Esta
doctrina del “arrebato” se popularizó en Estados Unidos a raíz del
movimiento fundamentalista conocido como “dispensacionalismo” (que
incluye a personajes como LaHaye, Jenkins, Billy Graham, Jerry Falwell y
otros). Los dispensacionalistas creen: (a) en el milenarismo craso: en
el futuro habrá un reinado de mil años de Cristo sobre la tierra; (b) en
el arrebatismo: los “auténticos creyentes” en Cristo serán arrebatados o
llevados hasta el cielo, justo antes de un período de siete años de
tribulación mundial; (c) la historia ha sido dividida en siete
diferentes dispensaciones o eras, en cada una de las cuales, Dios pone a
prueba a personas concretas, éstas caen y luego Él las juzga. De estas
enseñanzas, la que más se divulga es la del arrebato. Hoy en día no
todos los arrebatistas son dispensacionalistas, pues la doctrina del
arrebato es aceptada por protestantes de otras denominaciones.
Hay
que tener en cuenta que este presunto arrebato no se identificaría con
la Segunda Venida de Cristo. Según ellos, es un acontecimiento anterior,
en el cual los verdaderos creyentes son silenciosamente arrebatados por
Cristo y regresan con Cristo en la Segunda Venida para derrotar al
Anticristo, establecer el reino milenario y reorganizar los sacrificios
de animales en el templo de Jerusalén reconstruido. El arrebato sería
una venida exclusiva para su Iglesia; la Segunda Venida es para todo el
mundo.
Los
arrebatistas admiten que la palabra “arrebato” no aparece en la Biblia,
pero explican que está tomada de la palabra latina rapiemur, con la que
San Jerónimo tradujo el pasaje de 1Tes 4,16: Porque el mismo Señor, a
la señal dada por la voz del arcángel y al son de la trompeta de Dios,
descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán los primeros;
después nosotros, los vivos, los que quedemos, junto con ellos seremos
arrebatados entre nubes por los aires al encuentro del Señor; y así
estaremos siempre con el Señor (1 Tes 4,16-17). San Pablo usa allí
harpagesómetha, que viene del verbo harpázo, que significa tomado por
fuerza, llevado, arrastrado, raptado.
También
entienden en este sentido las palabras de la Primera Carta a los
Corintios: Mirad, os voy a enseñar un misterio: no todos moriremos,
aunque sí seremos todos transformados. En un instante, en un abrir y
cerrar de ojos, con la última trompeta; pues sonará, y los muertos
resucitarán incorruptos, y nosotros seremos transformados (1Co
15,51-52).
Evidentemente
no cuajan estos textos completamente con la doctrina del arrebato, pues
ese “silencioso rapto de los elegidos” no parece ser muy silencioso si
debe intervenir el arcángel dando señales y trompetazos, como lo
entiende el Apóstol en los dos lugares que ellos mismos citan. Todo
parecería indicar que se llama la atención de todos los pueblos para el
fausto acontecimiento. Los arrebatistas solucionan el problema diciendo
que, a pesar de los estridentes llamados angélicos, sólo lo oirán los
que serán arrebatados. La salida es ingeniosa, pero no lo dice el
Apóstol, por lo que es un simple invento de los arrebatistas.
En
la Sagrada Escritura no se distingue (ni lo ha distinguido la tradición
cristiana) entre el suceso narrado aquí por San Pablo y la Segunda
Venida. Los arrebatistas son los primeros en afirmar que se trata de
acontecimientos distintos. Una de sus “pruebas” es que a menudo se usan
tres palabras distintas para hablar de la vuelta de Cristo a la tierra:
parousia, apokalypsis y epiphaneia. Los arrebatistas dicen que se
refieren a sucesos diversos.
Sin embargo, no sólo no pueden probarlo,
sino que después deben “arreglar” las cosas para que la misma palabra (y
no ya términos distintos) indique cosas diversas. Así, por ejemplo, se
ven obligados a afirmar que “parousia” en 1Tes 4,15 se refiere al
arrebato, pero la misma palabra “parousia” en 1Tes 3,13 describe la
Segunda Venida.
LaHaye
sostiene que su versión del arrebato proviene de la Biblia, era
enseñada por algunos cristianos en la Iglesia primitiva y es un
distintivo de auténtica cristiandad; sin embargo, no se encuentra como
tal ni en la Biblia ni en los escritores antiguos.
Algo semejante (sobre
una venida secreta e invisible de Cristo) se puede encontrar en el
libro de Lacunza “La venida del Mesías en gloria y majestad” [2],
pero él creía que sería un arrebato de los católicos que recibían la
Sagrada Comunión con regularidad, y que éstos regresarían a la tierra
cuarenta y cinco días después; y la Iglesia no aprobó nunca tal
enseñanza. También se encuentra algo entre algunos predicadores
protestantes en los tiempos de la fundación de los Estados Unidos. Pero
en la forma moderna recién ganó terreno en Estados Unidos y Gran Bretaña
en el siglo XIX.
Quien promovió esta doctrina fue el ex sacerdote
anglicano, profundamente anticatólico, John Nelson Darby (1800-1882),
quien dedicó su vida a la predicación de esta doctrina y condenó a todos
aquellos que no estaban de acuerdo con él. Sus predicaciones fueron
reconocidas cuando uno de sus discípulos, Cyrus I. Scofield, publicó la
Biblia de Referencia de Scofield en 1909; allí se mostraban cuadros y
notas a pie de página de aspecto riguroso, en las que se explicaban
“científicamente” (según se decía) las verdades proféticas de la
Escritura.
Pocas décadas después había vendido unos diez millones de
ejemplares, convirtiéndose en el libro fundamentalista americano más
influyente de todos los tiempos. En los primeros años del siglo XX, el
sistema dispensacional logró avances significativos entre los grupos
baptistas, presbiterianos y metodistas, así como en docenas de
congregaciones “no sectarias”. Las facultades bíblicas dispensacionales
florecieron por todo el país. La mayoría de los famosos revivalistas
protestantes posteriores de América, tales como Dwight Moody, Billy
Sunday y Billy Graham fueron dispensacionalistas formales.
Cuando
Israel se convirtió en nación en 1948, los dispensacionalistas vieron
en ese acontecimiento una señal clave de los tiempos. Con Israel
restaurada como nación, el tiempo en que la Iglesia sería arrebatada de
la tierra tenía que estar próximo. El conflicto de 1967 entre Israel y
Egipto elevó la expectación.
En 1970 un ministro fundamentalista llamado
Hal Lindsey publicó The Late Great Planet Earth (El último gran planeta
Tierra), con el que se propagó popularmente el dispensacionalismo.
Otros lo siguieron en la publicación de libros del mismo estilo (como
Jack van Impe, John Walvoord, John Hagee y Grant Jeffrey); pero perdió
el liderazgo publicitario (sobre este tema) con la aparición de los
libros de LaHaye y Jenkins, que pasaron a ser los más famosos en el
tema.
Estamos
pues ante una doctrina que no es bíblica, que contradice los mismos
textos bíblicos (que hablan de la Segunda Venida de Cristo pero no de
una venida previa) y que no ha sido reconocida ni en la tradición, ni
por los mismos reformadores protestantes del siglo XVI.
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Notas
[1] Por ejemplo: Left Behind: A Novel of the Earth’s Last Days [Dejado atrás: novela de los últimos días de la Tierra] (Tyndale, 1995); The Mark: The Beast Rules the World [La marca: la Bestia gobierna el mundo]; The Indwelling: The Beast Takes Possession [La llegada: la Bestia toma posesión]; Desecration [Profanación]; Rapture Under Attack: Will You Escape the Tribulation? [El arrebato atacado: ¿escaparás a la tribulación?] (Multnomah Press, 1998); también es suyo el libro más teórico: Are We Living in The End Times? [¿Estamos viviendo en los últimos tiempos?] (Tyndale, 1999), etc.
[2] Véase una interesante reseña del libro y de la ortodoxia del autor en Marcelino Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, tomo VI, ¿Puede contarse entre los heterodoxos españoles al Padre Lacunza?, Emecé, Buenos Aires 1945, pp. 525-530.