijo, un pequeño de 3 años, y sin piedad lo quemó vivo dentro de su casa. ¿Qué dice la Iglesia sobre estas almas que por otras son ofrecidas al demonio? Era un niño, creo yo que a su edad aún no conocía el pecado, ¿qué pasa con él entonces? ¿Se condena o entra en la justicia divina y confiamos esté en la casa de Dios? ¿Podemos hacer algo por esas almas? 

La tragedia de Fausto es una obra de teatro basada en una historia escrita por Goethe en la que este doctor vende su alma al diablo para conseguir poder y conocimiento. Fausto hace un trato con el diablo: venderle su cuerpo y alma para recibir placeres y poderes sobrenaturales durante algunos años.

El diablo, aceptando el trato, le concede al Dr. Faustus el goce de los placeres del pecado durante esa temporada, y su destino parece estar sellado. Pero cuando se cumple el plazo, Fausto intenta frustrar los planes del diablo, enfrentándose a una muerte espantosa.

Esta historia es pues una leyenda que funciona bien como una metáfora de la paga del pecado, aunque no tenga ningún asidero bíblico ni teológico.

En la sagrada escritura no existe ningún caso de una persona que haya literalmente “vendido” su alma a Satanás. Tampoco teológica o filosóficamente hablando es algo factible.

A partir de aquí hay que tener pues en cuenta 5 cosas:

1. Nadie puede pactar con el diablo para ofrecerle o venderle la propia vida (o el alma) o una vida ajena, por la sencilla razón que no nos pertenecemos a nosotros mismos, como tampoco nadie nos pertenece; todos le pertenecemos a Dios, somos suyos (Sal 8, 6-7; Ef 2, 10).
Cuando se escucha decir que una persona le ha vendido el alma al diablo se está diciendo simplemente que dicha persona, para conseguir a toda costa sus objetivos, ha preferido recurrir a medios non sanctos (pecados graves) sin importarle su condenación; es solo una figura metafórica. Por otra parte, no es posible firmar ningún tipo de contrato con el diablo y menos aún protocolizarlo ante notario.
En el mismo sentido también son erróneas aquellas afirmaciones de muchos cuando, por ejemplo, dicen: “Yo con mi cuerpo hago lo que quiero”, o “yo tengo derecho a decidir sobre mi cuerpo”. El espíritu, alma y cuerpo (la totalidad) no le pertenecen a la persona humana, sino a Dios su creador; en consecuencia cada uno está llamado sólo a respetar y administrar los dones de Dios comenzando por el don de la vida.

2. Aunque le pertenezcamos a Dios, Él no nos obliga a estar a su lado, en su casa, como expresa la parábola del Padre misericordioso (conocida también como del hijo pródigo) (Lc 15,11-22), en que, muy a su pesar, el padre deja marchar a su hijo menor.
Si optamos conscientemente por estar lejos del Padre, Él, aunque no quiera, permite que nos vayamos, nos deja ir para sufrir. Cristo nos liberó para que seamos libres; nosotros debemos mantenernos firmes en esa libertad para no someternos otra vez al yugo de la esclavitud (Ga 5, 1).

3. Y hablando concretamente del bebé que “supuestamente” fue ofrecido al diablo, siendo asesinado por su propia madre al arrojarlo al fuego, pues ese bebé no tendrá un destino de condenación haya o no recibido el sacramento del Bautismo.
Ese niño le pertenece a Dios su creador, y la madre, en un acto de demencia, tampoco tenía la posibilidad, como se ha dicho antes, de ofrecerlo al diablo porque no es suyo, no le pertenece aunque sea “su” hijo.
En caso de que el bebé en cuestión no hubiera recibido el sacramento del bautismo, él tiene un camino de salvación (Catecismo, 1261). “El Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de ser asociados, del modo queDios conoce, al misterio pascual” (Gaudium et spes, 22).

4. No le podemos ofrecer a nadie lo que no nos pertenece. Una persona puede ofrecer lo que ha hecho consciente y voluntariamente con sus propias manos. Y Dios objetivamente sólo puede recibir lo que esté de acuerdo con su voluntad. Las ofrendas a Dios han de ser lo mejor de lo mejor, recordemos la ofrenda de Abel (Gn 4, 4).
Dios sólo recibe lo bueno; ni Él puede recibir lo malo ni el diablo puede recibir lo bueno (la santa e inocente vida de ese bebé de tres años).

5.- Y finalmente recordemos que el poder de Satanás está limitado por la voluntad de Dios (Jb 1, 10-12; 1 Co 10, 13). Él defiende lo suyo y Él ha provisto los medios para defendernos contra los ataques de Satanás y contra su poder (Ef 6, 11-12).

martes, 2 de junio de 2020

SANTÍSIMA TRINIDAD 2020




Hoy la Iglesia celebra el misterio más elevado de la doctrina revelada, su misterio central. El enunciado del misterio es muy simple, como lo aprendimos en el Catecismo: La Santísima Trinidad es el mismo Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; tres Personas distintas y un solo Dios verdadero. Misterio insondable que nos lleva a tres actitudes: adorar, agradecer y amar. Sólo lo comprenderemos en el cielo. El misterio de la Trinidad viene a desafiar todas las religiones y filosofías humanas. Mientras esas religiones, sobre todo las más depuradas, como el hinduismo y las creencias orientales, conciben a Dios como un todo impersonal, rozando a veces en el panteísmo, el Cristianismo nos presenta a un Dios personal, capaz de conocer y amar a sus creaturas. Ninguna religión llegó a concebir que la divinidad amase realmente a los hombres.