Cuando Anika nació, un neurólogo les dijo a sus padres, Angelina y Jesse,
que la pequeña, al tener microcefalia, moriría seguramente antes de que
cumpliera un año de vida. Mientras tanto, no sería capaz de moverse
autónomamente, comer o beber sola, mostrar emociones, reconocerlos como
padres. Ese día Angelina y Jesse pensaban que se morían, pero hoy, seis años después, mientras Anika se mueve como un diablillo de una habitación a otra de la casa, la verdad es otra.
«Adora moverse continuamente», cuenta la madre a la CNN:
«No se queda quieta ni un instante, lo cual no está mal para una niña
que supuestamente no podría caminar». La familia vive en Kansas y su
historia no es interesante sólo por lo inusual de la patología de Anika,
que en los Estados Unidos afecta a 12 niños sobre 10.000, sino porque
demuestra lo ideológico de la campaña mediática e institucional, en un único sentido, del conocido como caso Zika.
Presión mundialista por el aborto
La alarma fue lanzada en octubre por las autoridades de Brasil: se
habían hallado 5.640 casos de microcefalia y la causa era el virus Zika.
El mundo quedó sorprendido porque el virus, que se conoce desde hace
más de 60 años, apenas causa fiebre y en el 80% de los casos es
asintomático. Antes incluso de demostrar los hipotéticos vínculos
científicos entre microcefalia y Zika, el gobierno brasileño, en unión
con la ONU e innumerables asociaciones para los "derechos humanos", pidieron que se permitiera a todas las mujeres donde el virus está difundido el poder abortar.
En Colombia muchas mujeres han abortado, si bien no ha habido ni
siquiera un caso de microcefalia. De hecho, estos han ocurrido sólo en
Brasil y no en el número difundido por el gobierno: hasta ahora, sobre
5.640 casos de sospecha de microcefalia, sólo 583 han sido confirmados y
apenas 67 niños han presentado el virus Zika junto a la patología.
A día de hoy, la ciencia no ha demostrado la existencia de un vínculo
entre Zika y microcefalia. Sin embargo, los llamamientos al aborto
permanecen y cada vez son más fuertes.
También a Angelina los médicos le aconsejaron que interrumpiera el
embarazo: «Nos dijeron ´nadie os juzgará si abortáis y buscáis más
adelante un niño sano´. Si los hubiéramos escuchado, creyendo que Anika
no habría podido nunca hacer nada, hoy no estaría aquí». En cambio Anika está y tiene mucha vitalidad,
pero la familia no hubiera podido enfrentarse a las dificultades que
plantea la enfermedad si no hubiera conocido a Gwen y Scott.
Un apoyo imprescindible
Como ya recogió ReL, la familia de Gwen y Scott, que también reside en Kansas, es experta en microcefalia: sus dos hijas, Claire y Lola, de 14 y 9 años respectivamente, están afectadas por esta patología. Las hijas sufren también de enanismo y de epilepsia: «Ellos pueden diagnosticar lo que quieran, pero el hecho es que son las niñas más dulces y bellas que he visto. Simplemente, las amo con locura», explica Scott. No sólo ellos: el hijo mayor, Cal, las adora.
Al conocerse, Angelina y Gwen, a las que la CNN llama "micromamás",
compartieron sus historias y dificultades. «Gwen nos acogió: es con
ella con quien lloro y me desahogo. Siempre ha estado con nosotros y nos
vemos a menudo para que nuestras niñas jueguen juntas».
Es a raíz de esta experiencia por lo que Angelina tiene la fuerza de
decir a todas las mujeres que hoy están pensando en abortar por un
diagnóstico, aunque sea hipotético, de microcefalia: «Cualquiera puede
salir adelante. Será la experiencia que os pondrá más a prueba en toda vuestra vida, pero también la más gratificante».
«Que los médicos animen al aborto me rompe el corazón»
Al principio Angelina pensó en abortar, pero ahora sabe que «dejar que Anika naciera ha sido la mejor decisión de mi vida y saber que los médicos, en estos casos, animan al aborto me rompe el corazón».
Gwen no puede no estar de acuerdo: «Cuando me dijeron que también Lola
nacería con microcefalia, pensé en ello seriamente. Pero pensando en
Claire, sabía que saldría adelante». ¿Qué diría a las mujeres que hoy
tienen las mismas dudas que usted tuvo hace algunos años? «No juzgo a
nadie, pero si eligen tener el niño puedo garantizar que sus vidas cambiarán en positivo y que entenderán cuán profundo es el amor que son capaces de dar».
Publicado en Tempi.
Traducción de Helena Faccia Serrano (diócesis de Alcalá de Henares).
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