Por: Dan Burke | Fuente: La-oracion.com
Pregunta: Estimado
Dan, yo tenía el hábito de rezar el rosario a diario, pero últimamente
me he sentido frustrado al rezarlo. Me siento muy confundido porque no
sé en qué debería concentrarme al hacer esta oración. Por ejemplo al
rezar un Ave María, medito el dolor de Cristo en la flagelación y el
grandísimo amor que a través de eso nos expresa. Sin embargo, mientras
hacía esto, no estaba poniendo atención a las palabras del Ave María o
pidiéndole a la Virgen que «ruegue por nosotros pecadores».
Respuesta:
Querido
amigo, qué buena pregunta. La respuesta es sencilla: tu atención debe
estar centrada en Dios. Te invito a repasar lo que dice el Catecismo al
hablar de la oración vocal (n. 2700):
Por
medio de su Palabra, Dios habla al hombre. Por medio de palabras,
mentales o vocales, nuestra oración toma cuerpo. Pero lo más importante
es la presencia del corazón ante Aquel a quien hablamos en la oración:
«Que nuestra oración se oiga no depende de la cantidad de palabras, sino
del fervor de nuestras almas».
Si
tu corazón de alguna manera está enfocado o se siente atraído hacia
Dios, estás caminando en la dirección correcta. Para ser mas específico,
en cuanto al Rosario te recomiendo leer la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae del Papa Juan Pablo II en la que entre otras cosas escribió:
«María
propone continuamente a los creyentes los "misterios" de su Hijo, con
el deseo que sean contemplados, para que puedan derramar todas su fuerza
salvadora. Cuando recita el Rosario, la comunidad cristiana está en
sintonía con el recuerdo y con la mirada de María».
Por eso, cuando rezamos el Rosario, lo rezamos con María y a través de los ojos de María, centrando nuestra atención, al igual que ella, en Jesús mismo
Nuestra primera tarea al rezar el Rosario es unirnos a María en cada escena (misterio) que se presenta.
Al hacerlo, le pedimos su ayuda y sus oraciones mientras contemplamos a
Cristo. Para traer esta realidad más cerca de nuestro corazón, podemos
imaginarnos que estamos de pie al lado de María. Los dos miramos a
Cristo en su agonía en el huerto. Le susurramos a nuestra Madre que
ruegue por nosotros mientras consideramos lo que Cristo sufre. Le
repetimos nuestra petición mientras los dos continuamos penetrando más
profundamente el misterio.
Principios para mantener la paz
Sin importar dónde nos encontremos después de nuestro esfuerzo inicial por centrar nuestra oración en Cristo, hay varios principios que pueden ayudarnos a mantener la paz cuando nos distraemos:
Sin importar dónde nos encontremos después de nuestro esfuerzo inicial por centrar nuestra oración en Cristo, hay varios principios que pueden ayudarnos a mantener la paz cuando nos distraemos:
- Las distracciones son normales:
Nuestro trabajo consiste en rechazar la distracción de manera apacible,
ejercitando nuestra voluntad, y regresar nuestra atención a Dios. Si
pasamos todo nuestro tiempo de oración volviéndonos hacia Él, la hemos
hecho bien.
- Cristo es la clave: Cada vez que nuestros corazones se sientan atraídos hacia Cristo, debemos procurar dejarnos atraer. Algunas veces, debemos seguir esta atracción hasta la contemplación silenciosa en la que dejamos de lado la oración vocal o discursiva para simplemente contemplarlo a Él. Si no estamos obligados por algún compromiso religioso a rezar oraciones de alguna forma específica, tenemos la libertad de dejar estas oraciones formales, una vez que ellas nos han llevado a la verdadera razón y al más alto objetivo de nuestro esfuerzo en la oración: adorarlo a Él.
Al
final, lo importante es que tu alma descanse en Él y en la obra que Él
realiza en ti. Sí, debes esforzarte en aumentar tu devoción y atención a
Él en la oración. Sin embargo, cuando nuestros corazones fervientes se
topan con la frustración, es buena señal que el enfoque en nuestra
oración está mal encaminado.
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