El 14 de junio, muy poco tiempo después de su ordenación como diáconos, Todd y Gary Koenigsknecht, de 26 años de edad,
recibieron el orden sacerdotal. Son hermanos gemelos (Todd es el mayor
por unos minutos) y, como no es un caso frecuente, su vida ha saltado a
los medios de comunicación, sobre todo en el entorno de East Lansing,
una ciudad de menos de cincuenta mil habitantes en el estado de Michigan
(Estados Unidos) en cuya parroquia de Santo Tomás de Aquino recibieron
sus manos el poder de consagrar el Cuerpo y la Sangre de Cristo y de
perdonar los pecados.
La granja (también) imprime carácter
Unas manos acostumbradas al duro trabajo de la granja.
Los Koenigsnecht son una familia muy conocida en la zona, donde, entre
otras cosas, crían un centenar de vacas. Brian y Agnes formaron un hogar
con diez hijos (los sacerdotes son el cuarto y el quinto), y todos frecuentaban la parroquia de la Santísima Trinidad en Fowler, su pueblo.
Esa forma de vida ya imprime carácter. El padre John Linden, director de
vocaciones de la diócesis de Lansing, confía en que los gemelos serán
buenos pastores "porque están muy pegados al terreno y te hacen sentir a gusto en su presencia. No hay nadie que entable conversación con ellos que no se sienta bienvenido y escuchado", explica al Lansing State Journal.
Los hermanos atribuyen buena parte de su formación a la tarea
agropecuaria diaria que conforma el sustento familiar: roturar la
tierra, plantarla, cavar, ordeñar... Crecieron sin televisión en casa, trabajando duro y en un ambiente de oración, rematado con el rosario diario en familia.
Al entrar en el hobar de los Koenigsknecht llama la atención una docena
de rosarios colgados de un perchero, de donde los toman cada día para
agradecer y honrar a la Santísima Virgen.
Todd y Gary, con sus padres, que han educado
a sus hijos en el trabajo duro y la devoción a la Virgen.
Además los Koenigsknecht tienen otro sacerdote en la familia, William, hermano de Brian,
que ha rotado por numerosas parroquias de la diócesis. Pero casi todos
los miércoles hacía un alto en sus obligaciones para alimentar el ganado
o segar el trigo en la granja de su hermano. El tío William animó a
todos, y en particular a los gemelos, a envolverse en la vida
parroquial.
Como lo está haciendo Lee, su hermano pequeño, quien acaba de cumplir 19
años y está a punto de tomar también la decisión de ingresar en el
seminario y formarse para ser el tercer sacerdote del clan.
Una espiritualidad encarnada
"La granja es un buen contexto para la vida familiar", dice el recién
ordenado Todd. "Porque ambos padres están siempre cerca y disponibles",
completa su madre, Agnes. Y se va creando así una espiritualidad
encarnada, añade su padre, Brian: "En la granja dependes de Dios, para
la subsistencia y para todo. Es muy fácil imbuir a los hijos de lo que es la Creación y de cómo funcionan las cosas".
Dos imágenes entrañables: a la derecha, compartiendo
el día de su ordenación con el sacerdotes que los bautizó (izquierda).
Una vez concluido el bachillerato, la formación sacerdotal de los
gemelos Koenigsknecht duró ocho años, tras pasar por el seminario San
Juan María Vianney de St. Paul (Minnesota) y el del Sagrado Corazón en
Detroit (Michigan), y vivir un semestre en Roma.
Una vez ordenados hicieron un retiro espiritual, y ya tienen destino en dos parroquias distintas
(en la suya Todd bautizó recientemente a unos gemelos). Pero en cuanto
tienen un momento libre... hay que echar una mano, y este verano ya han
estado en casa plantando maíz y apilando heno.
"Me encanta la granja y siempre será así", dice Gary. Y Todd apunta el motivo: "Te da tiempo para pensar y es un bonito paréntesis en la atareada vida de un sacerdote".
C.L. / ReL
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