Por: Pilar Guembe y Carlos Goñi | Fuente: blogfamiliaactual
Hay
cientos de publicaciones, sobre todo en Internet, aunque también en
revistas y libros, que son auténticas guías sexuales para adolescentes.
Entre las recomendaciones sobre moda, estudios, cine, música, relaciones
con los padres, redes sociales, amistades… un chico o una chica a
partir de doce años puede encontrar un consultorio sexológico, donde
recibe consejos faltos de sensibilidad, sin ningún respeto a la
intimidad y de contenido que raya lo pornográfico.
Estas
webs donde los adolescentes se encuentran en su ambiente, donde se
habla sobre sus cosas y con un lenguaje muy suyo, tienen miles de
visitantes. Algunas de ellas disponen de una publicación en formato
revista o libro. Tomemos, como ejemplo, un libro que ha vendido en
Cataluña veinte mil ejemplares en un mes. En él se incluyen ciertos
consejos que no consideramos adecuados para un chico o una chica que
comienza a despertar a la sexualidad.
Una
simple ojeada a estos materiales es suficiente para hacerse una idea de
lo que encuentran nuestros hijos fuera de casa, si no somos nosotros
los que tomamos la iniciativa. La educación de los hijos, también y en
especial la de la sexualidad, corresponde a los padres. No hacerlo por
miedo, desconocimiento, vergüenza, apuro, falta de tiempo o por
cualquier otra excusa y no hacerlo en el momento oportuno, deja a
nuestros hijos en manos de “los otros padres”, que dan consejos al por
mayor, no sabemos con qué intenciones.
Los
adolescentes acuden a este tipo de webs o libros no sólo por pura
curiosidad, sino porque piensan que allí no hay una mano adulta que los
dirija. Sin embargo, nada más alejado de la realidad: este tipo de
materiales están confeccionados por adultos con voz de adolescentes, por
adultos que se hacen pasar por “adolescentes maduros” que aconsejan a
otros adolescentes. Con esta estrategia se meten en el bolsillo a miles
de chicos y chicas y nos usurpan a los padres la autoridad que nos
corresponde. Quizá porque nos la dejamos quitar.
Ninguna
guía sexual para adolescentes es adecuada, porque la educación de la
sexualidad necesita, más que otra cosa, una comunicación personal. El
café para todos que ofrece este tipo de materiales suele estar demasiado
cargado, de manera que resultan más estimulantes que educativos y
alteran el desarrollo natural en vez de encauzarlo. Desde un libro, una
revista o una web no se puede educar en la sexualidad, como mucho se
puede informar, y en demasiados casos deformar, porque para hacerlo es
necesario establecer una relación personal que cumpla estos requisitos:
- Acompañar el momento evolutivo de nuestro hijo: sin adelantarnos demasiado ni llegar tarde.
- Adecuarse a su personalidad: cada hijo es hijo único.
- Respetar su intimidad: hacerlo con mucha delicadeza.
- Atenerse a una visión antropológica integral: la sexualidad afecta a toda la persona.
Eso sólo lo podemos hacer los padres, y lo tenemos que hacer.