EL PENSAMIENTO DE LA IGLESIA CATOLICA SOBRE TEMAS RELACIONADOS CON LA PERSONA HUMANA, LA FAMILIA, LA SOCIEDAD, EL ESTADO Y LA COMUNIDAD INTERNACIONAL.
viernes, 14 de abril de 2017
Vía Crucis narrado por JESÚS 2017
Este Vía Crusis es narrado por JESÚS; dejando una breve reflexión en cada una de las estaciones (EL TEXTO ES FICCIÓN)
sábado, 8 de abril de 2017
¿Quieres evangelizar en Internet en la próxima Pascua?

La revista Alfa y Omega, que edita la archidiócesis de Madrid y se difunde los jueves junto con el diario ABC, ha lanzado la iniciativa Jesús está vivo ¡Cuéntalo!, para ayudar a evangelizar a través de Internet y dar testimonio de Jesucristo a través de las redes sociales.
La iniciativa consiste en grabar un vídeo testimonial de 2 o 3 minutos máximo, en horizontal, y contar todo lo que Él ha hecho y hace por ti. Después, editarán cada video y se enviará al protagonista para que lo pueda difundir con facilidad entre sus contactos, vía Whatsapp, Facebook, Twitter o por email.
"Jesús está vivo, resucitado, y se ha quedado en la tierra junto a nosotros –en la Eucaristía, en los hermanos, en la oración– para que tengamos una vida nueva y feliz", afirma Alfa y Omega al presentar el proyecto: "¿Quién es Jesús para ti? ¿Has experimentado su amor, su misericordia, su perdón? ¿Jesús te ayuda a ser feliz? ¿Ha cambiado tu vida? ¡Cuéntalo! Tanto si te ha salvado de una vida de pecado, como si experimentas su amor y su alegría cada día en tu vida… ¡cuéntalo!".
En la grabación, se invita a la sinceridad: "Sé concreto, abre un poco tu corazón y habla de Jesús".
El vídeo debe enviarse a:
jesusestavivo@alfayomega.es
Alfa y Omega lo editará y lo publicará en su web, y enviará el enlace al autor por si quiere compartir su testimonio con amigos o familia, en Facebook o en sus grupos de WhatsApp.
"Rompe el hielo. Muestra a los demás tu fe, habla de Dios que mueve tu vida. Si quieres que todo el mundo sepa lo que Dios ha hecho por ti… ¡cuéntalo!", concluye la presentación de la iniciativa.
sábado, 1 de abril de 2017
¿Te irritan las personas tóxicas? Deja la lupa y toma el espejo
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Abr 01, 2017

Centro Nagual Madrid-CC
Vivir con alegría la debilidad de los que me rodean lo cambia todo, pero ¿cómo lograrlo?
Me cuesta a veces entender que desde mi carencia y desde mi pecado pueda construir una obra de arte. No lo hago yo solo. Él lo hace conmigo. Él en mí.Y mi herida es el espacio abierto, la gruta en la que yace mi cuerpo muerto, y de donde brota la vida.
No niego mi herida. No la oculto. También me cuesta creer que las carencias y debilidades de los que tengo más cerca me complementen y enriquezcan.
¿Cómo puede ser eso posible? Si vivo clamando al cielo por los defectos ajenos. Criticando, juzgando. Y reclamando a Dios por las injusticias que sufro a causa de la debilidad de los hombres… Cuando experimento con dolor la carencia del que me ama, de aquel a quien yo amo, sufro.
Y no sólo experimento el dolor, también me entristece la carencia de lo que no recibo. Me duele esa fragilidad humana que entorpece mis pasos y no me deja ser mejor. ¿Cómo se puede hacer para que la debilidad de los demás sea un bien en mi vida? Es un milagro.
Pero vivir con alegría la debilidad de los que me rodean me hace cambiar. Amarlos débiles, quererlos frágiles. Abajarme a esa lucha que ellos sostienen contra su propio pecado. En ese gesto hondo de amor yo aprendo tolerancia, paciencia y alegría. Al final me enriquezco, cambio yo y aprendo a amar. Y al amarlos, cambian ellos.
¡Qué difícil me parece vivir con paz las heridas de los otros! Tal vez necesito cambiar mi mirada que brota de mi corazón herido, duro, rígido. Una nueva visión del mundo, del corazón humano.
Necesito un corazón más paciente, más transigente, más libre, más blando.
Sé que una cosa es mi firme propósito de amar bien, de liberar a quien amo de su culpa, de sostenerlo cuando se reconoce frágil ante mí. Pero muchas veces compruebo mi propia herida. Veo que de mi interior brotan sombras oscuras. No acabo de conocerme. Y me confronto con sentimientos que no quiero.
Leía el otro día: “Todo hombre se lleva a sí mismo adondequiera que vaya. En todo momento llevamos nuestros aspectos sombríos con nosotros. Participan de todos nuestros actos y a menudo los determinan aun en contra de nuestros propósitos. Deseamos amar a todos los seres humanos.
Pese a la firme voluntad de querer bien a todos los hombres, nos comportamos con impaciencia, rechazo o agresividad. A menudo nos sorprenden nuestras reacciones, pues nos negamos a reconocer el origen de nuestro comportamiento. Así es que muchas veces no vemos en nosotros lo que otros sí perciben a través de nuestros actos, y es que estamos marcados por nuestros aspectos sombríos”[1].
Quiero hacer el bien, quiero amar bien, acoger con alegría al que cae, perdonar al que me hiere, ser paciente con el que no actúa como yo espero.
Quiero entender que en los defectos de los que me rodean se encuentra el amor de Dios, oculto, escondido. Ese amor que viene a mí a desinstalarme de mis pretensiones. A confrontarme con los pecados de los demás, para que vea en ellos mi propio pecado. A desvelarme mi fragilidad.
Y mostrarme el camino que he de recorrer para que, al querer al que no me sabe querer, aprenda yo a querer como Jesús me quiere. Me hace ver mi debilidad para entregarme sin freno al que no es como yo quiero que sea. Me siento muy frágil. Tropiezo con mi indigencia. Me cuesta ver en las carencias de los demás mi camino de santidad.
¿Qué hago yo por acoger y ayudar al que no se comporta como yo creo que se debería comportar? Surgen mis propias sombras, mi pecado, juzgo y exijo. Me cuesta aceptar la lentitud del que me ama, su torpeza, su incapacidad para demostrarme su amor.
Exijo otras actitudes. Le pido que cambie. Surgen en mí la impaciencia, el rechazo, la agresividad. Sus olvidos y negligencias me duelen. Sus torpezas para vivir la vida a mi lado. No quiero ser un educador que corrige siempre. Pero acabo resaltando con violencia lo que los demás no hacen bien.
Quiero aprender a vivir las carencias de los demás sin juzgarlas. Quiero dejarme educar por sus debilidades. Y así reconocer mi propio pecado.
Decía Damián Karo: “Es momento de plantearnos: dejar la lupa y tomar el espejo. Nos molestan muchas cosas de los demás. Dejemos la lupa que examina a los otros constantemente y tomemos el espejo para ocuparnos de nosotros. Esto, a su vez, nos ayudará a que veamos de mejor modo a los demás. Podríamos pensar que de esa manera nada va a cambiar en el mundo; sin embargo va a cambiar todo en nosotros. Cuando algo de otro nos molesta y afecta tanto, es porque lo que estamos viendo es la devolución de nuestra imagen reflejada”.
El espejo me permite mirarme como soy. Y ver mi pecado, mi lado sombrío, mi fragilidad, mi propia muerte. No me entristezco. Me da ánimo para luchar. Dios me quiere como soy.
Decía el padre José Kentenich: “Hoy en día es muchísimo lo que se juega para el hombre, en el hecho de que aprendamos nuevamente a presentarnos ante Dios tal como somos. ¡Fuera con el velo! ¡Fuera con la máscara! Mostrarnos ante el rostro de Dios en total desnudez. En la imagen de Pablo: cuando soy débil, entonces soy fuerte”[2].
Me miro en mi desnudez. En mi fragilidad. Entonces la fragilidad del otro me afecta menos. Porque yo mismo en el espejo veo mi desnudez imperfecta. Y me siento pequeño al lado de lo que sueño y anhelo.
Me desnudo a los ojos de Dios, sin miedo, sin pudor. Dios me quiere así. Débil, inmaduro, torpe, incapaz, voluble, inconstante. Claro que desea que crezca, que ame mejor, que sea más feliz. Pero constatar su amor incondicional por mí, me da fuerzas.
[1] Franz Jalics, Ejercicios de contemplación, 52
[2] J. Kentenich, Textos pedagógicos
sábado, 25 de marzo de 2017
Transhumanismo: ¿se puede eliminar la muerte?
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Mar 24, 2017

De la naturaleza biológica a la naturaleza de base tecnológica, ¿qué hay detrás de este movimiento?
El transhumanismo o H+ (Humanidad Plus) es un movimiento cultural e intelectual que afirma la posibilidad y necesidad de mejorar la condición humana, basándose solo en el uso de la ciencia y las tecnologías más avanzadas. Estas tecnologías conseguirían aumentar las capacidades físicas, intelectuales y psicológicas de los seres humanos y alargar la vida de modo indeterminado o, incluso para algunos, hacer al hombre inmortal en la Tierra.Estas tecnologías son la ingeniería genética, las tecnologías de la información, la farmacología, así como tecnologías que se encuentran en fase experimental como la nanotecnología, la inteligencia artificial y la colonización espacial.
El transhumanista Nick Bostrom afirma que “será posible utilizar terapias del tipo genético y otros métodos biológicos para bloquear el proceso del envejecimiento y estimular el rejuvenecimiento y la reparación de los tejidos en forma indefinida y es posible que una tarea de este tipo solo pueda ser llevada a cabo por la nanotecnología. Mientras tanto solo existen tratamientos en base a hormonas”, que son muy caras.
El transhumanismo quiere cambiar la naturaleza biológica del hombre para hacer una naturaleza de base tecnológica. El hombre no envejecerá, pues la tecnología mantendrá una lucha contra la muerte y tal vez vencerla, según dicen.
Inspirándose en la Ilustración del Siglo XVIII, eliminan a Dios y ponen en su lugar la ciencia, el conocimiento. Pero cabe preguntarnos: ¿las tecnologías de futuro harán que los hombres sean más iguales? ¿Y más felices? ¿Y más libres? Esto es una discusión filosófica y científica en que se basó una jornada titulada “Inteligencia artificial y transhumanismo” organizada por la Federación Internacional de Médicos Católicos (FIAMC) en Barcelona (España) con la participación de expertos europeos de diversas disciplinas.
La conferencia magistral inaugural fue a cargo del profesor de Teología y Bioética de la Universidad Católica de Milán, Dr. Michele Aramini. Con él nos sentamos para hablar e informar a los lectores de Aleteia sobre este fenómeno mundial, muy extendido en América Latina, que es el Transhumanismo.
Preguntamos al profesor Aramini si las transformaciones del hombre y del género humano que pretenden los transhumanistas llevarán a una mayor igualdad entre los hombreds: “no es posible, responde, porque habrá que aplicar al hombre una tecnología muy cara y pocos hombres estarán en condiciones económicas para comprarla. Tampoco será una sociedad democrática porque solo una élite de habitantes del mundo occidental podrá pagarse la tecnología y esto lleva a una discriminación fuertísima entre los hombres, entre los que se pueden pagar las tecnologías y los que no”. Y los que pueden, dominarán al resto condenándolos a formar una clase social baja y oprimida.
¿Y la felicidad? ¿Serán más felices? El profesor Aramini afirma que una cuestión preliminar es preguntarse “sobre el sentido de la vida”. Esto se lo preguntan teólogos y filósofos, creyentes y ateos (el ideario transhumanista es ateo). “El ateísmo moderno –dice el profesor– se ha lanzado desesperadamente a los brazos del dios ciencia (cientifismo) pidiendo a la ciencia un significado de la propia vida”. Y añade: “sería contradictorio que una vida privada de sentido y fruto de la casualidad” llegara a ser deseable hasta el punto de hacerla inmortal.
El profesor Ermanno Pavesi, secretario general de la FIAMC, dijo en esta jornada que el hombre no puede prescindir de Dios y citó al papa Francisco en su encíclica “Laudato sí´” (n. 221) donde dice que “Dios ha creado el mundo inscribiendo en él un orden y un dinamismo que el ser humano no tiene derecho a ignorar”. O sea que la intervención humana debe estar en el orden de la creación, sin manipulaciones.
El transhumanismo cree que puede construir una vida muy larga, y hasta algunos aseguran que el hombre llegará tener una vida inmortal en la Tierra. Esta teoría se confronta con el cristianismo que predica también la inmortalidad del hombre. “Ciertamente –dice el profesor Aramini—el hombre quiere una vida verdadera, plena, una vida que valga la pena, que sea alegre y gozosa”, lo que conseguirá en la visión beatifica de Dios. La vida eterna predicada por Jesucristo no es la inmortalidad de la vida terrena, sino la “existencia en una nueva dimensión”, la comunión con Dios, que necesita la muerte del cuerpo.
Jesucristo resucita a Lázaro, no para que viva eternamente, sino para que siga viviendo y muera y pueda acceder a la eternidad en comunión con Dios. Los transhumanistas, sin embargo, no creen en la trascendencia de una vida cuya meta es estar junto a Dios. No quieren la muerte, la rechazan. Por eso creen que la ciencia les hará “como dioses”.
El hombre nuevo que proponen los transhumanistas ¿será más libre? Ellos creen que sí, pero “es una libertad falsa”, dice el profesor Aramini. ¿Quién va a preservar la dignidad del hombre, el amor, el cariño, la amistad y la capacidad auténtica de elegir entre una cosa u otra?
A lo largo de los siglos, quien ha liberado al hombre es Dios, desde la liberación de su Pueblo en Egipto, hasta Jesucristo que ocupa el ápice de esta liberación. “Él es el fundador de la libertad del hombre, dice Aramini, porque consiente al hombre tomar la decisión más alta, en relación con Dios mismo, cuando dice (Jn, 6, 67): “¿también queréis iros vosotros?” (Muchos le abandonan al anunciar la Eucaristía).
Y añade Aramini: “El hombre contemporáneo, curiosamente, ha entrado en una situación paradoxal: reivindica la libertad pero teme usarla, porque la libertad comporta un riesgo que es decidirse por una causa y ser fiel a la misma con coherencia dándose una identidad. La elección de esta causa (ser o no ser tal cosa, hacer o no hacer tal otra) no puede basarse en garantías científicas”. Es imposible. La decisión del hombre estará basada en el sentido de la vida y elegirá sobre lo que conoce con certeza, esto es la fe que le da una identidad.
El transhumanismo hoy “se mueve en el terreno más hipotético que realista”, dice Michele Armanini.
En la nanotecnología se quiere construir una especie de “robot” permanente dentro de nuestro organismo y monitorizarlo y llegar a la “digitalización del yo”. ¿El hombre transformado en un robot, con tanta inteligencia artificial y tanta manipulación genética? En muchas cosas el transhumanismo está instalado en la ciencia ficción y en el ateísmo.
sábado, 18 de marzo de 2017
Actividad demoníaca está en aumento indican exorcistas en Estados Unidos de Norteamérica
El problema no es que el diablo haya aumentado su juego, sino que más gente está dispuesta a jugarlo
Por: Patti Armstrong | Fuente: ACI Prensa // Catholic News Agency
Por: Patti Armstrong | Fuente: ACI Prensa // Catholic News Agency

Hay
un aumento alarmante en la actividad demoníaca que está siendo
reportado por quienes trabajan en el ministerio de exorcismo, así lo
indicó el P. Vincent Lampert, exorcista y párroco en la Arquidiócesis de
Indianápolis en Estados Unidos.
En
entrevista con National Catholic Register el exorcista alertó que
observa un número creciente de personas involucradas en rituales
satánicos y que se disponen al mal; y aunque se están tomando medidas
para aumentar el número de exorcistas, la demanda sigue superando la
oferta.
“El problema no es que el diablo haya aumentado su juego, sino quemás gente está dispuesta a jugarlo”,
dijo P. Lampert señalando directamente la pornografía desenfrenada, el
uso de drogas ilegales y el ocultismo como algunas de los caminos por
donde ingresa el demonio en la vida de las personas.
El
P. Lampert asistió a Roma en octubre de 2016 a la reunión de la
Asociación Internacional de Exorcistas, en la que participaron unos 400
líderes y sacerdotes católicos. Tras el evento, el presbítero aseguró
que los participantes estaban de acuerdo en que hay una gran necesidad de designar más exorcistas.
Además,
explicó que si bien las posesiones demoníacas reales “son raras” y que
solo ha visto tres en los últimos tres años, lo que ve con más
frecuencia son otros tres fenómenos: “infestación, vejación y obsesión”.
La
infestación demoníaca sucede en lugares donde las cosas pueden moverse y
hay ruidos fuertes. La vejación se refiere al evento en el que una
persona es atacada físicamente y puede presentar marcas como moretones,
mordeduras o arañazos. La obsesión demoníaca implica ataques mentales,
como por ejemplo pensamientos persistentes del mal.
Cuando
el P. Lampert fue nombrado exorcista por su obispo en 2005, apenas
había otros 12 en Estados Unidos. Ahora ese número es mayor y conoce a
50 sacerdotes que ejercen ese ministerio en el país.
Según
el Obispo de Springfield, Mons. Thomas Paprocki, “la ley canónica
requiere que un obispo dé permiso antes de que un sacerdote pueda hacer
un exorcismo mayor, pero los obispos no reciben ningún entrenamiento
formal en exorcismo”.
Como
una respuesta directa a la necesidad de exorcistas entrenados en
Estados Unidos, el Instituto León XII, fundado en 2012 en Milwaukee, se
encarga de apoyar en “la formación espiritual de los sacerdotes para
traer la luz de Cristo y disipar el mal”.
Mons.
John Esseff, Presidente de la junta directiva del instituto y uno de
los miembros fundadores, explicó que “a medida que la aceptación del
pecado ha aumentado, también aumenta la actividad demoníaca”.
“Los
obispos veían la necesidad de más exorcistas entrenados debido a la
cantidad de casos que eran enviados de todo el país a las diócesis que
contaban con exorcistas”.
Mons.
Esseff, que además ha sido exorcista en la diócesis de Scranton por más
de 40 años, aseveró que “una persona debe ser atendida en su propia
diócesis”.
El
Instituto León XIII graduó la primera promoción de 55 exorcistas,
sacerdotes y diáconos de su programa de dos años en 2015. Una segunda
clase de 52 graduará este otoño.
“El
único que puede vencer a Satanás es Jesús. El vencerá el reino del mal
con la luz. Y cada sacerdote representa a Jesús. El diablo no ve al
sacerdote, él ve a Jesús”, concluyó Mons. Esseff.
Traducido y adaptado para ACI Prrensa por Diego López Marina.
Publicado originalmente en lengua inglesa en CNA.
Publicado originalmente en lengua inglesa en CNA.
domingo, 12 de marzo de 2017
“No podemos avanzar. Hay una señora impidiendo el camino”
“Los ojos, de ternura indecible, estaban fijos en nosotros. Como una verdadera madre, ella parecía más feliz mirándonos que nosotros contemplándola”


La noche estrellada del 17 de enero, en la pequeña aldea de Pontmain, en Bretaña, Cesar Barbadette y sus dos hijos, Joseph y Eugène, de 10 y 12 años, estaban terminando sus quehaceres en el granero. Eugène miró por la ventana y vio un área sin estrellas sobre la casa del vecino.
De repente, vio a Nuestra Señora sonriéndole. Joseph también la vio; más tarde, ya como sacerdote, él mismo contó lo que había visto:
“Era joven y alta, estaba vestida con un manto azul oscuro… Su vestido estaba cubierto de estrellas doradas brillantes. Las mangas eran amplias y largas. Usaba sandalias del mismo azul que el vestido, adornadas con arcos de oro. En la cabeza tenía un velo negro cubriéndole la mitad de la cabeza, escondiendo sus cabellos y orejas y cayendo sobre sus hombros. Encima, una corona semejante a una diadema, mayor en la frente que se ensanchaba sobre los lados. Una línea roja rodeaba la corona a la mitad. Sus manos eran pequeñas y se extendían en nuestra dirección, como en la medalla milagrosa. Su rostro tenía la más suave delicadeza y una sonrisa de dulzura inefable. Los ojos, de ternura indecible, estaban fijos en nosotros. Como una verdadera madre, ella parecía más feliz mirándonos que nosotros contemplándola”.
Aunque sus padres vieron sólo las tres estrellas en un triángulo, las religiosas de la escuela parroquial y el párroco fueron llamados. Dos niñas, Françoise Richer y Jeanne-Marie Lebosse, de 9 y 11 años, también habían visto a la señora.
Los habitantes, que eran alrededor de sesenta entre adultos y niños, comenzaron a rezar el rosario. Mientras oraban, los videntes contaron que la visión había sufrido un cambio.
En primer lugar, las estrellas en su vestido se habían multiplicado hasta que el vestido se volvió casi completamente de oro. En cada oración siguiente, letras parecían aclarar los mensajes en una cinta desplegada a sus pies: “Por favor, oren, hijos míos”, “Dios pronto oirá sus oraciones” y “Mi Hijo los espera”.
Cuando ellos cantaron Madre de Esperanza, uno de los himnos regionales más populares, Nuestra Señora sonrió y los acompañó. Durante el canto Mi Dulce Jesús, una cruz roja con un cuerpo apareció en los brazos de María, cuya sonrisa desapareció y dio lugar al pesar.
Cuando los habitantes cantaron Ave Maris Stella, además, el crucifijo desapareció, la sonrisa de la señora volvió y un velo blanco la cubrió, concluyendo la aparición a las 9 de la noche. La aparición había durado más de tres horas.
Esa noche, las tropas prusianas cercanas a Laval habían parado a las 5.30 de la tarde, a la misma hora en que la aparición había sucedido por primera vez en Pontmain, a pocos kilómetros de distancia. El general Von Schmidt, preparado para salir en dirección de Pontmain, había recibido órdenes del comandante para no tomar aquella ciudad.
Hay un registro de que Schmidt había dicho, en la mañana del día 18: “No podemos avanzar. Más adelante, en la dirección de Bretaña, hay una señora invisible impidiendo el camino”.
La pequeña villa de Pontmain es una prueba de que las oraciones fervorosas, aunque elevadas por la menor de las parroquias, son capaces de cambiar la historia.
Un año después, en la fiesta de la Purificación, el 2 de febrero, la aparición en Pontmain fue aprobaba como auténtica y confirmaba por el papa Pío XI con una misa.
En 1932, el papa Pío XII concedió que la Madre de la Esperanza, título dado a esa aparición, fuera solemnemente homenajeada con una corona de oro. Hoy, los peregrinos visitan la Basílica de Pontmain como señal de esperanza en medio de la guerra.


sábado, 4 de marzo de 2017
El papa Francisco pide: ‘Recen conmigo por los cristianos perseguidos’
Cuando ejecutores asesinan a los cristianos, no hacen distinción entre las confesiones a las que pertenecen
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El video del mes de marzo de 2017 con las intenciones de oración del papa Francisco fue publicado hoy. El Santo Padre pide rezar por los cristianos perseguidos a causa de su fe.
“¡Cuántas personas son perseguidas por motivo de su fe, obligadas a abandonar sus casas, sus lugares de culto, sus tierras, sus afectos!”, dice el Papa. Y explica que “son perseguidos y ejecutados por ser cristianos, sin que los persecutores hagan distinción entre las confesiones a las que pertenecen”.
Les hago una pregunta, ¿cuántos de ustedes rezan por los cristianos que son perseguidos? Y el Pontífice prosigue: Anímense a hacerlo conmigo para que experimenten el apoyo de todas las Iglesias y comunidades, por medio de la oración y de la ayuda material.
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