Por: P. Evaristo Sada, L.C. | Fuente: https://la-oracion.com/
Hay personas que nos hacen sufrir. Sabiéndolo o no, queriéndolo o no, pero nos hacen pasar malos ratos.
Nos
duelen sus palabras hirientes, sus actitudes humillantes, sus tratos
despóticos, su falta de responsabilidad, sus infidelidades, sus prontos
temperamentales, sus olvidos y negligencias…
Ante personas
así podemos reaccionar siendo con ellos de la misma manera que son
ellos con nosotros: “para que se enteren”, “para que vean lo que se
siente”.
O bien podemos enfrentarlos, decirles sus verdades y ponerles
un alto. O incluso evadir el problema ignorándolo y dejándolo a su
suerte. Pero sabemos que estos recursos pocas veces funcionan.
Sin embargo, podemos también buscar el momento y las palabras más adecuadas para hacerle ver lo que está sucediendo.
Podemos poner amor: “Donde no hay amor, pon amor y encontrarás amor” (San Juan de la Cruz). Y por fin, orar por ellos.
El reto es orar por quien te ha hecho daño
Orar por una
persona querida es fácil, pero orar por una persona que te hace daño es
difícil. Apenas lo traes a la memoria en la oración y se te retuerce el
estómago. Y si llegas a formular una oración, lo más probable es que
ésta sea para pedirle a Dios que lo parta un rayo, que le dé una buena
lección o que lo cree de nuevo. Aún si te salen estos sentimientos,
intenta de nuevo.
Verás que la oración irá ablandando tu
corazón, pues en la oración se hace presente el Espíritu de Dios que es
amor, y Él, el Amor en persona, irá renovando tu corazón.
Y te dirás:
“pero de lo que se trataba era de que el otro cambiara”. Sí, pero al
orar por quien te hace sufrir te darás cuenta de que el primero que
comienza a cambiar eres tú mismo.
Al rezar por quienes te hacen sufrir
– Te das la
oportunidad de desahogarte y de hacerlo con quien es todopoderoso y
puede remediar las cosas. Desahogarse con Dios sana y libera. Poner en
manos de Dios aquello que no puedes controlar ni remediar es de personas
sensatas.
– Dios te hace ver que el rencor, la venganza, la falta de perdón, el
resentimiento, el odio, no son virtudes cristianas, y que más bien debes
aprender a ser como es Dios con nosotros: rico en misericordia,
dispuesto a perdonarme siempre (aunque no lo merezca), tolerante,
paciente, compasivo. “Perdónales, Padre, porque no saben lo que hacen”
(Lc 23, 34) “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. (Lc 23, 43)
– Rezas con coherencia y sinceridad el padrenuestro y le das a tu Padre
celestial excusa suficiente para perdonarte. “Perdónanos nuestras
ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.
– El Espíritu Santo comienza a modelar tu corazón conforme al Suyo.
Verás que todo ese rencor que llevas dentro es veneno que intoxica,
vinagre que amarga la vida, y que a medida que te purificas de él y lo
suples con la miel de la caridad cristiana, la vida se te hace mucho más
llevadera. Ya bastante mal te lo pasas con el sufrimiento que el otro
te impone como para que lo amplifiques con el reflujo de tu propia
amargura.
– Y no te quede la menor duda de que si rezas con fe y caridad por
quienes te hacen sufrir, Dios actuará. No esperes resultados inmediatos,
simplemente espera con absoluta confianza en que Dios obrará en el
momento y de la manera que considere oportunas.
Oración de intercesión y sanación
Tal vez te pueda servir esta oración de intercesión y sanación del P. Emiliano Tardif:
Padre de bondad, Padre de amor, te bendigo, te alabo y te doy gracias porque por amor nos diste a Jesús.
Gracias Padre porque a la luz de tu Espíritu comprendemos que él es la luz, la verdad y el buen pastor, que ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia.
Hoy, Padre, quiero presentarte a este hijo(a). Tú lo(a) conoces por su nombre. Te lo(a) presento, Señor, para que Tú pongas tus ojos de Padre amoroso en su vida.
Tú conoces su corazón y conoces las heridas de su historia.
Tú conoces todo lo que él ha querido hacer y no ha hecho.
Conoces también lo que hizo o le hicieron lastimándolo.
Tú conoces sus limitaciones, errores y su pecado.
Gracias Padre porque a la luz de tu Espíritu comprendemos que él es la luz, la verdad y el buen pastor, que ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia.
Hoy, Padre, quiero presentarte a este hijo(a). Tú lo(a) conoces por su nombre. Te lo(a) presento, Señor, para que Tú pongas tus ojos de Padre amoroso en su vida.
Tú conoces su corazón y conoces las heridas de su historia.
Tú conoces todo lo que él ha querido hacer y no ha hecho.
Conoces también lo que hizo o le hicieron lastimándolo.
Tú conoces sus limitaciones, errores y su pecado.
Conoces los traumas y complejos de su vida.
Hoy, Padre, te pedimos que por el amor que le tienes a tu Hijo,
Jesucristo,derrames tu Santo Espíritu sobre este hermano(a) para que el
calor de tu amor sanador, penetre en lo más íntimo de su corazón.
Tú que sanas los corazones destrozados y vendas las heridas, sana a este hermano, Padre.
Entra en ese corazón, Señor Jesús, como entraste en aquella casa donde estaban tus discípulos llenos de miedo. Tú te apareciste en medio de ellos y les dijiste: “paz a vosotros”. Entra en este corazón y dale tu paz. Llénalo de amor.
Sabemos que el amor echa fuera el temor.
Pasa por su vida y sana su corazón.
Tú que sanas los corazones destrozados y vendas las heridas, sana a este hermano, Padre.
Entra en ese corazón, Señor Jesús, como entraste en aquella casa donde estaban tus discípulos llenos de miedo. Tú te apareciste en medio de ellos y les dijiste: “paz a vosotros”. Entra en este corazón y dale tu paz. Llénalo de amor.
Sabemos que el amor echa fuera el temor.
Pasa por su vida y sana su corazón.
Sabemos, Señor, que Tú lo haces siempre que te lo pedimos, y te lo
estamos pidiendo con María, nuestra madre, la que estaba en las bodas de
Caná cuando no había vino y Tú respondiste a su deseo, transformando el
agua en vino.
Cambia su corazón y dale un corazón generoso, un corazón afable, un corazón bondadoso, dale un corazón nuevo.
Haz brotar, Señor, en este hermano(a) los frutos de tu presencia. Dale
el fruto de tu Espíritu que es el amor, la paz y la alegría. Haz que
venga sobre él el Espíritu de las bienaventuranzas, para que él pueda
saborear y buscar a Dios cada día viviendo sin complejos ni traumas
junto a su esposo(a), junto a su familia, junto a sus hermanos.
T
T
e doy gracias, Padre, por lo que estás haciendo hoy en su vida.
Te damos gracias de todo corazón porque Tú nos sanas, porque tu nos liberas, porque Tú rompes las cadenas y nos das la libertad.
Te damos gracias de todo corazón porque Tú nos sanas, porque tu nos liberas, porque Tú rompes las cadenas y nos das la libertad.
Gracias, Señor, porque somos templos de tu Espíritu y ese templo no se
puede destruir porque es la Casa de Dios. Te damos gracias, Señor, por
la fe. Gracias por el amor que has puesto en nuestros corazones.
¡Qué grande eres Señor!
Bendito y alabado seas, Señor.
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