sábado, 29 de diciembre de 2018

Si nada nos llena… ¿Qué lo hará?

Si eres de los que no puede quedarse en casa el finde, esto es para ti

Por: Jessica Ponce | Fuente: New Fire




Alguna vez te has preguntado ¿por qué festejamos?  

Sinceramente yo creía que el tema de las fiestas era algo muy latino (en mi caso un mal de los mexicanos) y porque crecí con la idea de que no se necesita una justificación para hacer fiestas.


Pero esta semana me encontré con un libro titulado “La teoría de la festividad” de Josef Pieper y al leer sus reflexiones acerca de la naturaleza y origen de esta actitud humana, se me abrieron los ojos del por qué hoy en día nuestras fiestas, noches de antro y paseos por los bares, no satisfacen el sentido primordial de lo que las personas deberíamos experimentar cuando decidimos festejar algo.


Te voy a proponer 3 ideas de este filósofo que retoma a los clásicos como, Santo Tomás de Aquino, San Juan Crisóstomo, Orígenes, Schopenhauer, C.S. Lewis  y hasta usa ideas de Camus y Nietzsche para desenvolver las razones y causas de la actitud festiva en el ser humano. 

Espero esta terna te sea útil para una de dos cosas:


a) descubrir que no siempre es necesario festejar
b) el festejo tiene como fin encontrarse con Dios


Empezaré por el segundo punto. En efecto yo nunca creí que iba a llegar a la conclusión de que una fiesta tiene mucho que ver con Dios. Por lo general la comida, la música, la bebida, los postres y el alboroto que se arma en casa de mis familiares no pareciera muy “sagrado” que digamos. Pero Pieper propone que una celebración tiene como fin el experimentar la alegría, que en su última instancia nos conectará con Aquel que nos dio la habilidad misma de experimentar felicidad.


Citaré unas líneas del libro para explicar el concepto de alegría del autor:
    “La naturaleza de la alegría es ser un fenómeno secundario. Nadie puede alegrarse en absoluto por causa de la alegría como tal […] Sin embargo, el anhelo de [experimentar] alegría no es más que el deseo de tener un pretexto para estar alegre. […] Y aún cuando la causa de la alegría puede ser encontrada en mil formas concretas, siempre es la misma: poseer o recibir lo que uno ama. Ya sea en el presente, lo que se esperaba para el futuro, o recordaba del pasado. La alegría es una expresión del amor. Alguien que no ama a nada ni a nadie, no puede regocijarse, sin importar que tanto desee, o se le antoje, ser feliz. La alegría es la respuesta de un amante que recibe lo que ama.” (Op cit p. 22 y 23)


Después de esta definición de alegría, nos damos cuenta que el festejo per se no llevará realmente a un estado de “regocijo”. ¿Te ha pasado que vas en búsqueda del ruido y la fiesta sin sentido? ¿Has tenido ese sentimiento después de las noches de parranda que aunque estabas en un lugar tan saturado de gente, ruido y alcohol, regresaste solo y vacío a casa?
 

Felicidad o simplemente entretenimiento pasajero


Si como propone este autor, llegas a la conclusión de que ser feliz proviene de recibir algo que amas, entonces está muy difícil llenar el corazón de simples COSAS. El shot de tequila, las fotos en redes sociales, tu súper outfit de la noche, la servilleta con el teléfono de la chica o chico que te encontraste en la fiesta… no acaban de llenar el anhelo de felicidad de nuestros corazones porque, aún cuando son cosas concretas que nos emocionan, al final solo nos evocan emociones momentáneas que no satisfacen el anhelo de alegría verdadera.
 


Si nada nos llena… ¿Qué lo hará?


Este filósofo propone algo muy semejante a lo que decía Santo Agustín 

. Solamente cuando se tiene presente a Dios en la ecuación del festejo se consigue satisfacer el deseo de alegría. Ya se hacía antes que los festivales o festejos siempre iban en torno al calendario de los santos, al ciclo de las cosechas o de acuerdo a los momentos importantes de la maduración de las personas. Si reconocemos la bondad de Dios y con ello justificamos las causas por las que festejamos, capaz no quedaremos con mal sabor de boca después de andar de fiesta. Inténtalo la próxima vez que organices algo con tus amigos, festeja la vida de alguien que amas con buenas conversaciones, compartiendo comida que cocinaste en casa… y puede que el regalo no solo sea para el festejado, sino que la felicidad se comparta entre todos los presentes.


Por último, el primer punto de la discusión:

 No siempre es necesario festejar. Es sencillo confundir un día de descanso (fin de semana largo) donde por el simple hecho de no ir a trabajar o a la escuela, creas que se necesita hacer fiesta. 

Guarda tus momentos de alegría para cuando sean necesarios. Como dije, antes era más fácil identificar estos hitos de la vida personal o comunitaria porque se vivía más en sintonía con los ciclos naturales y en observancia de las festividades cristianas… pero ahora que estamos tan secularizados, piensa en qué causas merecen la inversión de tu energía canalizada al festejo.


No pretendo que después de esto te vuelvas como algunos protestantes que no tocan una copa de vino y evitan a toda costa juntarse con personas que siquiera se atreverían a bailar. Pero sí a que reflexiones en esta propuesta de Pieper para identificar tus propias razones para buscar la fiesta. ¿Será que anhelas saciarte de ese sentimiento? ¿No puedes quedarte solo en casa el fin de semana? Cualquiera que sea tu conclusión, trata de buscar momentos de festejo donde las causas sean impulsadas por el amor.

 Reuniones y momentos en los que compartas con otros que estén celebrando algo que realmente aman, inténtalo por al menos un mes y cuéntanos cuál fue tu experiencia.

martes, 25 de diciembre de 2018

NAVIDAD eres tú 2018




¿Qué es la Navidad?

 La Iglesia en su misión de ir por el mundo llevando la Buena Nueva ha querido dedicar un tiempo a profundizar, contemplar y asimilar el Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios; a este tiempo lo conocemos como Navidad. Cerca de la antigua fiesta judía de las luces y buscando dar un sentido cristiano a las celebraciones paganas del solsticio de invierno, la Iglesia aprovechó el momento para celebrar la Navidad.

sábado, 22 de diciembre de 2018

¿Existen los pecados ancestrales?

¿Es católica la oración de sanación del árbol genealógico?

Por: Redacción | Fuente: TeologoResponde.org




Pregunta:

 

 

¿Existen los pecados ancestrales? ¿Es católica la oración de sanación del árbol genealógico?

Respuesta:

 

 

En algunos sectores de la Iglesia Católica, sobre todo en grupos de tipo carismático, se ha difundido mucho la práctica de la oración, el rosario o las misas de “sanación del árbol genealógico” o “sanación intergeneracional”, que suscita grandes adhesiones, por un lado, y duras críticas por otro. Lo cuenta Luis Santamaría, integrante de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), en el portal Aleteia.


La Asociación Internacional de Exorcistas ha trabajado este tema en su congreso celebrado en Roma en septiembre de 2018, de la mano del sacerdote mexicano Rogelio Alcántara, a quien se le pidió un estudio exhaustivo sobre el asunto. Alcántara es doctor en Teología y director de la Comisión para la Doctrina de la Fe de la Arquidiócesis de México. Resumimos aquí su intervención.



Unos males supuestamente heredados


El autor resume así la idea que está en la base de la sanación intergeneracional: “los males que padecen actualmente las personas (males psíquicos, morales, sociales, espirituales y corporales) tienen una causa en sus antepasados. La persona actual sería como el último eslabón de una cadena, por donde van pasando los males que llegan a ella”. ¿De dónde vendrían estos males? De un triple origen: las malas inclinaciones de los antepasados, sus pecados, y las maldiciones lanzadas sobre sus descendientes. Lo que llevaría a la persona a tener “inclinaciones y tendencias a determinados males” o “ataduras ancestrales” muy fuertes.


La solución propuesta al creyente por algunos sacerdotes y grupos dedicados al ministerio de sanación y liberación sería “sanar su árbol genealógico con prácticas religiosas y oraciones específicas que puedan cortar esa nefasta ‘herencia’ que se ha recibido de los antepasados”, logrando la liberación propia y el perdón de los ancestros. Para ello se realizan unos ritos que implican asumir “nuevos conceptos como: transferencia, influencia, maldición intergeneracional, herencia ancestral, pegajosidad, sanación del árbol genealógico, etc.”.



¿De dónde viene esta teoría?


Después de ofrecer citas significativas de varios autores que sostienen esta idea, el padre 

Alcántara afirma que no podemos encontrar ningún autor católico que haya enseñado la doctrina del “pecado ancestral” antes de la segunda mitad del siglo XX, por lo que “es una ‘doctrina novedosa’, inventada, que representa un grave peligro para los que quieren aceptar la revelación divina tal como nos la presenta la Iglesia Católica”.


Esta teoría, según el sacerdote mexicano, “apareció por primera vez entre los protestantes por inspiración pagana. Un misionero protestante, Kenneth McAll, es quien dio el impulso a la práctica de ‘sanar’ el árbol genealógico hasta convertirlo en un movimiento”. Además, estas ideas tampoco tienen ningún fundamento filosófico ni científico. De hecho, el padre 

Alcántara apunta que “el supuesto fundamento filosófico del llamado daño ancestral es muy semejante a lo que popularmente se conoce como el ‘karma’, idea procedente de la religión hinduista”.


Por supuesto, la doctrina del pecado ancestral tampoco tiene fundamento teológico alguno, aunque sus defensores “tratan de justificar su aplicación del ‘karma’ a la teología cristiana basándose en las ciencias psicológicas, especialmente en Carl Jung”. O incluso llegan a citar la doctrina católica del pecado original, sin fundamento.


Pero… ¿no aparece en la Biblia?


La idea de pecados de los antepasados que influyen en la vida de las personas aparece en varios pasajes del Antiguo Testamento, que Rogelio Alcántara detalla y analiza para demostrar que la correcta interpretación de esos textos implica leerlos en su contexto, entendiéndolos “en un progreso pedagógico de la revelación, que llega a su plenitud en Cristo, quien nos enseña el auténtico concepto, por ejemplo, de castigo y misericordia divina”.


Precisamente es la misericordia de Dios el tema que se subraya en los textos bíblicos, la respuesta divina al pecado del ser humano. Por otro lado, hay textos en el Antiguo Testamento en los que se pone de manifiesto “que cada quien cargará con su culpa y las consecuencias de su pecado”, es decir, que “se subraya la dimensión personal del pecado”.


De manera que en el Antiguo Testamento “hay ya una nítida aclaración de la relación entre las consecuencias del pecado y la culpabilidad personal”. Algo que queda confirmado por las palabras de Jesús en los evangelios, como cuando responde a los que le preguntaban si un ciego lo era por sus propios pecados o por los de sus padres. Por eso, el sacerdote afirma que “a partir del análisis de los textos de la Sagrada Escritura podemos concluir que la ‘doctrina’ del llamado ‘pecado ancestral’ y la llamada ‘oración de sanación del árbol genealógico’ no tiene fundamento en la Revelación sobrenatural”.



Distinción entre influencias, pecados y maldiciones


El paso siguiente en la reflexión es aclarar los términos que se usan y distinguirlos. En primer lugar define la influencia intergeneracional como “todo elemento que altera o determina la forma de pensar o de actuar de alguien de una futura generación”. La influencia de una generación a otra existe, es algo natural, se da por cuestiones ambientales o de convivencia (como la educación humana o religiosa, el buen o mal ejemplo, etc.).


En segundo lugar aclara categóricamente con fundamento en la revelación que los llamados pecados intergeneracionales o ancestrales –entendidos como pecados que se transmiten de una generación a otra– no existen, porque el pecado es un acto libre, cuyas consecuencias por trasgredir la ley divina: culpa y pena son personales y por tanto intransferibles. El padre Alcántara reitera que “si por pecados ancestrales se entienden los pecados de los antepasados que se transfieren a la actual generación, éstos no existen, pues el único pecado que puede transmitirse por vía de la generación es el pecado original”.


Y añade que “si por pecados ancestrales se entiende simplemente los pecados que cometieron nuestros antepasados y que no se trasmiten a las actuales generaciones, podría aceptarse la expresión. Sin embargo, por prestarse a confusión y por correr el riesgo de que se interprete en el primer sentido, es mejor evitar el vocablo”. Los pecados de un antepasado no pueden predisponer al pecado al descendiente, sólo “podrían influir naturalmente (ambientalmente) a modo de ejemplo en las personas cercanas al pecador, pero no pueden predisponer a nadie al pecado”. Los pecados se repiten en las familias, sobre todo, por el mal ejemplo.



¿Tienen efecto las maldiciones?


En este punto, el teólogo mexicano vuelve a la cuestión de “las maldiciones que se hacen como petición al demonio” para que una persona quede privada de algún bien. Después de analizar los distintos tipos, aborda su efectividad: “quien maldice puede simplemente desear el mal del otro, pero el puro deseo humano no tiene poder para causar daño alguno. 

La maldición podría tener efecto cuando quien la lleva a cabo pide el mal para otro” –ya se lo pida a Dios o al demonio–.


Dado que Dios no responde a una petición que busque el mal de otra persona, los únicos que podrían acceder a cumplir las maldiciones son los demonios. ¿Y cómo es posible? 

Alcántara responde: “por un misterio –incomprensible muchas veces para nosotros– Dios permite actuar a su enemigo causando daños a sus creaturas humanas, de orden físico, psicológico o espiritual para su conversión y salvación”. Avanzando… ¿cuál es el alcance de una maldición o de la brujería en el tiempo? Según el autor, un hombre puede maldecir a sus descendientes, pero sólo a los vivos, pues no tiene bajo su potestad a los que no han sido concebidos.



¿Qué peligros hay?


Para terminar, el sacerdote mexicano afirma que “las llamadas misas (u oraciones) para sanar el árbol genealógico no son parte de la doctrina y liturgia católica… ni en la Revelación, ni en los Santos Padres, ni en la historia de la teología católica hay un solo ejemplo de que ésta sea o haya sido enseñanza católica”.


Basándose en un documento de los obispos franceses, explica que “la llamada oración de sanación del árbol genealógico lleva a la persona a buscar las razones de su sufrimiento fuera de sí misma. Lo cual a su vez impide que haya un verdadero proceso de ayuda psicológica que podría sanar al individuo. Por lo tanto, las ‘misas’ que se celebran con esta intención representan más un peligro psicológico para los fieles que una ayuda”.


Y, por último, subraya que “estas misas desvían la caridad que deberíamos tener hacia nuestros seres queridos difuntos. En efecto, en lugar de ofrecer misas por ellos, pedimos misas para nosotros, en cuanto que queremos que sus pecados dejen de afectarnos en esta vida”.



Este artículo fue publicado por nuestros aliados y amigos:
Con información de Aleteia y Infories (Nº 630, 7 de dic. 2018)
El Teólogo Responde

sábado, 15 de diciembre de 2018

La mamá en la familia actual

La mujer tiene que experimentar el gozo de construir su hogar

Por: Ana Teresa López de Llergo | Fuente: yoinfluyo.com




Personajes dentro de una familia


La familia es una institución natural que arropa la dimensión social de las personas.


 La familia propicia el sentido de pertenencia y el sentido de colaboración. Dicho de otro modo: hay funciones que se deben cubrir, y para ello, se necesita distribuirlas porque cada uno tiene sus capacidades. Ejercitándolas se realiza y se evita el agravio terrible de la exclusión. De modo espontáneo se cubren todas las funciones para satisfacer lo propio de la vida y lograr el auténtico desarrollo individual y social.



De manera natural se fueron repartiendo las funciones dentro de la familia. No fue por decreto lo que se le encargó a la madre o al padre. 

 La lógica natural inclinó a hacer lo que competía a cada quién. Las circunstancias de la maternidad y la paternidad hicieron que la mujer permaneciera más tiempo en la casa, y el hombre saliera a conseguir lo necesario para el sustento. También la fuerza física tuvo un papel primordial, era más probable el éxito de la defensa del hombre ante las bestias que la de la mujer.


Al engendrar un hijo, la mujer sufre cambios en su cuerpo que lógicamente la obligan a modificar su conducta, precisamente para alcanzar el buen desarrollo de la criatura, y por el bien de ella. La mujer es cíclica y ello repercute en evidentes cambios en su vigor, en su estado de ánimo, en su resistencia. 


El hombre es más lineal, salvo que sufra alguna enfermedad, sus condiciones físicas y psíquicas son más estables.

 De ese modo las exigencias del hogar se adecuaron al estilo femenino, y las demandas extra familiares, más sistemáticas, fueron resueltas de mejor modo por los varones.


Nuestra mentalidad y el desarrollo de la ciencia y la tecnología, actualmente nos dificultan la comprensión de las soluciones primitivas, nos es difícil entender cómo surgió entonces la distribución de tareas para la colaboración mutua intrafamiliar.  


La mala óptica interpreta esa distribución como consecuencia del “machismo” porque se considera al varón cuasi monstruo que sojuzga a la mujer y la esclaviza. 

 Aunque tampoco se excluye el hecho de que algunos hombres sí esclavizan,. Pero también, hay mujeres que se aprovechan de su condición y fingen debilidad para obtener servicios que ellas no están dispuestas a realizar.

Ahora, con los avances de la tecnología, muchos de los trabajos que se realizaban únicamente con el esfuerzo humano se suplen con instrumentos, ese ahorro de energías facilita dedicarse a otras tareas fuera de la casa. Ello ha revolucionado la dinámica laboral de la mujer que ya puede asumir otras responsabilidades profesionales. Con lo cual, el rostro de la sociedad también ha cambiado.


La aceptación de la mujer como profesionista fuera del hogar requirió un cambio arduo, hubo que presionar, modificar costumbres. Fue una lucha legítima para hacer ver la igualdad de derechos. Desgraciadamente en ese camino hubo extrapolaciones que aún persisten, como lo es el feminismo radical que sueña con vengar agravios. Mientras tanto incitan al desprecio y al rechazo del varón.


Con la actitud de independencia de parte de la mujer, muchos de los aspectos comunes del hogar se han dividido, por ejemplo la economía o el compartir necesidades legítimas como el modo de descansar. Así se abre un resquicio al individualismo que dejará huella en la prole.



La mujer en la familia actual se encuentra más gratificada con su trabajo fuera de la casa, recibe un sueldo que le hace satisfacer sus necesidades sin depender del marido. 

Muchas veces su nivel de desempeño luce más que el de él y eso ocasiona cierto espíritu de competencia mal sana. Peor es si el varón queda desempleado.


Generalmente se retrasa la procreación, y cuando se deciden a procrear la mujer no es tan joven como para tener las energías adecuadas, por lo mismo y por los cuidados al recién nacido, se renuncia a tener más hijos. Todo ello obscurece el gozo de la maternidad y de la paternidad. Ni se disfruta ni se aconseja a otras familias. En realidad la figura de la madre se retrasa y se empobrece.



Con la mala aplicación de la igualdad de las mujeres y los hombres, la mujer muchas veces se divierte con “sus amistades” que ya no son las de él, tiene confidentes que muchas veces son ajenos al esposo, por tanto, ante cualquier desavenencia no se facilita la unidad, el perdón, la comprensión, la paciencia, sino la separación o el divorcio.
Los hijos por la ausencia de los padres retrasan su educación, ya no se impulsan los hábitos de los primeros años. Con el fácil acceso a los contenidos que ofrecen los medios de comunicación, se van perdiendo las tradiciones familiares, y el conocimiento entre padres e hijos es muy superficial. Los hijos buscan otros modelos. Esto provoca lesiones hondas e insatisfacción.
Por eso, es necesario un retorno al hogar, reconocer su riqueza, allí se forjan las personas en el ambiente más propicio a su dignidad. Los sacrificios que se dan dentro de la familia siempre producen una satisfacción infinitamente superior a otras.
La mujer tiene que experimentar el gozo de construir su hogar, descubrir que los sacrificios por los demás producen una paz interior incomparable. Su papel es central y debe defenderlo. Con la preparación recibida ha de conseguir la coordinación con otros trabajos y, si fuera el caso, dar el mejor esfuerzo para atender a los miembros de su familia.
La solución básica de los problemas de la sociedad se resuelve en la familia. Por eso, si vemos que algunas se tambalean hemos de ver el modo de colaborar. La meta es siempre en favor de la familia, allí se propicia la infancia feliz. Realmente el hogar es el lugar al que todos quieren retornar. Cuidemos este tesoro y quitemos las telarañas que han introducido los falsos planteamientos.

sábado, 8 de diciembre de 2018

INMACULADA CONCEPCIÓN 2018




Inmaculada Concepción

 "Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios, por tanto, debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles.

 "Dogma proclamado por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la Bula Ineffabilis Deus

sábado, 1 de diciembre de 2018

¡Tú no puedes demostrar la existencia de Dios!





Respuesta a crítica de un creyente fundamentalista

Por: Dante A. Urbina | Fuente: DanteAUrbina.com




El día 23 de agosto de 2015 concedí una entrevista en Guadalajara (España) a los apologistas Jesús Rodríguez y Yasmin Oré del canal “Convertidos Católicos” sobre cómo responder a los ateos. El video completo de la entrevista lo podrán ver al final de este artículo.


Pues bien, habiendo estado también disponible en el canal de YouTube de ellos, un comentarista, creyente, curiosamente, realizó una crítica respecto de mi exposición y enfoque en la entrevista. A continuación, el comentario crítico: “La existencia de Dios no se demuestra con pensamiento humano, todo depende de si la persona cree o no. Por reflexión humana lo único que se logra es generar más preguntas y problemas existenciales. Además, en la Biblia no se habla de Santo Tomás de Aquino. No sé por qué Dante trae a colación su enseñanza si Dios no habla de él en la Biblia. Para eso están los profetas y los personajes de la Escritura que cuando uno lee se va convenciendo. Dante, tú no puedes demostrar la existencia de Dios mediante cuestiones de filosofía, se demuestra la existencia de Dios con el cumplimiento de los 10 mandamientos”.


No es mi costumbre responder directamente por medios web a críticos particulares (de hecho, tengo la regla de no hacerlo), pero hice una excepción en ese contexto, no porque el comentario sea pertinente (en realidad resulta bastante impertinente, como pasaré a mostrar) sino por deferencia a Jesús y Yasmin, un extraordinario matrimonio católico que con su fe y amor son verdadera “luz del mundo” (cfr. Mateo 5:14-16) por medio de su apostolado. En todo caso, creo que la respuesta que di puede ayudar a muchas personas a comprender mejor el correcto contexto de la apologética (defensa de la fe por medio de la razón).


A continuación, mi respuesta punto por punto (respecto de la cual en su momento hice la anotación de que sería mi única intervención ya que no entraría al juego de “réplicas y dúplicas” si es que se diere por el simple hecho de que, como ya he anotado, no debato por Internet con comentaristas particulares):



1) “La existencia de Dios no se demuestra con pensamiento humano, todo depende de si la persona cree o no: 

 Empezamos mal. El comentarista pretende ampararse en la Biblia ¡pero comienza su crítica contradiciendo una clara enseñanza bíblica! En efecto, es una verdad bíblica que el hombre, desde su sola razón natural, puede llegar al conocimiento básico de la existencia de Dios. ¿Qué dónde dice eso? Simple, lo dice el apóstol Pablo en su Carta a los Romanos: “Lo que se puede conocer de Dios, ellos lo conocen muy bien, porque Él mismo se los ha mostrado; pues lo invisible de Dios se puede llegar a conocer si se reflexiona sobre las cosas visibles que Él ha hecho” (Romanos 1:19-20). Aquí es muy importante entender, visto el contexto del pasaje, que Pablo no está hablando de los judíos que han recibido la revelación directa y específica de Dios por medio de la ley de Moisés, sino de los paganos que no han recibido ello sino solo la revelación indirecta y general de la creación. Lo que está diciendo Pablo es que basta con que estos paganos reflexionen, es decir piensen, sobre la creación (“las cosas visibles”) para que puedan inferir la existencia del Creador (“invisible”). Justamente porque todo hombre puede al menos conocer la existencia de Dios por la razón natural es que Pablo dice que los que lo rechazan “no tienen excusa” (Romanos 1:20). De ahí que Pablo no crea que el problema es que sea imposible conocer la existencia de Dios por medio del pensamiento humano sino que los paganos “aunque han conocido a Dios, no lo han honrado como a Dios ni le han dado gracias” (Romanos 1:21). O sea, el rechazo a Dios no es tanto un problema de la razón sino del corazón. Ya luego, el corazón que rechaza a Dios afectará a la razón y por eso el apóstol continúa el versículo diciendo que esos paganos “han terminado pensando puras tonterías, y su necia mente se ha quedado a oscuras” (Romanos 1:21). Pero el punto es que de partida todos ellos tenían la perfecta posibilidad de reconocer a Dios por medio de la razón

Por tanto, es claro que el comentarista cae en una falacia de falso dilema: opone “pensar” a “creer” cuando lo que nos enseña aquí la Biblia es que el pensamiento (“reflexión sobre las cosas visibles”) puede llevarnos a la fe (“creer en el Dios invisible”), de modo que son aspectos complementarios antes que contradictorios.


2) “Por reflexión humana lo único que se logra es generar más preguntas y problemas existenciales:


 Lamento informarle al comentarista que, quiéralo o no, los seres humanos somos seres racionales (y le recomendaría no molestarse mucho con eso porque quien nos hizo seres racionales ¡fue Dios mismo!). ¿Quiere ver seres que no se hagan ningún tipo de preguntas existenciales? ¡Pues fíjese en las piedras o los animales! El que los seres humanos podamos formularnos preguntas existenciales no es una “maldición”, como pareciera pensar el comentarista; más bien se trata de un don que nos ha dado Dios precisamente para buscarlo. Jesús dijo claramente: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Juan 14:6). 

Si el hombre se formula preguntas existenciales eso está muy bien ¡porque la respuesta es Cristo! Si el hombre no se formulara nunca esas preguntas y solo viviera como un animal, no tendría esa “sed de Dios” que en última instancia, por gracia, lo conduce… a Dios. El comentarista puede hallarse ofuscado al ver tantos sistemas filosóficos anticristianos como el marxismo, el liberalismo, el ateísmo, el positivismo, etc. Pero la solución que debemos dar los cristianos a eso no es decirles a los filósofos de esas corrientes: “Oigan, tiren sus cerebros a la basura y dejen de hacerse preguntas existenciales”. No. La solución cristiana es mostrarles que Cristo es la respuesta correcta a todas sus preguntas. Un gran ejemplo de esto es C. S. Lewis, profesor de la Universidad de Oxford y extraordinario escritor cristiano pero que comenzó siendo ateo. ¿Y cómo fue que dejó de ser ateo? Simple: reflexionó profundamente sobre las preguntas existenciales que tenía ¡y al final tuvo que aceptar que  


Dios era la única respuesta coherente a todas esas preguntas!(1). Así que dejemos esa actitud de pretender prohibir o censurar el que la gente pueda hacerse preguntas existenciales, ¡más bien hay que aprovechar ello para mostrar a Cristo! Él mismo ha dicho “Yo soy la Luz del mundo” (Juan 8:12). ¡Dejemos que ilumine nuestros pensamientos entonces! (no parece muy atractiva ni razonable la “solución” de tirar nuestro cerebro a la basura).



3) “En la Biblia no se habla de Santo Tomás de Aquino. No sé por qué Dante trae a colación su enseñanza si Dios no habla de él en la Biblia. Para eso están los profetas y los personajes de la Escritura

Una clara falacia de premisa falsa o indemostrada. Esta crítica presupone que absolutamente todo lo que se puede citar en un diálogo con un ateo tiene que estar en la Biblia. Pero, ¿dónde está el versículo bíblico que explícitamente diga que absolutamente todo lo que se puede citar en un diálogo con un ateo debe estar en la Biblia? No existe. Así que esa idea se refuta a sí misma. De otro lado, al parecer el comentarista me increpa el que cite a Santo Tomás de Aquino (filósofo católico del siglo XIII) y no solo a profetas y personajes de la Biblia. Si es así, ¡pues que comience increpándole al apóstol Pablo! Hubo una ocasión en que Pablo tenía que predicar el mensaje cristiano en el Areópago de Atenas. Y el auditorio ante el que estaba no era cualquiera: se trataba del centro cultural de los griegos donde se encontraban varios filósofos, inclusive epicúreos y estoicos como explícitamente nos dice Hechos 17:18. ¿Y qué hizo Pablo en ese momento?, ¿se ciñó a los parámetros del comentarista, limitándose a citar única y exclusivamente a profetas y personajes del 


Antiguo Testamento (que era la “Biblia” de su tiempo)? De ningún modo. Pablo explícitamente citó a pensadores griegos: “Porque en Dios vivimos, nos movemos y existimos; como también algunos de los poetas de ustedes dijeron: ´Somos descendientes de Dios´” (Hechos 17:28). ¡Pero esos poetas (pensadores) griegos no son personajes bíblicos! Luego, tenemos un claro ejemplo bíblico de que es errada la idea de que única y exclusivamente podemos citar a personajes bíblicos. Pablo introdujo citas de pensadores griegos en su discurso y si bien, como sucede siempre y como pasó hasta con el mismo Jesús, hubo varios que no le creyeron… también hubo quienes sí se convirtieron, ¡incluido un relevante miembro de este centro cultural y político! ¿Qué de dónde saco eso? Pues de Hechos 17:34: “Pero algunos lo siguieron y creyeron. Entre ellos estaba Dionisio, que era uno de los miembros del Areópago”. Así que si puedo ayudar aunque fuere a una sola conversión introduciendo citas de Santo Tomás de Aquino u otro filósofo teísta, lo seguiré haciendo. Mi prioridad es ayudar a las almas, no ceñirme a los prejuicios del comentarista. He visto que comenzando con el lenguaje filosófico se puede abrir la mente de muchas personas hacia el mensaje del Evangelio, así que me sirvo de eso así como en su tiempo hicieron Santo Tomás de Aquino y San Agustín. Al ascender al cielo Jesús dijo que quería que su mensaje llegara a “todas las naciones” por “todos los días hasta el fin del mundo” (cfr. Mateo 28:19-20). En ese contexto no solo es perfectamente factible sino necesario que Jesús suscite santos y pensadores para su Iglesia más allá de la época de los apóstoles, de forma que conocerlos y citarlos no es de ningún modo “pecado” (que es prácticamente lo que pareciera pensar el comentarista).



4) “Dante, tú no puedes demostrar la existencia de Dios mediante cuestiones de filosofía, se demuestra la existencia de Dios con el cumplimiento de los 10 mandamientos


Si yo salto en frente de alguien y esta persona me dice “Dante, tú no puedes saltar”, ¡lo mínimo que tiene que hacer es demostrar que no he saltado! El comentarista dice que no puedo demostrar la existencia de Dios mediante cuestiones de filosofía. Si va a afirmar eso ¡lo mínimo que tiene que hacer es refutar punto por punto las demostraciones que he desarrollado! Pero no ha hecho nada de eso. Simplemente se basa en la idea de que demostrar la existencia de Dios por el razonamiento es algo antibíblico ¡pero ya demostramos que es más bien esa idea la que es antibíblica pues Pablo dice que todos los hombres pueden inferir la existencia del Dios invisible a partir de la reflexión sobre las cosas visibles! No sé si el comentarista estará informado pero la filosofía es primariamente ¡una reflexión sobre las cosas! Y no solo eso: las demostraciones que he dado de la existencia de Dios con base en las cinco vías de Santo Tomás de Aquino siguen precisamente el método recomendado por el apóstol Pablo. 

En efecto: se parte de ciertos aspectos de la creación visible (movimiento, causalidad, contingencia, grados de perfección, orden) y por reflexión filosófica se llega a la existencia del Creador invisible. Pero nuevamente el comentarista cae en una falacia de falso dilema y pone esto como si fuera excluido por los 10 mandamientos. Nada más errado. Uno puede mostrar a Dios tanto por su palabra como por sus obras: lo uno no quita lo otro. Es más, miren lo que dice el primer mandamiento: “Amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” (Mateo 22:37). Así que el punto no es descartar nuestra mente y racionalidad, sino ponerlas al servicio del Señor. Dice el apóstol Pablo: “Todo pensamiento humano lo sometemos a Cristo para que lo sirva a Él” (2 Corintios 10:5). 

¡Que se lea bien por favor! Pablo no dice “Prohibimos todo pensamiento humano…”. No nos dice que dejemos de pensar, nos dice que pongamos nuestro pensamiento al servicio de Cristo, tal como hizo Santo Tomás de Aquino y tal como busco hacer yo (con todas mis limitaciones e imperfecciones, claro está). Prefiero tener un pensamiento para que pueda servir a Cristo. Si el comentarista prefiere dejar de tener cerebro y racionalidad ya es problema de él… pero se pierde la oportunidad de servir a Cristo con la sana filosofía. 

Parece que él parte del prejuicio de que toda filosofía es enferma por el solo hecho de ser filosofía, pero Pablo nos muestra que es posible una recta filosofía en servicio a Cristo.


En suma, no he sido yo quien ha respondido a este comentarista supuestamente “bíblico”: ¡han sido Pablo y la Biblia quienes le han respondido!



Referencias:

 1 La historia completa de su conversión puede verse en su autobiografía: C. S. Lewis, Sorprendido por la Alegría, Ed. Rayo, New York, 2006.























 











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sábado, 24 de noviembre de 2018

Las prácticas mágicas y su relación con la acción del demonio

Los daños espirituales derivados de las prácticas mágicas constituyen el objeto habitual del exorcismo

Por: L'Osservatore Romano | Fuente: Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES)




El sacerdote dominico François-Marie Dermine, exorcista y experto en el discernimiento de fenómenos sobrenaturales, ha escrito un artículo titulado “Superstición, exorcismo y oración de liberación” en L’Osservatore Romano del pasado 17 de noviembre. Por su interés, recogemos a continuación lo más interesante del artículo.


Superstición e influencia diabólica


El Catecismo de la Iglesia Católica define la superstición como una “desviación del sentimiento religioso y de las prácticas que impone” (n. 2111). No sólo contribuye a alejar el culto de su verdadero objeto –es decir, Dios– y de su auténtica finalidad religiosa, sino que confiere irracionalmente un valor sobrenatural a lo que no lo tiene (el gato negro, el número 13 ó 17 para la mala suerte) o quizás una eficacia aplicada a medios absolutamente inadecuados de por sí y desproporcionados con respecto a los efectos a conseguir (el amuleto para la suerte, fórmulas específicas, etc.).


Santo Tomás de Aquino hace a este respecto una oportuna precisión: “todo aquello que puede ser explicado por una causa cierta, natural, humana o divina, no es supersticioso; sólo aquello que no puede ser explicado por una causa cierta se dice que es vano y supersticioso” (De sortibus, 5).



Los daños espirituales derivados de las prácticas mágicas constituyen el objeto habitual del exorcismo o de la oración de liberación, en tanto que a quien recurre a ellas lo sustraen de la voluntad divina y lo entregan directamente a la influencia diabólica.


 

Los signos mágicos, “sacramentos” del diablo



Los intentos de conocer las cosas ocultas o futuras implican un rechazo pecaminoso de los límites de tiempo y de espacio inherentes a la naturaleza humana, creada así por Dios, y no pocas de estas prácticas comportan una intención de dañar a otros (maleficios) o de dominarlos afectivamente (encantamientos).


Ahora bien, la razón por sí misma constata la ineficacia intrínseca de los medios típicos de la magia: se sabe, por ejemplo, que las carta no tienen por sí mismas la capacidad de desvelar las cosas ocultas o futuras por lo que, al menos implícitamente, el mismo supersticioso, después de haberse alejado de quien no ha querido procurarle el beneficio buscado, expresa más o menos conscientemente “un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2116).


Estos medios, en suma, “no son adoptados como causas, sino como signos”, es decir, se convierten, como los sacramentos, en signos eficaces, obviamente no por intervención divina, sino diabólica, y por lo tanto implican “pactos concertados sobre la base de signos” con los demonios.

 

Para entender bien el exorcismo



Por otro lado, hay que decir que una mente supersticiosa expresa generalmente un enfoque mágico del exorcismo y de la oración de liberación, atribuyendo la causa inmediata de todos nuestros males al demonio o a un maleficio, ya sea inspirando una búsqueda errática del exorcista “poderoso” y eventualmente sensitivo, ya sea pretendiendo una liberación sin el camino indispensable de conversión.


Con estas breves consideraciones, estamos en grado de entender la urgente necesidad de una purificación de cualquier contaminación supersticiosa. Necesidad a la que, entre otras cosas, intenta responder el curso sobre exorcismo y oración de liberación que ofrece cada año el Instituto Sacerdos, del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma, y el Grupo de Investigación e Información Socio-Religiosa (GRIS).


Este artículo fue publicado originalmente por la RIES en: InfoCatolica.com

sábado, 17 de noviembre de 2018

¿Cómo conocer auténticamente a otra persona?

Citas online, apps para hacer amigos y la ilusión de conocer al amor de tu vida

Por: Santiago Benavidez | Fuente: catholic-link




No quería dejar escapar la oportunidad de reflexionar sobre un tema que surgió fruto de un reencuentro con mis amigos del colegio en Argentina, hoy lo quiero compartir con ustedes:


Todo empezó cuando estábamos comiendo y veo que a uno de ellos le suena el celular, lo mira, y dice con tono de satisfacción: «hice Match». Ante mi ingenuidad, le pregunté en qué consistía la aplicación. Me explicaron y en seguida me compartían que con este tipo de apps «Ya no existe el temor de invitar y el posterior rechazo», «no existe el cara a cara a veces tan duro y que da vergüenza», «es una gratificación instantánea. No es necesario comprometerte en serio con la otra persona».


Mientras los escuchaba, habían comenzado a aparecer varias preguntas dentro de mi cabeza: ¿Estará bien pensar así?, ¿qué es lo que buscan?, ¿dónde queda el compromiso con la otra persona?


Ante éstas preguntas, las respuestas que escuchaba eran: «Que sonrían, que tengan los ojos claros», otros como «Con barba suman puntos. Que tenga buen cuerpo y que sea creativa la foto», «Me siento en un casting, tu si, tu no, tu no, tu si», «me gusta su foto de perfil». ¿Nos suenan familiares estas frases en el mundo de hoy?


Como en la vida no todo es blanco o negro, bueno o malo, sino que hay matices, tonalidades de grises. No dudo que este tipo de aplicaciones han ayudado a conocer gente, incluso se conocen casos de personas que están casadas y han formado familia gracias a las nuevas tecnologías. Pero solo el 5% de todos los matrimonios en los Estados Unidos que se han conocido online, han podido tener una relación de más de diez años (Pew Research, Online Dating 2013).


¿Qué son las aplicaciones de citas online?


En un mundo globalizado como el nuestro, los cambios se hacen cada vez más rápido, y las aplicaciones no quedan exentas. Hay Apps de todo tipo, por ejemplo, juegos, GPS, para controlar las calorías que tiene cada alimento, redes sociales de todo tipo: Twitter, Facebook, WhatsApp, etc (ya todos las conocemos).


Han cambiado la manera de relacionarnos con los demás, hoy es más fácil y sencillo escribir un mensaje de menos de 500 caracteres, que llamar a alguien. Muchas veces lo hacemos por distintos tipos de dispositivos, celulares y tablets. Han cambiado también la manera de enamorar o de enamorarnos de la otra persona.


Las aplicaciones de citas online han crecido tanto, que una de cada diez personas en los Estados Unidos ha encontrado su pareja a través de este medio. Ya son más de 50 millones de descargas en más de 196 países.


Hay varios tipos de apps de citas. Las que más se escuchan aquí son Tinder, Happn o  Badoo. Creas un perfil, pones tu mejor foto, edad, tendencias, el radio de distancia al que quisieras encontrar a la otra persona… y listo. Pasas las fotos con tu dedo, hasta que el otro usuario te elija y logres el tan anhelado match.

En este afán por ser correspondido, el usuario se ve seleccionando con el dedo a izquierda y derecha imágenes de personas que no conoce y que tampoco lo conocen a él. El movimiento con el que se pasan las fotos se vuelve automático, casi mecánico: te gusta, mensajeas, llegas a un acuerdo y te encuentras con la otra persona. Surge una sensación de libertad, se imagina que se está abriendo puertas a nuevas posibilidades y el sentimiento de ser dueños del destino se apropia de cada uno de los usuarios que han elegido esta app para conocer a alguien nuevo.


Poco a poco hago el esfuerzo por entender este «mundo de las citas online»… y llego a la conclusión de que en estas aplicaciones, uno de los factores determinantes (no el único) de que elijas (o no) a la otra persona, o que uno sea «el elegido», es la foto de perfil. Los usuarios se sienten tranquilos cuando se «promocionan» con fotos que muestran sus virtudes físicas y tendencias a nivel social.


Uno podría imaginarse (y no estaría muy lejos) esos catálogos en donde se mira el producto, el más vendido, el mejor y lo termina comprando, para luego usarlo y terminar descartándolo.


Convierto a la otra persona en una «cosa». Tratándola más como producto de consumo, que como un ser humano. Así se hace muy difícil llegar a conocer realmente a la otra persona y llegar a formar una relación estable.


Estamos ante una sociedad en la que que se trata de interpretar al ser humano en términos sexuales. Donde se considera que vivir la virginidad, es algo anticuado (para no decir del Medioevo), donde la castidad hace parte de la prehistoria, la continencia se percibe como anormalidad, y la unión de hombre y mujer hasta la muerte, como algo insoportable.


Un mundo que dice que un matrimonio solo dura lo que dura un suspiro. Que se puede separar lo que Dios ha unido y quitar el sello de donde Dios lo ha puesto. Un mundo en el que la pureza es anormal y la carnalidad es lo correcto.


El riesgo por una búsqueda de placer o gratificación instantánea, puede terminar, sin saberlo, en lastimar a ambos usuarios.



¿Cómo conocer auténticamente a otra persona?


Algunos podrían responder, «¿Qué importa eso? solo quiero divertirme, pasarlo bien». «Sé lo que busco, y la otra persona también». Hay quienes se sienten satisfechos con estas respuestas.


Todo hombre está llamado a buscar una relación con otra persona que lo haga feliz, que sea verdadera y auténtica. Estas aplicaciones pueden ser un medio (solo un instrumento), para que realmente se pueda dar la posibilidad de construir algo serio, responsable, una relación sana y comprometida con otra persona.


Debemos recordar y tener presente en nuestras vidas, que el dolor y el placer van de la mano y están presentes en las experiencias que vivimos todos, nos guste o no, dolor y placer son inseparables. Tratar de separarlos, es inútil, porque al final, el placer desordenado termina yéndose contra el hombre y se transforma en sufrimiento y soledad, en una verdadera tragedia.


Es evidente (y nosotros lo sabemos), que el mundo de hoy, va en otro sentido. Busca la cosificación (tratar a los demás como cosas) solo usarlas para el placer mi propio y egoísta. Nosotros como cristianos, venimos a traer la verdadera revolución del amor en Cristo Jesús, amar al prójimo como a uno mismo.

domingo, 11 de noviembre de 2018

10 ocasiones donde jugar fútbol pone a prueba nuestra fe

La cancha también es un espacio de evangelización

Por: Sebastián Campos | Fuente: Catholic-link.com



El fútbol es el deporte más practicado en el mundo. No hay plaza ni parque en el planeta donde no se haya jugado un partido. Es fácil comprender su popularidad si consideramos que para poder practicarlo solamente es necesario tener algo que patear (ni siquiera tiene que ser una pelota), no se necesita un equipo contrincante ni un arco, basta patear una botella de refresco por un pasillo.



Otra característica universal del fútbol es que su reglamento y su lógica como juego es sumamente sencilla y comprensible para todos, lo que hace que puedas jugarlo sin tener un árbitro. Es tan sencillo que el mismo Papa Francisco utiliza expresiones futbolísticas para hablar de la vida espiritual: “Jesús nos pide que le sigamos toda la vida, nos pide que seamos sus discípulos, que «juguemos en su equipo». A la mayoría de ustedes les gusta el deporte. Aquí, en Brasil, como en otros países, el fútbol es una pasión nacional ¿Sí o no? Pues bien, ¿qué hace un jugador cuando se le llama para formar parte de un equipo? Tiene que entrenarse y entrenarse mucho. Así es nuestra vida de discípulos del Señor”. (Papa Francisco, JMJ Río 2013)


Esa misma simpleza en su forma hace también que ocurran muchas irregularidades en su práctica. Irregularidades que en ocasiones (cuando se juega con mucha pasión) hacen que nos resulte difícil ser buenos cristianos dentro de la cancha. 


Por esta razón queremos compartirte algunas ideas para que puedas ser cristiano en todo momento. Te advertimos que no es tarea fácil, pues probablemente los que juegan contigo no lo harán muy honestamente, pero créeme, la cancha también es un espacio de evangelización. ¡Ánimo.


1. No te quedes callado si por error cobran a tu favor. Ganar limpiamente es de hombres

Muchas veces nadie ve claramente lo que ocurrió en una jugada y solo tú sabes lo que realmente pasó. Ser honrado y decir la verdad –aunque no favorezca a tu equipo– no es fácil pero es lo mejor. Esto no solo hablará bien de ti, sino que hará que tus triunfos sean realmente producto de tu esfuerzo y no de tus omisiones. Un ejemplo de esto fue Miroslav Klose, jugador del Nápoles, quien casualmente marcó un gol con la mano, el árbitro no lo vió y cobró el gol como válido, pero él con mucha honestidad, le hizo saber al arbitro de su error.


2. No seas teatrero. Si es falta pide que la cobren sin lloriquear

Lamentablemente es una escena común en el fútbol profesional exagerar las faltas. En muchos partidos vemos a los jugadores rodar por el suelo, gritar, cubrirse el rostro y hacer un escándalo de proporciones apocalípticas cuando les hacen una falta. La mayoría de estas situaciones son caídas o golpes sin intención. Si te hacen una falta o algo que te perjudique, reclamar está bien, la justicia y la verdad son lo primero, pero rodar por el suelo hasta que cobren y luego salir corriendo como si nada, no es lo más cristiano. Recuerda que el teatro no es un deporte. Un antitestimonio de ello fue David Luiz, jugador del Chelsea, quien no solo fingió una falta que provocó la expulsión de quien supuestamente se la hizo, sino que además no pudo contener la risa cuando cobraron equivocadamente a su favor.

3. Ayuda a tu rival si lo necesita 

A veces la pasión por el juego, por el triunfo, por el honor o por lo que sea que sientas cuando estás en la cancha, hace que en vez de ver en tu contrincante a un hermano, lo veas como un enemigo, un rival, una persona antipática a la que hay que vencer. ¿Te has puesto a pensar lo agradecido que deberías estar de que el equipo de enfrente exista?, ¿cómo podrías jugar si no hubiera un equipo contrincante que esté dispuesto a competir bajo las mismas reglas que tú? Un lindo testimonio de esto lo dan estos dos equipos polacos. Mira lo que sucede

4. Anima a tus compañeros cuando se equivocan: ¿quieres ganar o solo descargar tu rabia?

Si el solo hecho de equivocarse ya es incómodo, imaginemonos cuando la equivocación sucede en público, más aun que esto signifique que todos mi equipo salga perjudicado cuando el error es un autogol. Es suficiente la pena que siente el pobre como para que vayas y le restriegues en la cara su error. Un ejemplo de esto es el portero del Ajax Mickey van der Hart, quien se equivocó garrafalmente e hizo que el pase que le dio a un compañero se convirtiera en un gol en contra que llevó a la derrota de su equipo. Solo quedaba apoyarlo, pues la tristeza y la frustración en su rostro son suficientes para comprender que no necesitaba que lo reprendan.

5. La pasión que se transforma en lisuras e insultos no aporta nada

Cuando se acuerdan de tu mamá o le mandan saludos a tu abuelita, cuando te jalan la camiseta y el abrazo que recibes no es de cariño (y todo el resto de cosas que ocurren en el campo de juego), surgen emociones no tan favorables para la buena marcha del partido. Dales la vuelta y permite que sirvan como motivación para seguir esforzándote en el juego. Debes cuidarte de no perder la cabeza para que estas no se conviertan en cambios de conducta, agresividad, faltas de respeto o violencia física contra los demás. Cuenta hasta 10, no devuelvas los saludos a la mamá de quien te los envió, respira profundo, haz tus alegatos de forma moderada, pide disculpas y recuerda que es un juego: la vida no se nos va en esto. Una conocida marca argentina retrata con humor esta realidad tan propia del fútbol.

6. Dime cómo juegas fútbol y te diré quién eres

Ser un facilitador, ser generoso, buscar que los demás saquen lo mejor de sí y usar mis dones a favor de mis compañeros es una forma de amar que se aplica tanto dentro de la cancha como fuera de ella. No se trata tan solo de aprovechar las oportunidades que me da el fútbol para demostrar mi talento sino de ayudar a los demás, y aunque suene muy eclesial, hacer comunidad en la cancha. Un lindo ejemplo, coronado por un bellísimo gol, es el de Emre Cam jugador del Liverpool, que no solo demuestra su habilidad controlando el balón, sino que además habilita a su compañero de forma excepcional regalándonos una joya.


7. No seas orgulloso. Si te equivocas, pide perdón

A veces nos equivocamos en un pase o en una recepción, otras veces no medimos nuestras fuerzas y golpeamos a alguien, o hay ocasiones en que no nos entendemos bien con nuestros compañeros de equipo. Reconocer nuestros errores no es algo que está reservado para el confesionario, hay momentos en el juego en los que debo ser humilde y admitir que podría haberlo hecho mejor. Súper conocido es el episodio donde Luis Suárez, jugador de la selección Uruguaya, muerde a un rival. Se burlaron mucho de él y lo sancionaron: él humildemente ofreció sus disculpas a todos los que perjudicó con su conducta descontrolada.

8. Corrige, coordina, alienta, ayuda, comenta: ¡comunícate con tu equipo!

Ya dijimos que convertir a nuestro equipo en comunidad es un buen objetivo por cumplir. Reconocer que –al igual que en la Iglesia– todos somos parte de un cuerpo con características particulares, virtudes y limitaciones, nos ayudará no solo a sacar lo mejor de nosotros mismos, sino que mejorará nuestro rendimiento como equipo. Comunicarse es la clave para vivir la comunión. No hay nada más triste que un equipo que se trata a gritos reprendiéndose en todo momento, equipos donde solo se ve confusión y la pelota va de un lado para el otro sin sentido. Los sujetos del video nos dan un ejemplo de comunicación, preparando la ejecución de un tiro sumamente coordinado y sin mencionar una sola palabra. Como bien enseña el Concilio Vaticano II: “Los ejercicios y manifestaciones deportivas… ayudan a conservar el equilibrio espiritual, incluso de la comunidad, y a establecer relaciones fraternas entre hombres de todas las clases, naciones y razas” (Gaudium et spes, 61).

9. No seas negativo contigo mismo: intentar tiene valor

El fútbol debe ser de los pocos deportes en donde estadísticamente se consideran los “casi”. Cuando vemos el resumen de un partido, los relatores deportivos cuentan los “tiros a portería”, los “tiros de esquina”, etc, para indicar que un equipo ha sido teóricamente más ofensivo que el otro. De hecho, consideramos que nuestro conjunto juega bien cuando intenta muchos tiros al arco independientemente si pasan cerca o no de la portería. Intentar una y otra vez, probar de cerca y de lejos, pensar en nuevas estrategias y métodos, es algo que no solo se aplica en la cancha, también se aplica en la vida.

10. ¿Cuánto se hubiese esforzado o cómo hubiese reaccionado Jesús?

El esfuerzo tiene un valor en sí mismo, muestra nuestro carácter, nuestros valores, nuestras convicciones y expresa nuestra pasión por lo que hacemos. Esforzarnos para lograr cualquier objetivo noble, ya sea un gol, un título universitario, conservar un trabajo o fortalecer nuestra familia, es algo grande. El mismo Jesús es quien nos invita a hacer un esfuerzo extra, a correr un minuto adicional y salir de nuestra comodidad. En el Evangelio de San Juan, cuando nos interpela a amar como Él nos ha amado, podríamos tomar ideas para el fútbol, podríamos decir para este caso: “jueguen como yo he jugado” y de esta manera ser como Jesús en sus formas, sentimientos, valores, empeño, lucha y amor. Imitarlo fuera y dentro de la cancha no solo cambiará nuestro juego y rendimiento, también cambiará toda nuestra vida y la de los que nos rodean. ¡Recuerda que la cancha también es un campo de evangelización! Un ejemplo de esto son todos aquellos que sabiendo que no serán súper estrellas del deporte, semana a semana, se esfuerzan y sudan hasta la última gota dejándolo todo en cada pase.



Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos: Catholic-link.com